sierra nevada - Para lograr su sueño, -“amo la Vuelta, su atmósfera, su dureza? es la prueba definitiva para un ciclista que se considere completo. En cualquier caso, todavía es pronto y hay que verlo más adelante”, dice el líder-, Froome anestesia la carrera que desea con la nana del Sky, el sonajero de la nanny que sirve de banda sonora para la ronda española, que habla inglés incluso entre los jadeos de la fatiga y la charanga que siempre acompaña a Contador. El hipnótico balanceo del Sky, ese tempo machacón a través del alto del Purche y Sierra Nevada, desconchó a Contador, que dice correr como “me da la gana”. A todo o nada. “He querido ser valiente, intentarlo a ver qué sucedía detrás. Sky tiene un grupo muy potente y sabía que era un riesgo, pero preferí tomarlo. Al final se me ha hecho largo, pero uno no se puede arrepentir de lo que hace”, confesó en Sierra Nevada, donde perdió 40 segundos. El madrileño, feliz en su papel de artificiero de la carrera, hincó la rodilla en una jornada en la que pretendió un revival. Ocurre que el Sky que sostiene a Froome nada tiene que ver con la formación del pasado año salvo por la serigrafía del maillot. Así que la mano que mece la Vuelta también anuló a Nibali, que trató de enredar al líder en un mal sueño. No pudo asustarle. Froome corre a pierna suelta. Las pesadillas para el británico son las variables que no puede controlar -caídas, averías y asuntos de esa índole-, porque los rivales, cada vez más debilitados, son pasto de la trituradora del Sky y de la sonrisa serena del líder, que ha empaquetado buena parte de la montaña de la Vuelta sin ningún rasguño cuando a la carrera le resta una semana y una crono de 40 kilómetros, su territorio. “Todo el que tenía energía creo que la ha gastado hoy (por ayer). Al final, Zakarin ha atacado y sacado algo de tiempo. Contador se ha descolgado? todos hemos ido al límite”, sugirió el líder antes del día de descanso.

Froome gobierna la Vuelta con guante de seda y puño de hierro. En Sierra Nevada fortaleció su dictadura a lomos de la caballería del Sky. “Ha sido un día fantástico para el equipo. Soy un privilegiado por tenerlos. Chapeau por ellos. Cuando ha habido ataques no hemos entrado en pánico. Están sabiendo controlar la carrera durante estas dos semanas en que hemos llevado el rojo y les estoy enormemente agradecido”, expuso Froome, que conectó el piloto automático y tachó una etapa que Contador intento dinamitar a más 20 kilómetros de meta, en las entrañas del Purche, la segunda montaña de la jornada. Fiel a su personaje, o tal vez atrapado por él, el madrileño reprodujo otra instantánea atacante para el aplauso de la cuneta y el entusiasmo del ciclismo de guerrilla y valentía. A Froome, que sabía que Contador continuaría disparando confeti, no se le alteró el pulso cuando vio partir al madrileño. Parapetado en el blindado del Sky, el líder levantó la ceja y dejó que Contador se convirtiera en un mártir a través de las montañas.

El madrileño, predispuesto a la machinada, vive en el bucle del ataque eterno. Fogonazos convertidos en postales sepias. Su tiempo se agota y amarillea. El Pistolero dispara a todo lo que se mueve. Más ruido que puntería. Miguel Ángel López, que se cosió a su dorsal en la arrancada de Contador, es un francotirador. Dos aciertos de tres disparos. El rayo láser le guía. Tiene vista de Superman. El colombiano se ató a Contador cuando este se lanzó a su enésima aventura desde el espigón del Purche, donde De la Cruz perdió color y fuelle. Fuente Dé y Formigal deletrean el entusiasmo de Contador, pero sus piernas son otras, con más óxido. Las de Miguel Ángel López tienen alas. Sube tan rápido que parece bajar Superman. Con ese impulso formidable se coronó el colombiano en Sierra Nevada. Antes lo hizo en Calar Alto. Dos cumbres con observatorio. Le mira la Vuelta y le escruta Froome, que no le dará tanto carrete a partir de ahora. El vuelo de Superman abrumó a todos, también a Adam Yates, que volaba libre hasta que el supersónico colombiano le carbonizó la esperanza. Para entonces, Froome enrojecía más su liderato gracias a sus extraordinarios mayordomos.

ataque de nibali Unido a la cordada de Nieve, -majestuoso su tajo en favor de su líder, y Poels, el último eslabón de la cadena de montaje del Sky-, el británico resolvió el abordaje de Nibali en Sierra Nevada con un manotazo perezoso. El Tiburón quiso morder a Froome, pero el kevlar del Sky le repelió. A 13 kilómetros de la corona, el siciliano acechó el trono de Froome. Su graciosa majestad indultó la travesura de Nibali, que tomó un sorbo de ventaja. Apenas pudo mojarse los labios antes de boquear. Chasqueó los dedos el líder y Nieve acaloró la subida para agotar a Nibali, que se encogió. El leitzarra, que completó un Tour extraordinario a la órdenes de Froome, maravilló otra vez. Como esos sastres que reconocen de inmediato la talla del que entra por la puerta, Nieve tomó las medidas de un vistazo. Sus piernas hicieron el resto. Cayó la red de Nieve sobre Nibali como los copos de nieve que se desprenden del cielo pidiendo perdón. El Sky enfrió al siciliano, que no volvió a mostrar la aleta dorsal.

Concluida la amenaza de Nibali, un Tiburón en una pecera, el único dorsal que preocupa al líder, el Sky continuó con su monólogo en una carretera ideal para desarrollar vatios. Nieve prolongó el runrún del Sky. Amordazaron a Contador, que bailaba la derrota. Miguel Ángel López le fundió en Sierra Nevada y Froome recogió lo que quedaba de él, los vestigios de su grandeza. El colombiano, expansivo y resuelto, aniquiló después a Adam Yates, que pedaleaba feliz hasta que le dejó tirado en el arcén. A Contador comenzaron a parpadearle las luces de emergencia. Sierra Nevada le estaba empachando y se ahuecó. A poco más de un kilómetro, el madrileño se estampó contra una época que no es la suya. Nadie miró para atrás. Pero incluso en el ocaso, mejor un poco de fiesta y algarabía. El madrileño fue recibido en la cumbre como un héroe. Amortizado Contador y celebrante Superman López, Ilnur Zakarin rebañó unos segundos para instalarse en el podio en su pelea con Kelderman, Chaves y Miguel Ángel López. En otro plano, la pugna entre Nibali y Froome la volvió a resolver en su favor el británico, que aventajó en seis segundos al siciliano, al que arrastró a la frontera psicológica del minuto de retraso. A la espera de la crono de mañana, asoma el día de descanso. “Solo pienso en dormir, dormir todo el día”, diserta Froome tras anestesiar la Vuelta.