estambul - Real Madrid y CSKA eran los favoritos de sus respectivas semifinales de la Final a Cuatro, pero fallaron en su intento, ante Fenerbahce y Olympiacos, respectivamente, y ahora penarán sus fallos en el purgatorio del tercer puesto. En el partido que nadie quiere jugar estarán los dos mejores equipos de la fase regular de la competición. Es lo que pasa cuando en el momento decisivo no se da el nivel requerido.
El Real Madrid falló de manera estrepitosa y solo Sergio Llull y Jaycee Carroll, en la segunda parte, dieron el tono adecuado. Fue una de las peores actuaciones de la temporada en el peor instante. El CSKA dominó, incluso con claridad, durante 38 minutos, pero dejó vivo a Vassilis Spanoulis, que en la primera parte sólo había anotado 4 puntos, y le dejó no sólo convertir 10 puntos en el último cuarto, sino dominar el choque en los dos minutos finales.
Ninguno de los dos equipos piensa en el partido por el tercer puesto. No les interesa lo más mínimo. Ni siquiera la victoria podrá paliar en parte el desastre de las semifinales, tampoco los 300.000 euros para el vencedor. El principal objetivo de ambos es recuperarse cuanto antes del varapalo sufrido y luchar en sus ligas domésticas para quedar campeones. Es su único consuelo posible.
Real Madrid y CSKA no se ven las caras en una Final a Cuatro desde la de París en 1996, en la que los rusos vencieron en semifinales a los madridistas. Antes en 1963, 1965 y 1969 disputaron la final, con dos títulos para el CSKA y uno para el Madrid. Jaycee Carroll no ocultó su desacuerdo en jugar este encuentro porque “no vale para nada”, precisó, y apuntó directamente a la ACB y en intentar “el doblete, que estaría muy bien”. - R.M.