El Tour de 2007 quedó para la historia del ciclismo vasco porque al podio de los Campos Elíseos subió un corredor de Euskaltel-Euskadi, el equipo que durante muchos años representó a todos los aficionados. Amets Txurruka se ganó el derecho de acompañar a las figuras de la carrera en tan emblemático lugar por ser el corredor más combativo, el tipo que durante las tres semanas más hizo por animar el cotarro y porque el maillot naranja tuviera mucha presencia en el pelotón. El de Etxebarria estuvo en mil fugas y encontró la recompensa en una edición en la que Euskaltel metió dos corredores entre los diez primeros de la general: Haimar Zubeldia y Mikel Astarloza.
La carrera había comenzado con Christian Prudhomme como nuevo hombre al mando y relevo del eterno Jean-Marie Leblanc y se puso en marcha en Londres en un guiño al ciclismo anglosajón, un anuncio de aquello en lo que se ha convertido el Tour, y fue también el que vio a Alberto Contador disparar por primera vez desde lo alto del podio. El de Pinto, que apareció en el mejor escenario posible con solo 24 años, acabó con el maillot amarillo después de un Tour que vivió demasiados sobresaltos por culpa del dopaje. Contador alcanzó el liderato después de que Michael Rasmussen fuera descalificado antes de la decimoséptima etapa debido a sus reiteradas ausencias a los controles. El danés era líder con una ventaja holgada después de ser imbatible en las etapas de montaña y su expulsión de la carrera terminó por socavar la credibilidad de la prueba y de todo el ciclismo.
No ganaron para sustos quienes siguieron de cerca la carrera, ya que el italiano Cristian Moreni también dio positivo tras la undécima etapa y arrastró en su caída al Cofidis, uno de los equipos franceses. Y dos días antes del escándalo que supuso que el maillot amarillo fuera expulsado, el kazajo Alexander Vinokourov, que había ganado la Vuelta el año anterior, fue cazado tras haberse sometido a una autotransfusión de sangre y él y todo su equipo, el Astana, fueron excluidos de la carrera.
La imagen del podio de París, con Alberto Contador como vencedor con el maillot amarillo y Amets Txurruka a su lado con el premio de la combatividad sirvió para dejar un buen sabor de boca después de tres semanas que dejaron episodios muy tristes. Incluso, con carácter retroactivo, Levi Leipheimer fue desposeído de su tercer puesto después de que años más tarde confesara haber incurrido en prácticas de dopaje durante su carrera deportiva. Así, el podio oficial quedó configurado por Alberto Contador y Cadel Evans, sin nadie en el tercer escalón, ya que el estadounidense fue borrado posteriormente del palmarés de la ronda gala.
Y cuando el Tour ya se había apagado, se descubrió que las llamas del dopaje habían dejado rescoldos porque se descubrió que Iban Mayo, que había acabado esa edición en el puesto 16 con los colores del Saunier Duval, había dado positivo por EPO en la jornada de descanso prepirenaica. Su caso tuvo un complicado recorrido posterior sin que quedara suficientemente aclarado y acabó con la carrera del de Igorre.
El de hace diez años fue un Tour agridulce, extraño, que lanzó la carrera de futuras estrellas del ciclismo, pero que también hundió la reputación de algunas otras. Para la afición de Euskadi, volcada entonces con los suyos, fue como tocar el cielo por el protagonismo que tuvieron Euskaltel-Euskadi y un ciclista salido del pueblo como fue Amets Txurruka.