vitoriaSi la undécima edición del Triathlon de Vitoria estuvo a la altura de lo que se presuponía, el público no fue menos y una vez más volvió a ser de lo más destacado de la prueba. El mejor ejemplo de esta singular cualidad que posee esta competición vitoriana era el propio rostro de los participantes, que se quedaban anonadados al recibir un apoyo inexistente en otros triatlones.

El calor, si bien no fue tan intenso como el año pasado, volvió a perder la batalla frente a los vitorianos, que salieron a la calle en grandes cantidades -cada vez más conforme avanzaba el día- para animar a los triatletas. Eso sí, correctamente hidratados gracias a los locales hosteleros de la Virgen Blanca y alrededores, que el apabullante sol bien que obligaba a ello. La Plaza España, lugar donde estuvo situada la meta, volvió a disponer de un graderío que ya comenzaba a recibir gente cuando entraban en meta los vencedores del half. Pero en Vitoria se anima por igual a cualquiera de los participantes, algo que muchos de ellos agradecían al finalizar el titánico recorrido. Los voluntarios, una vez más indispensables en su labor, tuvieron un miembro de excepción en Gorka Urtaran. El propio alcalde de Vitoria ejerció de colaborador durante el half, llevando la bici que señalaba la posición de la primera corredora.

Pero fue con la llegada de los corredores de larga distancia cuando el ambiente del Triathlon se desató con toda su fuerza. Con el calor ya menguando, las calles céntricas de la capital rebosaron de público. Vitorianos y acompañantes de los triatletas dieron, un año más, una muestra ejemplar de comportamiento, ánimos y pasión por un deporte que no goza de mucha atención mediática durante el resto del año.

de cañas en mallas Al margen de la carrera en sí, el Triathlon de Vitoria también trae a la capital alavesa un atípico y completo fin de semana de turismo y gastronomía. Desde el viernes era frecuente pasear por las calles céntricas de la ciudad y ver a diversos triatletas potear por los bares con camisetas de las competiciones que han finalizado, o incluso en mallas, quizá porque aprovecharan para un entrenamiento rápido en bicicleta o corriendo antes de irse a disfrutar de la variada hostelería gasteiztarra. “Estos no se quitan las medias compresoras ni para ir de cañas”, comentaba en tono bromista uno de los ciudadanos sobre un grupo de triatletas que descansaban en un bar. El sábado ya era otra historia. Los participantes descansaban ya bien temprano en sus habitaciones y era el turno de sus amigos y acompañantes, que no quisieron pasar la oportunidad de conocer la vida nocturna de Vitoria-Gasteiz.