Hace no tanto, Fernando Gaviria (La Ceja, Antioquía, 19 de agosto de 1994) miraba antes de actuar y caer en cascada. “Tengo un gran admiración por Mark Cavendish. En San Luis estuve constantemente mirándolo, tratando de entender sus movimientos y aprender los más que pude de él”. El alumno Gaviria venció dos etapas de aquella edición del Tour de San Luis tras batir a Mark Cavendish, uno de los más enérgicos velocistas de la última década. Hijo de José Hernando Gaviria, ciclista profesional en los ochenta y responsable de la escuela de ciclismo de La Ceja, y María del Carmen Rendón, Fernando Gaviria se decantó por la bicicleta después de probar con el patinaje, deporte que compartía con su hermana Juliana, actual componente de la selección colombiana de pista. De aquellos inicios conserva Fernando Gaviria la bicicleta que le compró su padre. Sobre una bici moderna último modelo se bañó de gloria en Cagliari el velocistas colombiano, que ha roto la tradición ciclista del país sudamericano, cuna de enormes escaladores. Nombres como Lucho Herrera, Fabio Parra y más recientemente Nairo Quintana, el mejor escalador del momento, han dado históricamente lustre a Colombia.

Gaviria, (1,80 metros de altura y 70 kilogramos de peso), ha derribado con su velocidad el mito colombiano. Velocista, el Misil de Antioquía, como se le conoce, se licenció a través de la pista. Destacó en categoría juvenil, ganando en el Mundial de pista de Nueva Zelanda 2012 las medallas de oro en omnium y madison. En 2015 Gaviria se colocó la corona mundial en la prueba de omnium en la cita celebrada en París. El colombiano, sin embargo es más que un pistard. Tiene más registros. Josean Fernández, Matxin, uno de los ojeadores del Quick-Step, explicó a este periódico cuando Gaviria era aun un simple stagiaire en su actual equipo que “es más que un esprinter. Lo definiría como el nuevo Peter Sagan. Lo tiene todo. Ni él mismo sabe el potencial que tiene, hasta dónde puede llegar”. El escarabajo vuela. - C. Ortuzar