Vitoria - “Un viaje muy especial pero tremendamente duro y brutal”. Casi 70 horas después de embarcar en la parte italiana del Mont Blanc hacia lo desconocido y con 330 kilómetros de tierra quemada a su paso, el trail vitoriano Javi Domínguez cruzaba ayer en solitario a las 06.12 de la mañana la meta de Cormayeur con el mismo semblante, en apariencia, con el que partió el pasado domingo desde este mismo punto, inquieto ante el desafío pero tremendamente ilusionado por probarse ante lo que muchos ya han bautizado como la madre de todas las carreras de montaña.
Después de semejante paliza incluso se ha permitido el lujo de sonreír para los fotógrafos en la línea de llegada...
-Me temo que la procesión va por dentro (risas).
¿Cómo ha terminado?
-Mejor de lo que esperaba en un principio, la verdad, porque venía con muchísima ilusión, porque me he preparado durante muchos meses para ello y porque era un sueño para mí poder estar en la carrera de las carreras en la montaña, pero así y todo se trata de una prueba que físicamente es brutal, tremendamente brutal. ¡Parece que has estado un mes corriendo! He terminado con dolores en todo el cuerpo, especialmente en el empeine del pie, que empezó a dolerme el martes por la mañana y estuvo a punto de darme algún susto.
¿En qué quedó?
-En un dolor permanente hasta el final. Recuerdo que cuando lo noté llamé a mi equipo, les expliqué lo que me pasaba y éstos se pusieron en contacto con mi fisio, que por la información que le fueron dando dedujo que era el astrágalo, que se me había bloqueado. Así que aguanté hasta la siguiente base de vida para que me tratara un fisio y así pude ir tirando.
Uno de sus grandes temores pasaba por ver cómo respondería su cabeza a un reto de este calibre...
-Sí, es verdad, y ha sido también muy duro porque la cabeza, según avanzaba la carrera, te juega malas pasadas, sobre todo por la falta de sueño.
¿Es capaz de recordar cuánto ha dormido en estas tres noches?
-En la primera nada, eso seguro, y en el resto creo que un par de tramos de veinte minutos, no más. La idea era poder cerrar ciclos de media hora más o menos pero luego eso se acorta siempre. Sabes que tienes que dormir y mantener las pautas de descanso, especialmente en la segunda y tercera noches, pero cuando estás en carrera es muy difícil. El estrés te hace variar muchas cosas y el sueño es una de ellas. Cuando trataba de cerrar los ojos para dormir la cabeza no paraba de darle vueltas a todo y ha sido imposible.
¿Cuál ha sido el peor momento?
-He tenido dos momentos de bajón importantes, los dos el martes. El primero llegó al mediodía, después de dos noches sin dormir y comprobar que la ventaja que había sacado en todo ese tiempo al segundo (el italiano Collé) se había difuminado porque él había apostado por no dormir en esas primeras 48 horas, y eso, lógicamente, te altera porque hace que te cuestiones muchas cosas de la carrera. Y el segundo mal momento fue a última hora de la tarde, en el kilómetro 200, cuando traté de dormir algo y me fue imposible por los nervios, la ansiedad...
Sin embargo, la carrera puso finalmente a su máximo rival en su sitio...
-Así es. Estar tanto tiempo sin dormir es algo que te acaba pasando factura y Franco pinchó. Tal es así que luego no ha podido terminar. Creo que se ha retirado cuando le quedaba ya muy poco.
¿Se acostumbra uno a tanta y tan dura soledad?
-No te creas. Me ha resultado muy duro pasarme tanto tiempo en medio de algo tan bonito y estar ocurriéndote un montón de cosas y no poder contárselas a nadie salvo a alguien de tu equipo como mucho porque no tienes tiempo. Había tanto por contar y no podía hacerlo que era muy frustrante.
¿Dónde cree que ha estado la clave de la carrera?
-En no salirme de lo que habíamos preparado porque ha sido una carrera muy rápida desde el principio, muy intensa, y me he dejado llevar por sensaciones, parando muy poco. Y luego supongo que habrá influido que este año he llegado limpio de lesiones.
En su escala de valores como trail, ¿en qué lugar queda el recórd arrebatado a su paisano Carrera?
-Para mí eso no es importante. Haber sido capaz de superar el tiempo que Iker (Carrera) hizo en 2013 en un par de horas no es importante para mí. Él es un runner excepcional y el hecho de haberle superado me lo tomo como una mera anécdota.
¿Y mañana qué?
-Dormir, comer, beber y volver a dormir. ¡Así hasta que me harte (risas)! Tenemos que estar aquí hasta el sábado, que es la ceremonia de entrega, y luego ya nos volveremos para Euskadi.
¿Alguna carrera en perspectiva?
-De momento voy a parar tres semanas porque así me obliga mi nutricionista (risas) y a partir de ahí ya veremos si pruebo con la Vertical de Elgoibar, que es una prueba que me gusta mucho, y ya en invierno cogeré los esquís de travesía, que es algo que me gusta mucho.