Vitoria - Hay truco en ese dicho que suele rezar que una imagen vale más que mil palabras. Hay escapismo sobre todo si está la televisión de por medio y cuenta con la complicidad de un ente tan poderoso como la Federación Española de Fútbol. Entonces sí, una imagen vale más que mil palabras, aunque sea falsa. Y la que la RFEF se jugaba el pasado sábado durante la final de la Copa del Rey no se podía permitir el lujo de ofrecer al mundo -la señal de televisión llegó a 150 países- una imagen del Vicente Calderón con calvas en las gradas y sectores casi vacíos. Si ya de por sí el producto copero goza de una salud envidiable, no entraba en los planes de la Federación estropearlo a las primeras de cambio por culpa de un mal envoltorio. Por eso la televisión obró el milagro. Y salió a su paso desde el amplio dispositivo de cámaras que instaló en la Tribuna Principal. No hizo falta maquillar el resto de gradas del estadio con ningún efecto diabólico porque tanto las aficiones del Barça como la del Alavés se habían encargado varias semanas antes de demostrar a los poderes que mueven el fútbol que este deporte, al margen de los futbolistas, pertecene a la gente, a los aficionados. Por eso en el caso del Alavés, las 19.301 entradas que recibió de la Federación volaron rápido. Tal fue la euforia desatada que incluso centenares de seguidores del equipo viajaron el día de la final a Madrid aún no teniendo entrada. La fiesta y el momento bien merecían una locura similar. Por eso lo ocurrido después en el propio estadio irritó profundamente a los aficionados. No solo a aquellos que se perdieron la final por haberse agotado las entradas sino al resto que ya estaba dentro del Calderón y se sintió “engañado” y “estafado” al contemplar los miles de asientos libres que quedaron cuando el partido comenzó. Todos ellos, por cierto, propiedad de la Federación. Casi 11.300 destinadas a sus compromisos o a la venta a los aficionados de uno u otro equipo a partir de unos prohibitivos 200 euros. Un despropósito que enervó a más de uno hasta el punto de iniciarse en las redes sociales un debate para tratar de evitar situaciones similares en el futuro. “Es una vergüenza lo mal que gestionáis una competición tan bonita como la Copa, y peor aún la grada semivacía en la final”, lamentaba un aficionado del Alavés en su cuenta de twitter, ojiplático ante lo que estaba presenciando en ese momento. Por si las imágenes no dejaron bien parada a la Federación, las disputas este fin de semana de las finales de Copa en el Reino Unido, Francia y Alemania demostaron que sí es posible gestionar un evento de estas características con éxito y sin trampas.
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