Brooks Koepka quiso dedicarse al béisbol, pero eligió el golf por circunstancias de la vida. Quizás por eso le pega a la bola como si estuviera en un diamante y quisiera sacarla del campo. Incluso aún hoy reconoce que el deporte que le ha hecho saltar a la fama le resulta “aburrido porque le falta acción”. Pero desde ayer este jugador de 27 años y casi 1.90 metros ya tiene un major en sus vitrinas. Es uno de los mayores pegadores del circuito americano, como su buen amigo Dustin Johnson al que sucede en el palmarés del US Open, porque en la última jornada jugó un golf sublime, prácticamente perfecto. Puso la bola donde quiso en todo momento, cogió casi todas las calles y casi todos los greens a la primera y se llevó el trofeo con una tarjeta total de 16 bajo par, que igualaba el registro más bajo de la historia del torneo que tenía Rory McIlroy desde 2011.
Descabalgados los grandes aspirante, el US Open se democratizó más que nunca y se abrió a la amplia clase media. Koepka fue el más templado de un amplio grupo que llegó a los últimos nueve hoyos con opciones. Para todos habría sido su primera vez como ganadores de major pero fue el golfista nacido en Florida el que se llevó el triunfo. El japonés Matsuyama había protagonizado una gran remontada que le había colocado a un golpe de Koepka, pero este, impertérrito, se sacó tres birdies consecutivos del 14 al 16 para destrozar las aspiraciones de sus rivales y llevarse una edición del US Open que se ha calificado de light, pero que ha sido muy entretenido.
El primer major de Koepka, que ya había hecho puestos destacados en los otros tres, recompensa una trayectoria inhabitual para un jugador estadounidense. El de Florida tuvo que venirse a Europa para empezar a bregarse en el Challenger Tour, la segunda división del golf europeo, donde ganó cuatro torneos. Con eso dio el salto al circuito principal y se llevó otro torneo. Incluso, se anotó un triunfo en el circuito japonés antes de ganarse el derecho a jugar el PGA Tour. El de ayer es solo su segundo triunfo en suelo estadounidense, aunque culmina así una progresión constante que le llevó también a la Ryder Cup el año pasado donde “mi juego y mi confianza crecieron porque nunca he sentido tanta presión”.
Con esta victoria, que mantiene la tendencia de siete majors consecutivos que ven a un ganador primerizo, Brooks Koepka llega al décimo puesto del ranking mundial, pero tampoco lo celebró con demasiada efusividad. Su carácter es así. “Hablé con Dustin el sábado y me dijo que fuera poco a poco. Es lo que hice”, comentó el nuevo campeón del US Open que encontró un campo a su medida y lo aprovechó. Ya tiene un major, cerca de dos millones de dólares más en su cuenta y un triunfo que le cambia la vida, pero “si volviera a nacer elegiría el béisbol, sin duda. Lo llevo en la sangre”.