PAU - Contador es un lamento, apósitos, abrasiones, sangre en el manillar y una carrocería abollada en Pau. El dolor corporal le llega hasta la mente. El madrileño se sienta sobre un diván. “Psicológicamente, este Tour me está poniendo al límite”, reflexiona el madrileño que se cae a pares. De dos en dos. Como si la carrera quiera descabalgarle. Cocea la Grande Boucle a Contador. “No creo en la mala suerte, pero ya van demasiadas caídas”, dice el madrileño al que le arrastra el asfalto. En la travesía del Jura, donde se estrelló Porte, Contador se fue al suelo en el Col de la Biche cuando bajaba. Más tarde cayó tras engancharse con Quintana en el Mont du Chat mientras subía. A Contador le está costando mantenerse de pie sobre un Tour salvaje, con malas pulgas.

En el tránsito sosegado hacia Pau, el madrileño también besó el asfalto en dos ocasiones. La brea y Contador son inseparables en esta edición del Tour, que se asemeja demasiado al de la pasada edición, donde el goteo de caídas le llevaron a casa. La primera caída le sorprendió en el avituallamiento. Allí también acabaron por los suelos Fuglsang y Cataldo. El italiano, uno de los alfiles de Aru, se tuvo que retirar por una lesión en la muñeca izquierda. El danés pudo reincorporarse. No fue esa la única caída de Contador. A una brazada de Pau, el madrileño se raspó. Otra vez íntimo de las caídas. Jarlinson Pantano y la protección brindada por la hilera de coches rescataron al madrileño. Le custodiaron hasta el pelotón con la etapa lanzada. Contador no perdió tiempo en meta. No le penalizó el reloj, pero el Tour le muerde con saña. Ha hecho presa en él y no le suelta. Le come la moral.

“Ha sido un día complicado, de estos que no sabes como van a salir las cosas y nos hemos ido al suelo”. Los días en Contador, que soñaba con la altura del podio del París, acaban en el suelo, un recordatorio de un Tour a “contrapié”, que liquidó sus opciones en el aserradero del Juro, una carnicería. En Mont du Chat. el madrileño se quedó clavado, pedaleando en el aire, en la nada. Contador se desinfló, corto de fuerzas y de oxígeno en una carrera que no hace prisioneros. En el Tour no hay lugar para la Convención de Ginebra ni los tratados de paz. El Jura sacó a empujones a Contador. Lo derribó. Noqueado.

Ocurre que el madrileño es obstinado, peleón, valiente e irreductible. “Quien piense que me voy a dar por vencido no me conoce. En vez de pensar en otros objetivos hay que ser más fuertes y tener más determinación”, argumenta Contador en la antesala de los Pirineos, el jardín botánico de Chris Froome. El Tour del madrileño es una selva repleta de plantas carnívoras. Un calvario, una carrera que le tira por los suelos. Contador es piel de asfalto. Carne de cañón. “Tengo un golpe fuerte, uno en la cadera bastante fuerte”, describe el madrileño, que se cayó cuando su compañero Michael Gogl tuvo un problema con la cadena y encadenó a Contador. De nuevo al sótano. Su idea primigenia de correr al asalto en los Pirineos, cuyas dos etapas se abren paso hoy y mañana, ha caducado por culpa de las caídas. “Esto no ayuda, habrá que esperar a Alpes, pero la moral la tengo siempre alta, sobre todo por toda la gente que me demuestra su cariño”, discurre Contador.

controlar la carrera La vida de Froome por el Tour discurre con calma parapetado por el blindaje del Sky. En Pau, el británico vistió el maillot de líder por 51ª ocasión, un día más que Jacques Anquetil en sus cinco victoriosos Tours. Si el británico alcanza París pintado de amarillo también habrá superado las jornadas en las que Indurain fue líder de la carrera francesa en su lustro mágico. Chris Froome gobierna el Tour. Desde su atalaya observa a Fabio Aru a 18 segundos, a Romain Bardet a 54 segundos y a Rigoberto Urán a 55 segundos. El líder piensa que en las dos jornadas pirenaicas servirán para filtrar la clasificación y peritar las opciones de unos y de otros. “Tenemos dos finales en alto pendientes y mañana (por hoy) es uno de ellos. Definitivamente creo que va a ayudar a perfilar la general aún más”, expone Froome, que controla la carrera sin los márgenes de antaño. El Tour está más prieto y Froome no quiere que asomen viejos enemigos en su radar. “En nuestro equipo vamos a tratar de que nadie alejado en la clasificación vuelva a estar cerca”. Además de controlar a Aru, Bardet y Urán, sus más próximos rivales, mantener alejado a Quintana es una de las prioridades para el británico, que de momento ha descontado a Porte, a Contador y al colombiano, dispuesto a volver al cuadrilátero “Si tengo fuerzas atacaré”, apostó el colombiano, convencido de que “se va a ratificar quienes están adelante. Puede que alguno falle y que yo pueda estar bien”.

Froome no desea más compañía en la mesa de juego del Tour y el plan del Sky es nítido al respecto: dominar las jornadas de los Pirineos de punta a punta en un terreno ideal para que los equipos afilen el cuaderno táctico y busquen rendijas en el acorazado británico. “Trataremos de controlar la carrera para nuestros intereses desde el principio y si podemos eliminar rivales, mejor”, anunció Chris Froome frente a una etapa que eleva el mentón en los últimos 41 kilómetros, en el que se apilas su mayor dificultad. “No tengo por qué ser yo el que tenga que atacar, pero eso lo vamos a ver en carrera, sobre la marcha”, subrayó el británico que reina en el Tour que le duele a Contador.