Pedro Delgado (Segovia, 15-4-1960) ha visto de todo en el Tour de Francia. Primero, como corredor desde que debutó en 1983 y llegó a ser segundo en la general. Ganó uno, el del 1988 con los colores del Reynolds, pero pudo haber ganado alguno más de no haber mediado desgracias e incidentes varios. En 1987 acabó segundo tras librar una gran batalla con el irlandés Stephen Roche, que sigue estando entre los grandes momentos de la historia de la ronda gala y en 1989 un inicio complicado en la crono de Luxemburgo le privó de disputar hasta el final esa edición que ganó Greg Lemond por ocho segundos sobre Laurent Fignon. En sus últimas apariciones en el Tour, Delgado ejerció de gregario de lujo de Miguel Indurain. A su retirada, y desde hace 20 años, comenzó a ejercer de comentarista para Televisión Española, la Ser y, ahora, Onda Cero, con lo que carrera francesa apenas tiene secretos para él. Desde la distancia, echa en falta el ciclismo intuitivo de su época y cree que el recorrido de esta edición puede ayudar a que la ronda gala genere interés y espectáculo desde las primeras etapas.

¿Cómo ve este Tour? Parece más abierto que otros años.

-Lo veo con interés y con expectación, como siempre. Parece un Tour diferente a otros años porque Chris Froome llega sin ninguna victoria, algo que no es habitual y que puede hacer que sus rivales crean que le puedan batir. Aunque yo pienso que sigue siendo el gran favorito para la victoria.

Desde luego, la Dauphiné Libéré y otras carreras no han dado muchas pistas. ¿Se han tapado mucho los candidatos?

-Bueno, creo que Froome llegará en perfectas condiciones. Una cosa es lo que pase antes y otra cuando llegue el momento de la verdad, el día a día, donde pueden influir distintos factores. Ahí se verá si realmente ha bajado su rendimiento o quiénes le pueden hacer frente.

Este año el Tour parece haber querido dar interés a la carrera desde el inicio con una contrarreloj y algunas llegadas en alto que pueden mover la carrera.

-Sí, da interés de cara al día a día, aunque no creo que para la clasificación general. El del año pasado fue muy monótono, vimos un Tour muy controlado y después en la Vuelta hubo mucho más movimiento y pasaron cosas casi todos los días. El año pasado fue un Tour clásico y el de este año será, no diré más moderno, pero más lógico para el espectáculo, sin una primera semana soporífera que controlen los esprinters. Entre la contrarreloj del primer día y la llegada a La Planche des Bells Filles de la quinta etapa la carrera va a coger ya un ritmo interesante y hará que los hombres importantes tomen protagonismo desde muy pronto.

En el Tour están las jerarquías muy marcadas, falta ese componente imprevisible que tienen el Giro y la Vuelta.

-Pero siempre ha sido así en el Tour de Francia. Hace un par de años ya buscaron finales en repecho o en montaña para buscar el interés del día a día, sin esperar a la contrarreloj o a las grandes etapas de montaña. La tónica es que el Tour sea una carrera más cerrada, pero creo que hace falta que se provoquen o se produzcan situaciones que muevan la carrera y que la hagan interesante y atractiva para el espectador, que al final es el que debe disfrutar.

¿Y quiénes pueden ser los corredores que provoquen esas situaciones? Todos tienden a pensar en Nairo Quintana y Alberto Contador.

-De cara a la general, la gran baza del ciclismo español sigue siendo Alberto Contador. Aunque últimamente siempre parece que llega bien preparado, pero no termina de romper por la desgracia o debido a otras razones. También es verdad que su idea del ciclismo es el todo o nada y eso gusta a los aficionados y crea inquietud y temor en los rivales porque nunca se sabe cómo le va a salir. Igual no gana, pero lo hace pasar mal a los demás. Este Tour no es malo para Contador. Pero sabe como Quintana que tiene que estar con Froome o por encima de él en la montaña porque en la contrarreloj van a perder tiempo.

¿Qué se puede esperar de Quintana después de haber corrido el Giro? Su triunfo en 1988 llegó después de correr en Italia.

-Yo creo que Nairo va a llegar perfectamente recuperado del esfuerzo. Lo que le puede quedar es el poso mental de no haber podido ganar un Giro que, en teoría, le iba bien. El año pasado en el Tour también le faltó un puntito. Pienso que le falta esa finura, ese poco de concentración, de ambición o de confianza en sí mismo para dar el paso que le falta. Sin embargo, para mí Nairo y Richie Porte son los grandes favoritos para ganar junto con Froome. Pero Quintana parece que puede más de lo que luego hace. Le queda plantar cara de verdad a Froome, que para mí es lo fundamental, aunque él y su equipo querrán ganar, claro.

Usted batalló contra Stephen Roche hace 30 años, hizo segundo y al año siguiente ganó el Tour. Quizás a Quintana le falta romper esa barrera para que no acabe siendo una obsesión.

-Bueno, no se trata de eso. Se trata de ver que puedes ganar a tu rival, aunque luego las circunstancias de la carrera digan otra cosa. Aquel año Roche me ganó, pero yo tenía claro que podía con él. En el caso de Quintana, la balanza siempre se está decantando para Froome. Él necesita quitarse ese peso y saber que es un corredor que puede atacar a Froome en la montaña y dejarle, no solo ir a rueda todo el tiempo.

Otros dos corredores pueden ser importantes en el desarrollo del presente Tour, Landa y Valverde, cada uno en su papel.

-La importancia de Mikel Landa no va a estar para la general, sino como gregario de lujo para Chris Froome. Ya vimos en el Giro de lo que es capaz, pero en el Sky las jerarquías están muy marcadas y no creo que tenga libertad para intentar nada en solitario. Si está en el Tour será para estar a la sombra de Froome, salvo que algún día pueda tener libertad. Pero será complicado. Y Valverde viene de un año en el que le está saliendo todo de cara, físicamente está como un toro y tiene una gran confianza. Él siente que cada victoria es un regalo y está disfrutando como nunca del ciclismo en esta fase de su carrera. Por eso, no me extrañaría que ganara una etapa en la primera parte del Tour y que pueda incluso vestirse de amarillo. Valverde también va a estar supeditado a Quintana, pero en esos primeros siete o diez días va a estar más libre. También sabe que es importante para el Movistar que él esté metido en carrera para provocar alguna inquietud en el Sky. En la única etapa en la que el año pasado Froome se quedó solo fue cuando se llegó a Andorra y atacaron Valverde y Contador. Por eso, el murciano puede tener un papel más importante que Landa en cuanto a que puede haber movimientos en la general.

¿Se puede esperar alguna sorpresa en el resto del pelotón?

-Puede haberlas, pero no creo que para el ganador final. Sí puede haber gente inesperada que se meta entre los cinco primeros o, incluso, en el podio, pero ganar es otra cosa. Hay que ver cómo funcionan Esteban Cháves, Simon Yates, Fabio Aru... Son buenos corredores, que me gustan, pero no les veo con el poderío suficiente como para acabar de amarillo en París. También está Romain Bardet, segundo el año pasado, que es muy completo, pero siempre hay un día que falla y le falta ese punto para marcar diferencias. Insisto en Froome, Quintana o Porte y el único que puede dar un vuelco a la carrera es Contador. El quinto en discordia puede ser Valverde, pero tendrían que darse unas circunstancias muy especiales para que la victoria estuviera fuera de estos tres que he dicho.

Para el día anterior a París han dejado una contrarreloj no demasiado larga, de apenas 23 kilómetros. ¿Puede ser decisiva como lo fue la del Giro para que acabara ganando Tom Dumoulin?

-Las contrarrelojes siempre lo son, las pongan donde las pongan. Muchas veces se llega a ellas con márgenes muy amplios y con todo decidido, pero como en el ciclismo cada vez estos márgenes son más estrechos, no es descartable que pueda haber un cambio de orden en esa etapa, aunque no sea mucha la distancia de la etapa.