Cavaliers113

Warriors118

CLEVELAND CAVALIERS Irving (38), Smith (16), Thompson, Love (9), James (39) -cinco inicial-, Jefferson (1), Williams, Shumpert (2) y Korver (8).

GOLDEN STATE WARRIORS Curry (26), Thompson (30), Pachulia, Green (8), Durant (31) -cinco inicial-, West (7), Barnes, McAdoo, Iguodala (7), McGee (1), McCaw (2), Livingston (6) y Clark.

Parciales 32-39, 29-28, 33-22 y 19-29.

Árbitros McCutchen, Malloy y Mauer.

Pabellón Quicken Loans Arena de Cleveland, ante 20.562 espectadores..

VITORIA - Silencio sepulcral en el vestuario de Cleveland. Nadie hablaba, ni siquiera el entrenador principal, Tyronn Lue, ni tampoco LeBron James. No quedaban fuerzas ni para pronunciar palabras vacías. Porque tampoco hacía falta. Los Cavaliers habían dicho todo sobre la cancha. Y no había sido suficiente. Si ahora eran los jugadores los que estaban en silencio, unos pocos minutos antes todo el Quicken Loans Arena había quedado silenciado. El culpable no fue otro sino Kevin Durant, que con un triple a falta de 45 segundos para poner por delante a los Warriors ahogó las últimas aspiraciones de una ciudad entera. Una ciudad que todavía mantenía una mínima esperanza de repetir -o al menos intentar emular- la gesta de la temporada pasada.

Este tercer partido de las finales, el primero de ellos en Ohio, era la gran oportunidad de LeBron y los suyos para agarrarse a la eliminatoria. Y vaya si lo sabían. Durante 48 minutos la serie sí demostró ser lo que algunos prometían como las mejores finales de todos los tiempos, calificativo que de momento no había cumplido por la falta de igualdad entre ambos conjuntos. No obstante, el partido de la madrugada del miércoles si quedará en la retina de los aficionados como uno de los mejores de los últimos años. Desde el primer minuto, además.

Como era esperado, los Cavaliers, alentados por su público, comenzaron como un auténtico obús que martilleó el aro de los Warriors de manera constante, siempre con James en vanguardia. Pero los de Oakland no solo son el mejor ataque de la liga, sino que también son toda una potencia defensiva. Rápidamente neutralizaron la situación los visitantes, con Durant y Thompson encestando triples a pares. El Quicken Loans se transformó en uno de los mayores espectáculos deportivos del planeta, con un súper equipo que numéricamente está entre los mejores de la historia frente a una legión de soldados comandados por el mejor jugador que ha visto la NBA desde la retirada de Michael Jordan. Además, también por vez primera en la serie, James no estaba completamente solo. Apareció Kyrie Irving con un demoníaco tercer periodo -16 puntos en el mismo- para poner a los locales por delante al final de éste (94-89). J.R. Smith y Kevin Love también aportaron en momentos puntuales jugadas de gran valor, e incluso Korver volvió a mostrarse por momentos como el certerísimo tirador que siempre ha sido. Cleveland soñaba con volver a Oakland para jugar el quinto.

crueldad infinita Pero de nuevo, volvía a estar enfrente un equipo que, a día de hoy, no parece tener rival. Tras aguantar casi todo el último cuarto por debajo en el marcador, los Warriors, a falta de dos minutos, infligieron un parcial de 11 a 0 que dejó atónito a todo el Estado de Ohio. El descomunal esfuerzo de los Cavaliers durante 46 minutos quedó estéril ante un simple arreón de Kevin Durant y Stephen Curry, que se limitaron a meter la quinta marcha y adelantar a sus rivales sin aparentar esfuerzo alguno. El base nacido en Akron -misma localidad que LeBron-, parece pasar en la serie algo más de puntillas debido al dominio absoluto de Durant, pero de seguir con sus estadísticas habituales puede convertirse en uno de los mejores jugadores no nombrados MVP en la final. Nada pudieron hacer unos Cavaliers que habían agotado toda la gasolina del tanque y recibieron a cambio una dosis de crueldad extrema. Para colmo, el Quicken Loans podría volver a ser el escenario en el que los Warriors levanten el Larry O’Brien si se imponen en el cuarto encuentro. Algo que intentarán evitar por todos los medios los de Tyronn Lue, envueltos ahora por una sensación de impotencia absoluta, pese a contar con la plantilla más cara de la historia.

Los Warriors se convierten así en el único equipo de la historia con 15 victorias y ninguna derrota en postemporada, gesta que podría engrandecerse aún más de lograr el hasta ahora inalcanzable 16-0 -ganar todas las series del play-off por cuatro a cero-. Este equipo ya batió el año pasado la titánica marca de 72 victorias, aunque perdieran en la final. Pero esta vez, además, tienen a Kevin Durant.