nueva york - Rafa Nadal y Roger Federer continúan su camino en el US Open hacia ese duelo que les espera en semifinales, que sería, curiosamente, el primero entre ellos en el Grand Slam neoyorkino. Pero no les ha sido fácil llegar a la cuarta ronda y, de hecho, el balear ha sufrido en el inicio de sus tres partidos anteriores. En el último ante el argentino Leonardo Mayer, estaba un set abajo y 3-3 en el segundo después de casi dos horas de juego pese a que no había cedido ni una vez su saque y había gozado de trece oportunidades de romper el del tenista de Corrientes. Pero no había aprovechado ninguna. Fue en la decimocuarta cuando Nadal logró la rotura y de nuevo el punto de inflexión que necesitaba para salir del apuro.

A partir de ahí, el nivel de Mayer bajó, su saque empezó a mostrar fisuras y Nadal pudo dominar los intercambios a partir de su servicio que solo cedió una vez y fue cuando sacaba para cerrar el partido. Solo fue un aplazamiento de un triunfo que el balear, que llegó a mostrar frustración durante el partido, celebró con rabia y alegría porque durante mucho rato no estuvo claro. “No estoy del todo satisfecho, creo que podría haber jugado mejor de lo que lo he hecho, pero he ido a más”, resumió el de Manacor que admitió también que desaprovechar tantas oportunidades de break le creó “muchos nervios y estrés”.

Ahora jugará ante Alexander Dolgopolov, otro jugador impredecible que ha superado un largo bache de juego. “Tiene un talento importante y ahora está jugando bien. A nadie le gusta tener delante a un rival así”, añadió Nadal, que espera que el partido ante Leonardo Mayer sea “un buen punto de partida porque después de hacer el break mi derecha ha empezado a ir mejor y he empezado a tirar golpes ganadores paralelos”.

Por su parte, Federer sumó su decimotercera victoria en trece duelos ante Feliciano López, que no jugó mal, pero se encontró con un jugador suizo que no hizo concesiones y que parece ajustar su juego a medida que pasan las rondas. En octavos de final le aguarda Philip Kohlschreiber, otro rival ante el que nunca ha perdido.