Escribir desde la punta del bolígrafo resulta mucho más sencillo que hacerlo desde el corazón. Y hoy, precisamente hoy, con Madrid aún lúcido en el recuerdo, toca exprimir la fibra. No demasiado, que me queda muy lila, pero sí lo justo como para que afloren los sentimientos como los rábanos en primavera (o cuando afloren los rábanos). Estos son los ejes centrales de una jornada para contar a los nietos, al vecino o al frutero de la esquina.

1 - La ‘fan zone’. Eso era como la Semana Santa en Sevilla, pero sin ser semana, sin ser santa aunque con el mismo calor que en Híspalis. Entré a las 14.00 horas y salí a las 14.05. Las colas para cambiar dinero a Glorias benditas eran como las del negro del whatsapp. Allí moríamos por inanición. O había mucha gente, o había pocas ventanillas, o había poca previsión o todo a la vez. Media vuelta y para la calle, a contribuir con la economía sumergida de los vendedores ambulantes que te soplaban 2€ por una Mahou bien fría. Bendito el parque de La Florida y no el de Cuña Verde, más parecido al desierto del Gobi que a un vergel multicolor.

2 - La cuadrilla de Elvillar. Chapeau para ellos. Se lo montaron de vicio a la entrada del parque. Una pancarta de Elvillar, dos mesas en plena acera, paellera, bombona de butano, marisco en cantidades industriales, una pata de jamón, viandas y más viandas, millones de botellas de vino e invitando a todo el que pasaba por allí. Y para completar la boda, la furgoneta en batería con el altavoz en el techo y música hasta para los sordos. Lo he decidido. Me voy de vacaciones a Elvillar.

3 - Los bares del barrio. Dos manzanas de edificios, media docena de bares y miles de gargantas ávidas de líquido elemento conformaban un cuadro más parecido al Guernica de Picasso que a otra cosa. Estaba hasta el caballo de la Policía Nacional. Media hora de reloj para sacar una consumición. Si pido una de rabas aún estoy allí. A las 15.00 horas te cobraban una cosa y a las 16.00 ya habían subido el precio? Será la inflación? Lo que nunca había visto: ante el desabastecimiento de vajilla o lo que fuera, reciclaban hasta los katxis. Un chorro de agua en la cocina y dispuesto para otro servicio. Lo que no mata engorda. Lo que no engorda sabe a verde.

4 - La kalejira. No se puede describir con palabras qué fue aquello. Una marea albiazul, un tsunami cubriendo todo el asfalto de una avenida como Soria de grande, en camaradería y proliferación de efluvios alcohólicos, en dirección al mítico Vicente Calderón. Inenarrable. Indescriptible. Era como la inauguración de las rebajas de El Corte Inglés pero elevado a la enésima potencia. Orgullo. Comportamiento. Afición. Sentimiento. Gente dispar que el lunes ves con corbata en la calle Dato, allí, dejándose la garganta en clave albiazul. “¡Vamos Glorioso...!”.

5. El partido. Messi es un extraterrestre, un genio de la lámpara que solventó una papeleta compleja. Nosotros, orgullo de equipo hasta el final. Golazo, minutos de euforia, fuera de juego, puntillazo en la prolongación pero lucha sin cuartel en todo momento. Caer con las botas puestas, como los más grandes, dando la cara, batiéndose el cobre, la plata y el oro. Derrota pero victoria. Lágrimas de tristeza y de alegría. Hermanamiento afición-equipo. Ejemplo de y para todos.

6 - ya lo dijo karmona. En el viaje de ida en autobús pudimos ver el vídeo editado por DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA con motivo del décimo aniversario de la final de Dortmund ante el Liverpool. Preciosos testimonios, grandes recuerdos. Al final del mismo, en un momento dado, el capitán Antonio Karmona, el jefe de la barraca, pronuncia una frase para el recuerdo: “El fútbol le debe una al Alavés”. El sábado pasado el Alavés y su afición le dimos mucho al fútbol. Anteayer en Arlonagusia, ayer en La Victoria, hoy en el Vicente Calderón? La historia del Glorioso se escribe con hechos, amargos y épicos. Y el del sábado ya forma parte de la historia, de nuestra historia. Orain eta beti, por los siglos de los siglos, goazen Glorioso!