donostia - No ha sido un ciclista de muchas lesiones.

-Bueno... Mis cosas he tenido. Pero siempre digo que se pedalea con las piernas y que, afortunadamente, ahí no he tenido casi problemas, quitando alguna tendinitis. Sí me he roto la clavícula, el codo, la mano y el radio... Pero siempre digo que mi lesión más grave fue la arritmia que sufrí en 2012. De los huesos fracturados sabes siempre que te vas a recuperar. Pero de esto... No sabía si iba a poder volver a montar en bicicleta.

¿Cómo fue todo?

-Creo que era marzo. Estaba entrenando en Gran Canaria y tuve que volver a casa a hacerme las pruebas. Me detectaron una arritmia y tuve que estar un mes parado, en tratamiento. Tras aquel tiempo, me colocaron un aparato, en lo que supuso una especie de examen para mí. Controlaron mis latidos durante 48 horas y, si no se reproducían los problemas, podía decirse que estaba curado. Lo pasé mal. Entré en una sala para conocer los resultados sintiendo que había un 50% de posibilidades de salir de allí siendo ya un exciclista. Lo pasé mal, pero solo un par de meses después fui sexto en el Tour, y estoy convencido de que aquel parón forzoso tuvo su influencia. Me sirvió para llegar bien a la última semana. Y gracias a aquel resultado adquirí la confianza de saber que el problema ya estaba superado.

¿Recuerda igual de bien la caída que le dejó sin el Tour de Francia en el año 2010 y sin, por lo tanto, 17 participaciones consecutivas?

-Claro que me acuerdo. Fue en el tramo final de una etapa de la Dauphiné. Se produjo una montonera muy grande en la zona delantera del pelotón y no pude evitarla. Me rompí la mano y pasé por el quirófano enseguida, nada más llegar a casa. Al día siguiente ya estaba haciendo rodillo. Y a la semana y media intenté salir a la carretera. Ahí fue cuando vi que no iba a poder estar en aquel Tour, que encima tenía una etapa de adoquines al principio. - M. R.