Vitoria - Cualquier proyecto que pretenda crecer necesita afianzar antes sus pilares. Lo mismo da que sea una propuesta empresarial, educativa, cultural o deportiva. Sin ese piso firme y asentado es altamente improbable que el árbol pueda desarrollarse. El fútbol, por descontado, no escapa a esta realidad. Tampoco el Alavés, que desde que logró colarse en ese lujoso club de equipos que conforman la elite del fútbol internacional no ha dejado de pensar en la manera de afianzar su posición para poder crecer en el tiempo. Con los recursos propios de un recién llegado a Primera División, el Glorioso cimentó el pasado verano su puesta en escena entre los mejores desde cero. Firmó 18 jugadores nuevos, incluido un cuerpo técnico extranjero, y ejecutó gran parte de las llegadas a partir de la fórmula de la cesión de jóvenes jugadores a los que se les presuponía un futuro brillante. Un melón por abrir en toda regla que sorprendentemente al final de la temporada terminó superando cualquier expectativa. La apuesta resultó un éxito incontestable -el equipo concluyó el campeonato en una meritoria novena posición con 55 puntos y alcanzó por primera vez en su historia la final de la Copa del Rey, que perdió ante el Barça- pero evidenció que el riesgo de volver a repetir tan increíble campaña era muy grande. De ahí el cambio de tercio entre los rectores de la entidad, especialmente su director deportivo, Sergio Fernández, que asumió entonces el compromiso de marcar el paso de la política de fichajes a partir del siguiente curso.
Y así ha sido. Con apenas un año de diferencia, la filosofía ha virado 180 grados en busca de la patrimonialización del club, es decir, afianzar en torno a una idea a un grupo de jugadores de proyección en lugar de apostar por el riesgo y la inestabilidad que ofrecen otras fórmulas más encaminadas a los resultados a corto plazo. En esta línea de trabajo, las cesiones han dado paso a las incorporaciones en el primer equipo que gobierna Luis Zubeldía, también nuevo en este proyecto 17/18. Hasta el momento son nueve los jugadores que se han comprometido para la causa albiazul con perfiles muy concretos y, desde luego, distintos a los que llegaron el pasado verano. Entonces, el club realizó hasta diez cesiones -ocho en verano y dos en invierno- que chocan con las dos que hasta la fecha ha llevado a cabo el director deportivo: las de Alfonso Pedraza, que recala en Vitoria cedido por parte del Villarreal, y el lateral Héctor Hernández, de la Real Sociedad. El resto de jugadores firmados forman parte ya del patrimonio del club, si bien convendría discernir entre los que lo son al 100% durante el tiempo estipulado y los que mantienen alguna cláusula de salida en sus contratos si despiertan el interés de sus clubes de origen.
un club vendedor Este sería el caso sin ir más lejos de Enzo Zidane y Burgui, ambos con pasado en el Real Madrid, y el portero Antonio Sivera (Valencia), por quienes el Alavés ha llevado a cabo un desembolso de entre 2 y 3 millones de euros cada uno. Pues bien, al final de cada una de las temporadas firmadas sus clubes de origen tienen una opción de compra del jugador de turno que cada temporada se irá incrementando. Así, por ejemplo, en el caso de Sivera, el precio final en el último de sus cuatro años de contrato rondaría los cuatro millones de euros.
El resto de jugadores, como se decía, son a todos los efectos patrimonio del Alavés: Rubén Duarte (procedente del Espanyol), Rubén Sobrino (Manchester City), Maripán (Universidad Católica de Chile) y Wakaso Mubarak (Panathinaikos), el, de momento, último en llegar a la espera de que la dirección deportiva termine por afinar una plantilla a la que le restan, como mínimo, otros tres o cuatro refuerzos de cara a la próxima temporada. Si no más. Cabe recordar en este sentido que al margen de que la apuesta pase por patrimonializar el proyecto, las oportunidades de venta de activos propios es un hecho que el club siempre tendrá muy presente, en la línea de la historia reciente de Baskonia. Los casos de Edgar Méndez o Feddal, sin ir más lejos, son representativos. El Alavés ha obtenido cerca de cinco millones por el canario, que se ha marchado al Cruz Azul mexicano, y otros 2,5 kilos por el marroquí, firmado la semana pasada por el Betis. Un beneficio notable por jugadores destacados pero nunca imprescindibles. Un aviso a navegantes para demostrar la prevalencia del grupo sobre el individuo. También ahí el cambio de paradigma está siendo claro en el Alavés.