vitoria - Jon Rahm llegó a Erin Hills mirándolo de frente, sin ningún miedo, pero ayer se dio de bruces con el campo de Wisconsin en la primera jornada del US Open. Tal es así que su registro de cuatro golpes por encima del par compromete seriamente sus posibilidades de pasar el corte y jugar el sábado y el domingo en el segundo major de la temporada. El de Barrika nunca pudo con el campo y acabó cayendo en un lenguaje corporal y una gestualidad que dejaron ver bien clara su frustración su ansiedad porque las cosas no le salieron como él esperaba y fueronn empeorando en un recorrido complicado que, en teoría, era de su agrado. Para colmo, junto a él jugaba la sensación del día. Se esperaba al estadounidense Rickie Fowler como favorito, pero su impecable tarjeta de -7 sin un solo error, que le tenía como líder al cierre de esta edición, es la mejor de una jornada inaugural del US Open en los últimos 37 años y supone una presión añadida para el golfista de Barrika, que hoy está obligado a firmar un registro bajo par si quiere seguir en el torneo.
Los dos primeros bogeys en los dos hoyos iniciales ya fueron un mal augurio para Rahm, que perdió muchas calles, visitó la temida hierba festuca más veces de lo aconsejable desde el primer drive que pegó y tampoco tuvo suerte las pocas veces que llegó a los greenes con posibilidades.
El vizcaino salió por el hoyo 10 y para el 17 ya llevaba una muy peligrosa tarjeta de +4. Apenas le pudo robar un birdie al campo en el 3, pero enseguida firmó otro bogey y se resignó en la parte final del recorrido a acabar la primera jornada con mucha más pena que gloria.
segunda jornada Siempre que llueve escampa y a eso debe agarrarse Jon Rahm para afrontar la segunda jornada de hoy en la que saldrá a última hora de la tarde en Euskadi. Probablemente, las condiciones de Erin Hills cambiaran bastante, pero el golfista de Barrika, que se fue al campo de prácticas nada más acabar su vuelta de ayer, tiene que sacarse la responsabilidad que ha puesto un freno a su juego en los últimos torneos en los que ya no pasa desapercibido y encontrar el difícil equilibrio entre la ambición y la prudencia necesaria para no arruinar una tarjeta. - R. Calvo