a mediados del siglo XIX, en Inglaterra, el fútbol comenzaba a desarrollarse y a parecerse al deporte de masas que conocemos hoy en día: se formaron los primeros clubes que, a su vez, tuvieron que acordar unas normas comunes para poder enfrentarse entre sí. El rugby y el fútbol se separaron definitivamente y el interés por una y otra modalidad se extendió como la pólvora en un país en pleno desarrollo industrial y social. Los ingleses se proclamaron los inventores del fútbol. Pero tuvieron que venir sus vecinos, los escoceses, a enseñarles cómo jugarlo.
Glasgow era por aquel entonces uno de los motores del Imperio Británico, con inmensos astilleros, humeantes fábricas y un puerto desde el que salían mercancías a todos los rincones del mundo. Al igual que en las ciudades industriales del norte de Inglaterra, el fútbol se convirtió en el pasatiempo favorito de los trabajadores. En julio de 1867, hace ahora 150 años, se creó el Queen’s Park FC, el primer club de fútbol Escocia, un club que estaba destinado a cambiar el rumbo de aquel deporte aún en construcción.
En aquel tiempo, cuando los primeros equipos ingleses empezaron a jugar torneos entre ellos, la estrategia era simple: todos los jugadores corrían detrás del balón y cuando conseguían recuperar la posesión, pasaban la pelota al más hábil del equipo. Éste hacía la guerra por su cuenta, regateando a cuantos rivales se encontraba. Sin embargo, en el Queen’s Park prefirieron tomar el camino de la creatividad. Hacia 1870 se les ocurrió que podían mover la pelota mediante pases, un concepto revolucionario para la época. Había nacido el combination game, o juego de combinación.
El Queen’s Park pronto se convirtió en el mejor club de Gran Bretaña y, por lo tanto, del mundo. Los corpulentos y poderosos jugadores ingleses no podían parar a los habilidosos escoceses, que con sus pases movían el balón de un lado a otro. En la primera competición oficial de la historia, la FA Cup de 1872, el Queen’s Park demostró ser capaz de superar a cualquiera, salvo a la mala suerte. En semifinales se tuvo que desplazar hasta Londres, un largo y costoso viaje en el siglo XIX, para enfrentarse al otro gran equipo de aquella década, el Wanderers. A pesar del 0-0 final, el Queen’s Park dio una excelente imagen. El desempate también se debía disputar en Londres, pero los escoceses no tenían recursos para quedarse más días allí, por lo que tuvieron que renunciar y el Wanderers pasó a la final, donde se proclamó campeón.
Escocia y el Queen’s Park eran la vanguardia del fútbol y los ingleses no tardaron en imitar sus tácticas. Al igual que lo hizo la FA Cup, el primer partido entre selecciones de la historia, otro 0-0 entre Inglaterra y Escocia, también en 1872, abrió los ojos a los ingleses. Inglaterra jugó con un 1-1-8, mientras que Escocia optó por un 2-2-6. Todos los integrantes de la selección escocesa eran jugadores del Queen’s Park.
Pronto los equipos ingleses se llenaron de jugadores escoceses, el juego se volvió más vistoso y emocionante y el público empezó a pagar por ver aquel espectáculo. El Queen’s Park aguantó el tirón y llegó a jugar dos finales de la FA Cup, en 1884 y 1885, aunque nunca ganó el título. En Escocia fue el gran dominador del siglo XIX. Venció en la edición inaugural de la copa de Escocia, en 1874, y antes de acabar el siglo había levantado aquel trofeo otras nueve veces.
Sin embargo, los tiempos de mayor éxito del Queen’s Park estaban llegando a su fin. El profesionalismo se abría paso en las Islas Británicas a pesar de las críticas de los más puristas. Los clubes más poderosos de Inglaterra contrataban a los mejores jugadores, muchos de ellos escoceses, a cambio de atractivos salarios. El Queen’s Park, que desde sus orígenes había sido amateur, nunca dio el paso al profesionalismo y esa decisión afectó, y sigue afectando, a su trayectoria deportiva.
PARTICULAR FILOSOFÍA Se trata, por lo tanto, de un club que ha preferido mantenerse fiel a una idea romántica del fútbol antes que perder sus señas de identidad a cambio de seguir ganando. Los grandes triunfos del Queen’s Park se quedaron en el siglo XIX pero los aficionados del siglo XXI están orgullosos de apoyar a un club singular. De hecho, se trata del único equipo amateur que participa en las ligas profesionales de Escocia. Actualmente juega en la League One, que a pesar del nombre es la tercera categoría. Su última temporada en la división más alta fue la 1957/58.
Al igual que el Athletic presume de su costumbre de jugar sin extranjeros, la afición del Queen’s Park está orgullosa de su particular filosofía. Ahora los títulos escoceses se reparten entre gigantes como el Celtic o el Rangers pero la reducida hinchada spider (un sobrenombre que hace referencia a los colores blanquinegros de la camiseta) acude fielmente a apoyar a su equipo, sabiendo que los jugadores que les representan no están ahí por dinero.
Para sobrevivir en un mundo tan profesionalizado con un equipo amateur, los dirigentes del Queen’s Park tienen que agudizar el ingenio para formar plantillas competitivas. “Tenemos unas instalaciones excelentes, probablemente entre las seis mejores de Escocia”, afirma Gus McPherson, uno de los responsables del club. Reconoce que, al no poder ofrecerles un salario, es difícil fichar o retener jugadores, pero el club tiene otros atractivos. Uno de ellos, jugar como local en Hampden Park, el estadio nacional de Escocia, uno de los más míticos de las Islas Británicas. El Queen’s Park es uno de los dueños desde que se inauguró en 1903. Con sus 51.000 asientos, jugar en Hampden Park es una experiencia impresionante para cualquier jugador de tercera división, si bien en los partidos de los spiders les basta con una grada para alojar a todo el público.
“Nuestra afición es pequeña pero muy fiel”, destaca McPherson. Mediante precios reducidos, intentan atraer a más gente a Hampden Park, especialmente a niños y niñas, que pueden acceder a cualquier partido por un par de libras esterlinas, menos de tres euros. Aún así, es complicado atraer a la juventud, “ven el fútbol de primer nivel por la tele y, claro, luego quieren ver la misma calidad en un partido del Queen’s Park!”.
Si el Queen’s Park dejara de ser amateur, Gus McPherson cree que se perdería “algo especial”. “Reconozco que es una forma de ser anticuada, pero nos hace especiales y nos respetan en todo el mundo”. Aunque los tiempos en los que el Queen’s Park era el mejor equipo del mundo parecen remotos, en realidad, ningún otro equipo ha sabido conservar mejor la esencia de aquella época en la que el fútbol era un deporte de caballeros.