Donostia - La esperada final de los 400 metros lisos masculinos, programada para las 22.50 horas de anoche, empezó a disputarse a primera hora de la tarde. En un hotel de Londres, el que aloja a la selección de Botswana, Isaac Makwala, el único atleta capacitado para hacer sombra a Wayde Van Niekerk, recibió la noticia de que no iba a poder ser de la partida. Se lo impidieron los médicos de la federación internacional, la IAAF, frustrando así una de las carreras de los Mundiales. Gastroenteritis.
Malo para Makwala. Y malo también para Van Niekerk. En primer lugar, porque su victoria, más complicada con el de Botswana en pista aunque presumible también, se vio en cierto modo deslucida. Y en segunda instancia, no menos importante, porque la ausencia de su principal rival pudo añadir algunas décimas indeseadas al crono final del sudafricano, que apuntaba a espectacular. Ya se sabe. La exigencia y la competencia siempre obligan a exprimirse un poquito más si cabe. Ahí estaba el bahameño Gardiner, con 43.89 en las semifinales (marca personal). Pero no era lo mismo.
Van Niekerk, el atleta llamado a relevar a Usain Bolt en el estrellato mundial, abandonó ayer el estadio olímpico de Londres con su segundo título mundial bajo el brazo (ya se proclamó campeón en los 400 metros de Pekín 2015). Pero seguro que también lo hizo con la lógicas dudas acerca de qué habría pasado con Makwala como referencia, en la calle siete. A él le correspondió la seis, una de las centrales. Es decir, corrió a este respecto en circunstancias mucho más favorables que las de la final olímpica de Río de Janeiro. En Brasil lo hizo por la ocho. Y aún así batió el record del mundo con unos estratosféricos 43.03.
Aquella marca, unida a las sensaciones ofrecidas por Van Niekerk a lo largo de la presente temporada, hacían soñar con poder ver anoche el primer registro de la historia por debajo de esos 43 segundos. Pero no pudo ser. Seguro que influyó la baja de su principal rival. Y también afectaría la temperatura de la fresca noche londinense, en torno a los 15 grados. Dominó la carrera con sencillez, para ganarla con un registro de 43.98, sin apretar al final.
Quizás no fue la noche esperada, pero el Mundial no ha terminado para el sudafricano. Hoy mismo volverá a comparecer en el tartán británica, en las semifinales de los 200 metros, una prueba en la se pensó a priori que podría medirse a Bolt en un duelo frustrado por la renuncia del jamaicano. Mañana debería correr también la final. Y, sobre el papel, ganarla. Porque esa es otra. El plusmarquista mundial de la temporada en la distancia, un tal Makwala, no pudo correr el lunes la calificación por la maldita gastroenteritis. Usain Bolt ha dejado vía libre a Van Niekerk para inaugurar una nueva era... Y Makwala, en contra de su voluntad, también ha colaborado.