Warriors129

Cavaliers120

GOLDEN STATE WARRIORS Curry (34), Thompson (11), Durant (39), Green (10) y Pachulia, -cinco inicial-; Iguodala (20), Livingston (5), West (4), McCaw (6) y Barnes.

CLEVELAND CAVALIERS Irving (26), Smith (25), James (41), Love (6) y Thompson (15), -cinco inicial-; Deron Williams, Jefferson (4), Shumpert y Korver (3).

Parciales 33-37, 38-23, 27-33 y 31-27.

Árbitros Stafford, Malloy, Crawford..

Pabellón Oracle Arena, 19.596 espectadores.

Cuando Kevin Durant anunció el pasado 4 de julio que su próximo destino profesional iban a ser los Golden State Warriors, el resto de la NBA y la gran mayoría de sus seguidores se le echaron encima. Nunca antes un pasado MVP con tanto potencial se había unido al equipo que le había derrotado en semifinales, remontando un 3-1 en contra. Equipo que, tras batir la marca histórica de 73 victorias, también se dejaría remontar un 3-1 en la final ante los Cleveland Cavaliers.

Desde entonces, las acusaciones de cobardía al alero y las mofas a los Warriors por la remontada sufrida en la final llevaban sobrevolando La Bahía durante toda la temporada. Pero todo eso explotó la pasada madrugada cuando Durant recogió su MVP de las finales y los Warriors hicieron lo propio con el Larry O’Brien. No tenían otra opción, puesto que juntar a semejante retahíla de estrellas y no ganar el campeonato hubiera sido sin duda un sonado fracaso. Sin embargo, tuvieron que sudar más de lo que a priori puede reflejar el resultado final de 4-1, puesto que enfrente estaba el mejor jugador de baloncesto de este siglo. LeBron James, récordman absoluto de finales y postemporadas, ya se rindió antes del inicio de la eliminatoria ante el poder ofensivo de Golden State, pero exhaló hasta su último aliento antes de ceder el anillo a su más fiero rival. También avisó, rápidamente: “Volveremos”, le decía a su fiel escudero Kyrie Irving al término del encuentro.

Un encuentro que, una vez más, no defraudó y tuvo de todo. Los Cavaliers ya sorprendieron desde el inicio, convencidos en forzar un sexto partido que habría hecho estremecer al fan de los Warriors más confiado de haberse producido. Al concierto habitual de LeBron James con Kyrie Irving haciéndole los coros se unió inesperadamente J.R. Smith. El controvertido escolta apareció en los peores momentos de los visitantes para mantenerles en la pelea a base de lanzamiento exterior -7/8 en triples-.

Aun así, los locales estallaron en el segundo periodo. Con un parcial de 27-8 en menos de cuatro minutos dejaron seriamente heridos a los Cavaliers, aunque estos se recompusieron en el tercer cuarto, algo antes del encontronazo que tuvieron David West y Tristan Thompson. Una muestra más de la enorme tensión existente a lo largo de la eliminatoria.

Conforme iban transcurriendo los minutos, los de Ohio sufrían cada vez más para mantener el ritmo a los californianos. Con Irving acuciado de varios problemas físicos, Lue tuvo que recurrir a los suplentes más de lo necesario, y estos no respondieron. Ni Iman Shumpert, ni Deron Williams ni Kyle Korver ofrecieron las garantías necesarias en el momento de la verdad.

Ese momento en el que aparecieron las dos estrellas de Golden State, además de Andre Iguodala, siempre cumplidor en los momentos clave. Stephen Curry y sobre todo Kevin Durant se turnaron en los últimos minutos del duelo, aprovechando los despistes defensivos de Cleveland para infligir el parcial definitivo que enterró a los visitantes, pese a los incansables esfuerzos de James. La franquicia de Oakland consiguió así su quinto trofeo de la NBA. “Lo he dado todo en cada uno de los partidos, no tengo motivos para irme con la cabeza baja”, declaró tras la derrota LeBron James, que se abrazó a Durant tras el pitido final. Por su parte, Stephen Curry no pudo olvidar la decepcionante derrota del curso pasado: “Esta vez no hubo colapso, aprendimos de lo que nos tocó vivir la pasada temporada. Traer el trofeo de vuelta a casa es algo muy especial”, concluyó el base de los Warriors.