gasteiz - Los Juegos Olímpicos de Barcelona de 1992 supusieron el impulso definitivo para el deporte estatal. Al reclamo de una cita que desbordó la ilusión y que se tomó como el paso definitivo hacia la modernidad, llegaron los patrocinadores privados para poner en marcha del Plan ADO tras los Juegos de Seúl, donde la delegación española solo había sacado cuatro medallas. La condición de anfitrión daba por bueno y por entendible cualquier esfuerzo con tal de estar a la altura de las circunstancias, pero se supo dar continuidad a aquella quincena de éxitos. Barcelona fue la lanzadera hacia la acumulación de éxitos en diferentes disciplinas, hacia lo que se ha llamado una edad de oro que ha sacado a España de las profundidades del medallero olímpico para situarla en una posición más acorde con su potencial real.
Las 22 preseas conseguidas hace 25 años, nunca han sido igualadas, pero marcaron el camino y desde entonces la cosecha se ha estabilizado por encima de las 17, a excepción de Sydney 2000. No hay demasiado secretos en ello porque la cita olímpica de 1992 provocó un aumento de la inversión en las ciencias del deporte, en medios y tecnología para ayudar a la preparación, la recuperación y el cuidado de los deportistas. Se crearon y se fomentaron los centros de alto rendimiento donde los atletas podían encontrar el ambiente necesario para tener una dedicación exclusiva a su deporte sin descuidar la parte académica. Esto ha provocado que las opciones de medalla, aunque sean escasas, existen casi en todos los deportes, incluso en algunos de los considerados minoritarios.
82% de medallas Los números son significativos. El 82% de las medallas logradas por España en los Juegos Olímpicos han llegado desde Barcelona 92. En siete citas la cifra ha sido de 122 cuando hasta entonces solo había logrado 27. Hasta Barcelona 1992 la cifra más alta era las seis preseas de Moscú 1980. Los trece oros de hace 25 años serán probablemente irrepetibles, pero la media de casi seis de los últimos seis Juegos supone un botín reseñable porque se han producido en disciplinas muy variadas y con una incorporación muy importante de las mujeres que pasó de las nueve deportistas que participaron en Moscú 80 a las 144 de Río, que empezó tal día como hoy y donde supusieron casi la mitad de la delegación.
En el caso de los olímpicos vascos, Barcelona 92 también supuso un salto de calidad en la presencia de deportistas de Euskadi en las citas olímpicas. 49 deportistas vascos, prácticamente un 10% del total de la delegación estatal, tomaron parte en aquella ocasión y las medallas oficiales cayeron en dos deportes colectivos. Teresa Motos, Nagore Gabellanes, Silvia Manrique y Maider Tellería se colgaron el oro con el equipo de hockey hierba y Mikel Lasa y David Billabona lo hicieron con el de fútbol.
Porque hubo más medallas en dos deportes que en Barcelona fueron considerados de exhibición: la pelota y el taekwondo. Beloki, Lujanbio, Balerdi, Konpa, Atain, Insausti, Goñi, Larrañaga, Mendiluce y Altadill lograron subir al podio del frontón de Vall d’Hebron. “Nosotros éramos la potencia en pelota y además jugábamos en casa. Ahí se demostró que cuando inviertes en deporte y tratas adecuadamente a los deportistas se recogen beneficios. El nuestro era deporte de exhibición, pero recibimos el mismo trato que el resto de participantes y nos preparamos de la misma manera”, recuerda el puntista gasteiztarra Juan Antonio Compañón. Por su parte, el vizcaino Juan Solís se colgó una plata en el tatami. Aunque recibiera el premio como todos, no cuenta tampoco en el medallero oficial de 1992 ya que su deporte que solo entró de forma oficial en el programa olímpico desde 2000 y que, desde entonces, ha contribuido a engordar el medallero de las delegaciones españoles en los Juegos. El deporte vasco ha supuesto una gran contribución al deporte estatal en los Juegos Olímpicos. Desde 1992, la cifra mínima de deportistas de Euskadi ha sido de 24, según el estudio elaborado por el doctor Xabier Leibar. El año pasado en Río se alcanzó la cifra de 34 atletas en doce deportes distintos, de las que 19 eran mujeres. Aquellas dos medallas de plata en Los Angeles 84 de Luis Mari Lasurtegi en remo y Juanma López Iturriaga en baloncesto, que fueron celebradas como una gran conquista para el deporte vasco en una edición en la que la delegación española consiguió cinco metales, han quedado ya para los libros de historia.
más deportes Porque tras Barcelona el brillo olímpico de los vascos se abrió a más deportes, clásicos o no tanto, al margen de la amplia contribución a las modalidades colectivas como el fútbol y el balonmano. En Atlanta 96 Miguel Indurain y Abraham Olano lograron un oro y una plata en la contrarreloj por las que todo el mundo apostó. Así, Xabier Fernández e Iker Martínez lograron el oro en vela en Atenas 04 y la plata cuatro años después. En este siglo han sido las mujeres las protagonistas en el medallero vasco, también en deportes que nunca han tenido demasiada tradición en Euskadi. La plata de María Quintanal en tiro en Atenas 04, el bronce de Leire Olaberria en el ciclismo en pista el bronce de Maider Unda en lucha en Pekín 12 y el bronce y el oro de Maialen Chourraut en piragüismo de aguas bravas son muestra de este crecimiento pluridisciplinar. La piragüista de Lasarte es la primera medallista de oro vasca y la última de una lista que empezó a engordar en Barcelona 92, donde el deporte dio el impulso definitivo.