VITTEL - Cada sprint es un Vietnam. El Tour es una jungla que eleva la fiebre amarilla y el olor a napalm se cuela en lugares balsámicos e idílicos como Vittel, una ciudad famosa por sus aguas. El balneario se convirtió ayer en un paisaje bélico atravesado por el hedor de la guerra y sus secuelas de miseria y drama. En la metralla del sprint, donde se disparan balas y no existen fogueos, se incendió el Tour, que se desangró. En tierra quemada, los velocistas son proyectiles de sí mismos, con su cargamento de pólvora, forrados por las armaduras de los músculos pétreos. Culturistas de la velocidad. Nitroglicerina a pedales. En el sprint estalló la vergüenza. En ese espacio, un callejón vallado, donde se vieron las caras los velocistas en petit comité -se produjo una caída con anterioridad-, Peter Sagan enloqueció de la peor manera posible. Conductor suicida. Kamikaze. El eslovaco, que es un ciclista magnífico y expuso su majestuoso catálogo la víspera en Longwy, ofreció su peor perfil con un gesto feísimo que perseguirá siempre al niño bonito del ciclismo. Su codazo a Cavendish, con el sprint metido en el cañón de un rifle, quedará grabado en la retina de la infamia. Aunque en principio el Tour expedientó con 30 segundos de sanción a Sagan, finalmente decidió expulsar al eslovaco de carrera. Tarjeta roja para Sagan y hospital para el herido Cavendish, que deberá de someterse a pruebas médicas para saber si puede continuar en carrera.

Sagan tiñó su fabuloso arcoíris del negro que visten los enterradores cuando sacó el codo derecho y derribó a Mark Cavendish, que trataba de adentrarse por el pasillo que protegían las vallas a falta de 100 metros. La impetuosa maniobra de Sagan, que iba sin retrovisor, -“no sabía que Mark estaba detrás de mí, estaba pendiente de la rueda Démare”, dijo cuando vio las consecuencias de su cruce de cables-, tumbó a Cavendish de inmediato. El codo abierto de Sagan, con las manos en el manillar, fue un directo que mandó a la lona al británico, que no es precisamente el más diplomático de los velocistas. El esprinter de la Isla de Man trataba de colarse por el ojo de una aguja, un espacio imposible, y chocó contra un muro, el forraje muscular de Sagan. Probablemente no había hueco para que el británico pudiera remontar, pero la acción de Peter Sagan no tiene justificación. Quedó retratado. Se ganó la expulsión punto por punto, aunque hubo variadas interpretaciones del incidente. ¿Derribó el codo al británico o este cayó antes porque Sagan le cerró la puerta defendiéndose?

Lo cierto es que sin espacio, Cavendish fue noqueado con violencia a más de 60 kilómetros hora. En la caída, el británico se volteó con violencia y quedó tendido en el suelo, ensangrentado, un amasijo de dolor, con la clavícula derecha en suspenso. Swift y Degenkolb, que también corrían el encierro, no pudieron esquivarle y le pasaron por encima en una escena dramática, propia de una estampida, que es lo que viene a ser un sprint a diario. Cavendish permanecía en el suelo y Swift y Degenkolb también probaron el asfalto. Por delante, Démare festejaba el triunfo, el primero de un velocista francés desde que Jimmy Casper venciera en 2006. Su grito atronador estalló en los tímpanos de Bouhanni, su archienemigo, que protestó el bandazo de Démare. La mayoría de los sprints se disputan al límite. Territorio comanche.

sagan se disculpa Mientras Démare recibía abrazos y felicitaciones, Cavendish era atendido sobre el asfalto por los sanitarios del Tour. Finalmente se puso sobre la bicicleta y entró en meta con el brazo derecho colgando, sangre goteándole de la mano y el maillot desgarrado por la espalda. Consciente de la gravedad de su arrebato, de una acción impropia de un campeón, Peter Sagan acudió al autobús del Dimension Data para disculparse en persona a Cavendish, que emplazó al eslovaco. “Tengo buena relación con Peter y me gustaría hablar con él. No soy muy fan de que me pongan el codo así ”, aseveró Cavendish, que fue traslado al hospital para examinar su estado físico. En ese tiempo, los jueces revisaron al detalle las imágenes del sprint y tras unos minutos de deliberación decidieron sancionar con 30 segundos de penalización a Sagan y enviarlo al puesto 115ª de la etapa. Además, le fueron retirados 80 puntos de la clasificación de la regularidad. La trama, sin embargo, no concluyó con esa decisión. Los responsables de Dimension Data presionaron al máximo y obtuvieron la cabeza de Sagan. Rolf Aldag no dudó en pedir su descalificación a través de Twitter. “La UCI debe decidir. Eso no ha sido un accidente. Es violencia. Es duro para el Tour descalificar a un campeón del mundo, pero tiene que hacerse”, escribió. Ante la fuerte presión, el jurado de comisarios actuó. Su presidente, el belga Philippe Marien, compareció ante la prensa rodeado de una impresionante nube de cámaras para anunciar la descalificación del eslovaco. “El jurado ha decidido descalificar a Peter Sagan del Tour de Francia. Ha puesto en peligro a varios corredores en el sprint de Vittel. Hemos aplicado un artículo del reglamento de la UCI según el cual los comisarios pueden decidir la descalificación de un corredor”, aseguró Marien, que no aceptó preguntas. El Tour se queda sin su estrella más rutilante, pero envió un mensaje de contundencia.

Lejos de la polémica, los favoritos se desentendieron de la locura que propuso el final. Nada quisieron saber de la adrenalina, de los codos, de la velocidad y la claustrofobia del sprint, territorio para tipos intrépidos y que desprecian el riesgo en una batalla cruenta que se mide en pulgadas. En la antesala del primer test serio del Tour, -la llegada a La Planche des Belles Filles-, un puerto de primera categoría, nadie quiso asuntos peligrosos, aunque a 700 metros de meta se produjo una caída que tocó a Thomas, que no se abolló. En esa maniobra también estuvo involucrado Sagan. Froome, Contador, Porte, Quintana y Aru esquivaron el suelo y se citaron para el primer saliente del Tour, en el que no se seguirá Peter Sagan, desterrado de la Grounde Boucle por soltar el codo y perder la cabeza.