Donostia - Como si fuera la 22ª etapa del Tour de Francia, el todopoderoso equipo Sky dominó los 231 kilómetros de recorrido de la Clásica San Sebastián y se impuso en el Boulevard. Esta vez no con Chris Froome, descansando tras su cuarto éxito en París, sino con Michal Kwiatkowski, el ciclista polaco que se pasó medio Tour tirando del pelotón en favor su jefe de filas y que ayer exhibió toda la clase que tiene para llevarse una de las Clásicas más bonitas de los últimos años. Y que estuvo controlada a la perfección por el Sky, un equipazo en el que antes que Kwiatkowski, se dejaron ver el italiano Gianni Moscon o los vascos Mikel Nieve y Mikel Landa, quien a punto estuvo de ganar. Pero otra vez se quedó con las ganas, al igual que le pasó en Francia.

El Sky es un equipo pensado para dominar las carreras en las que participa. Tiene tantos corredores de nivel que se lo puede permitir. Abusa. Minimiza al resto de escuadras. Ayer tenía claro que quería el triunfo en Donostia y sabía que contaba con varias bazas para ello. Primero controló la escapada del día, una fuga que se formó prácticamente al inicio de la prueba y en la que se incrustaron el guipuzcoano Jon Ander Insausti -que peleó por la montaña, aunque no obtuvo premio- y el navarro Imanol Erviti. Fue este último el que más duró en la fuga hasta que fue absorbido por el pelotón a 53 kilómetros de meta, acabando ya la segunda subida a Jaizkibel. Un pelotón que estaba, cómo no, encabezado por el Sky.

Entre ese segundo paso por Jaizkibel y la segunda subida a Arkale, se produjeron los primeros escarceos importantes en un pelotón para entonces ya reducido a poco más de 50 unidades. Se formó un grupo con nombres como Brambilla y De la Cruz, que asumieron responsabilidades en la fuga, o el colombiano Sergio Luis Henao, otro que ha brillado en Francia. Pero el más fuerte de todos no era un hombre Tour, sino el prometedor italiano de 23 años Gianni Moscon, que este año acredita un quinto puesto en la París-Roubaix y el título contrarreloj de su país. Al ver que delante no había mucho entendimiento, se escapó a 25 kilómetros de meta y puso en apuros al pelotón, llegando a aventajarlo en más de 40 segundos. Sin embargo, por detrás se pusieron a tirar BMC, Orica y Bahrain Merida, acabando con la aventura de Moscon en las primeras rampas de Murgil Bidea, ya inmersos en los diez kilómetros finales de la Clásica.

atacan nieve y landa El pelotón llegaba lanzado por el Orica. Parecía que la de Simon Yates, el mejor joven del Tour, iba a ser la rueda a seguir, pero el que atacó fue Mikel Nieve. La primera bala del Sky, pero no la última. El leitzarra estiró el grupo y su arrancada preparó el terreno para el durísimo ataque de Mikel Landa. El vitoriano tenía ganas de desquitarse de ese cuarto puesto en el podio del Tour y exhibió sus piernas cuando más exigentes son las subidas para romper definitivamente el grupo. Solo pudo seguirle el francés Tony Gallopin, un mal compañero de fuga para el alavés. Por detrás llegó Bauke Mollema y los tres coronaron juntos, pero con apenas cinco segundos sobre Michal Kwiatkowski y Tom Dumoulin, el ganador del Giro que reaparecía en Donostia. Por detrás quedaron el citado Yates, Greg Van Avermaet, Warren Barguil, Rigoberto Urán... mucho nivel.

En la bajada de Igeldo los cinco se juntaron y formaron una cabeza de carrera de lujo. Landa no había conseguido su objetivo de coronar en solitario, pero la situación seguía siendo envidiable para el Sky, porque tenía al favorito en una llegada al sprint, Kwiatkowski. Esto permitió el vitoriano jugar sus bazas en el llano entre Igeldo y la meta, probando un ataque al que tuvieron que responder obligatoriamente Gallopin y Mollema. Situación que exigió un esfuerzo extra a los dos y que permitió descansar a Kwiatkowski, quien además fue lanzado por Landa en la recta del Boulevard para imponerse con solvencia. Unos metros después, lo primero que hizo fue abrazar a su compañero de equipo y darle las gracias.

Landa no ganó pero hizo su trabajo por Kwiatkowski, otro que trabajó de lo lindo en el Tour. Lo cierto es que resultaba chocante ver a un corredor con tanta calidad en las pruebas de un día desgastarse de esa manera etapa tras etapa a favor de un líder. Pero ayer, en cuanto tuvo la oportunidad, ganó. Como ya había hecho en el Mundial de 2014, en la Amstel Gold Race de 2015 o en la Strade Bianche y la Milan-San Remo vencedor de este mismo año. Un nuevo vencedor de lujo de una Clásica emocionante, de gran nivel y que también estuvo protagonizada por los ciclistas vascos. El Sky dominó y una de sus muchas figuras, Kwiatkowski, remató.