El tenis llega descontrolado a Nueva York. El último Grand Slam del año espera desde mañana la confirmación de Rafa Nadal o Roger Federer como dominadores del año o el definitivo ascenso de todos aquellos que ahora pueden soltar los grilletes que el Big Four puso al circuito durante la última década. Pocas veces el US Open ha tenido menos certezas. Rafa Nadal se presenta como nuevo número 1 del mundo, pero después de dos derrotas previas en los Masters 1000 de Montreal y Cincinnati. Roger Federer aspira a desbancar al balear, aunque tampoco está en su mejor momento del año. Qué decir de Andy Murray, el anterior jefe del circuito, que no ha competido desde Wimbledon y cuyo estado de forma en una incógnita. Al escocés quizás no le alcance para llegar a las rondas finales y recuperar su puesto en la cumbre del tenis.

Ausentes por lesión el anterior campeón Stan Wawrinka, el finalista Novak Djokovic, Milos Raonic y Kei Nishikori, el torneo se presenta, por tanto, muy abierto. Sin embargo, ninguno de los nombres que han asomado en las últimas semanas en las rondas finales de los torneos sabe lo que es ganar un grande. Aquí habría que colocar en primer lugar a Alexander Zverev, que tiene como mejor resultado en un Grand Slam la cuarta ronda de este año en Wimbledon. Y es que los partidos a cinco sets son otra cosa y un territorio vetado para los menos fuertes mentalmente.

El sorteo del US Open quiso que Nadal y Federer vayan por la parte alta del cuadro, la más complicada, lo que provoca que los dos mejores de 2017 no puedan enfrentarse en la final del último Grand Slam. El balear debutará ante el serbio Dusan Lajovic y el suizo, ante el estadounidense Frances Tiafoe. Y ambos podrán volver a hacer historia en una temporada mágica. Nadal, que llega a Flushing Meadows como número 1 del mundo, aspira a repetir lo que hizo en 2013: triunfar en París y Nueva York. El de Manacor ha pasado página de los torneos de la gira americana y espero “estar preparado porque este es un torneo que me ha mucha ilusión después de un año en el que he conseguido dar la vuelta a una situación muy complicada”.

Por su parte, Federer, que no gana el US Open desde 2008, tiene a su alcance la mítica cifra de veinte Grand Slams y volver a levantar tres torneos grandes en el mismo año una década después. “Todo el mundo piensa que soy uno de los favoritos, pero no me veo ganando tres Grand Slams en un mismo año. No estoy al 100% físicamente”, dice Federer, que no compitió en Cincinnati, pero que seguramente quiere desviar la atención hacia otros rivales menos expertos.

ocho aspirantes El torneo femenino del US Open se presenta con aún más alicientes ya que ocho jugadoras, entre ellas Garbiñe Muguruza, tienen posibilidades matemáticas de acabar tras estas dos semanas como número 1 del mundo. La vasco-venezolana, que depende de sí misma, dejó sensaciones inmejorables en Cincinnati y muchos la han colocado como principal favorita al título en Nueva York, pese a que es un torneo que nunca se le ha dado bien ya que nunca ha pasado de la tercera ronda. “Voy a intentar no tener muchas expectativas porque cada vez que ocurre, me frena un poco. Solo voy a salir de cero y olvidar lo que pasó en años anteriores, es un nuevo torneo”, afirma Muguruza, que ha tenido una excelente gira de preparación y tiene ante sí otro reto añadido: la posibilidad de anotarse dos Grand Slams en el mismo año, algo que desde 2007 solo han conseguido Serena Williams y Angelique Kerber, que precisamente sale a defender su triunfo del curso pasado en uno de sus peores momentos de juego.

La campeona de Wimbledon abrirá su participación en el US Open contra la estadounidense Varvara Lepchenko, una jugadora peligrosa si la de Caracas no pone toda la carne en el asador. Por su parte, Lara Arruabarrena jugará en una durísima primera ronda ante Jelena Ostapenko, la campeona de Roland Garros y la otra tenista que puede doblar triunfo en un grande este año.