Duración: 69:33 minutos de juego.
Saques: 2 de Irribarria (tantos 8 y 15).
Pelotazos: 665 pelotazos en juego.
Tantos en juego: 10 de Olaizola II, 1 de Untoria y 10 de Irribarria.
Errores: 4 de Olaizola II, 6 de Untoria, 3 de Irribarria y 5 de Merino II.
Marcador: 1-0, 1-1, 2-1,5-2, 6-3, 7-4, 8-4, 8-5, 8-8, 9-8, 9-9, 10-10, 10-11, 11-13, 11-14, 12-15, 12-16, 13-16, 16-16, 16-17, 17-17, 18-18, 19-21 y 19-22.
Incidencias: Partido correspondiente a la semifinal de la feria Villa de Labastida, disputado en el frontón Municipal de Labastida. 370 espectadores. En el telonero, Jaka y Erostarbe ganaron a Víctor-Iturriaga por 13-22.
Labastida- Iker Irribarria y David Merino se clasificaron ayer para la final de la feria Villa de Labastida al ganar en el frontón Municipal de la localidad alavesa a Aimar Olaizola y Álvaro Untoria. El enfrentamiento, duro, complicado, se dirimió por detalles y por un guion trazado y pensado por los azules de antemano. Buscaron el asedio al zaguero najerino, que estuvo acorralado por los de Aspe. Enfrente, Olaizola II, en un estado de forma terrible, fue el artífice de las igualdades, exponiendo un catálogo de juego inmenso: salpicado de remates, defensa y sentido. La cuestión fue que los vaivenes de Untoria acabaron por decantar la cita. El mayor número de errores del guardaespaldas fue lo que determinó el sino del choque.
Ocurre que, en una contienda dirimida en 665 pelotazos, una barbaridad veraniega, Irribarria y Merino II supieron remar a favor de corriente, con un plan determinado, al que no se le pueden achacar aristas. Más aún al reponerse de un inicio en contra. El guardaespaldas de Villar de Torre brilló el martes en La Blanca en una participación agónica, coronándose como el más activo del cuarteto, y ayer repasó las grietas del traqueteo con guante de seda. El manista riojano expuso golpe y conciencia obrera para dotar a Irribarria de opciones. Aun así, el zurdo de Arama sacó colmillo y, sobre todo, pegada. En un escenario en el que la pelota se gasta y Aimar se erige como peligro fundamental, impuso chispa ante el aliento en el cogote del terror goizuetarra.
Y es que, el puntillero navarro, hombre fundamental del verano, está en un momento de forma inmejorable. La velocidad de su gancho de zurda es letal y la lectura del partido, como siempre, exquisita. Casualmente, después de cuajar un gran partido en el Pequeño Bizkaia de Labastida -por el parecido entre ambos frontones-, después de terminar diez tantos y echarse la semifinal a la espalda, después de trabajar y reponerse de los golpes, después de exhibir galones, un remate suyo fallido fue lo que cerró la cita. Un desenlace injusto con la imponente hoja de ruta del navarro, llena de responsabilidades y culpable de las apreturas del luminoso. El remate de Aimar con el 19-21 besó colchón y cercenó las posibilidades de una revolución complicada aunque ilusionante.
La emoción creció en mitad de una cita tremendamente dura, en la que las primeras distancias fueron coloradas. Y duraron hasta la decena. Después: Vietnam. Remaron a favor de corriente Olaizola II y Untoria en el primer suspiro. El descorche fue muy duro. Aimar terminó cuatro tantos para poner el 5-1 que marcó la primera falla en el resultado. Ya llevaban 112 pelotazos. Un envite de campeonato, que se alargó hasta el 7-3 y 8-4.
Entonces, el camino del asedio tomó la brújula. Untoria fue poco a poco pagando el peaje de la contienda. Se le acumuló el trabajo. Y, entretanto, Irribarria se sacó brillo. Las fisuras se encontraban en los cuadros largos colorados. El zurdo de Arama sacó tajada y Merino II, serio, sobrio, preparado para la ensalada de golpes, se vino arriba. La moneda salió cara. ¡Bingo! ¡Eureka! Empataron en el octavo cartón y en el noveno. Un voleón del guipuzcoano en el saque-remate impuso la primera ventaja azul y dejó patente el cambio de timón. Así se lanzaron los de Aspe al triunfo con una propuesta sólida, que pasaba por evitar el tubo de ensayo y disfrutar del golpe. Se marcharon en el marcador de modo impenitente: 11-15.
La magia de olaizola II El problema es que Aimar no quiere perder ni a las canicas. Le sufrieron. El choque, duro, se puso más espinoso aún. El delantero se vistió de faro, tocado por las musas del remate. Sentido y sensibilidad Aimar. Pesadilla Aimar. De sus manos, la eliminatoria se puso a la par en el 16. Tres tantos del goizuetarra, hombre orquesta, pusieron la pimienta necesaria para un final de digestión lenta.
Se registraron empates a 17 y 18. Entonces, dos errores consecutivos del veterano navarro, después de haber dado una clase maestra de juego a parejas y reponerse de los percances del camino hasta el empate, rompieron la cita. Un zurdazo atrás de Irribarria, empeñado en sacar chispas a Untoria, fue el 18-21. Aimar se guardaba dos balas. Una fue exquisita, de manista inteligente: una dejada en el ancho, donde no había nadie. La segunda tenía la pólvora mojada: un remate al colchón. Se le apagó la luz en el último instante al goizuetarra, enorme. El guipuzcoano y Merino II, con las ideas claras, supieron manejar la situación sin que les explotara en la cara, pero con un par de balazos en el ala. La final espera a un dueto como una roca.