EIBAR - El Manomanista es un campeonato que le viene como anillo al dedo a Julen Retegi. Es su hábitat. La cita anual donde ha vivido momentos de vino y rosas y le han hecho ganarse su estatus de pelotari batallador y con clase. Entiende a la perfección sus signos, su experiencia le permite sacar partidos adelante en cualquier circunstancia y sobrevivir cuando pintan bastos. Ayer, fue uno de estos últimos días. El delantero de Eratsun no estuvo fino. La reciente lesión en el hombro, la cual curó con la mente puesta únicamente en el mano a mano, todavía profirió más de un latigazo. Además faltó chispa, algo habitual después de la inactividad, aun así ni todos esos factores le hicieron tirar la toalla, supo salir adelante y vencer a un Jon Jaunarena que le pegó más a la pelota, pero al que le condenaron sus numerosos errores. Regalos que no se pueden conceder a alguien tan curtido como Retegi. Ahora espera en la siguiente ronda Joseba Ezkurdia.

La chapa fue el via crucis de Jaunarena. Funambulista durante toda la tarde, coqueteó con la chivata y no paró de encontrarla. El leitzarra fue superior a la hora de golpear a la pelota, pero sus 10 errores en juego y los saques encajados le hicieron imposible vencer a un muy serio Retegi. El delantero colorado fue de más a menos, perdió garrote a la vez que el partido se fue endureciendo, sin embargo su enorme solidez le permitieron no solo seguir con opciones, si no ir aumentando su distancia. Jaunarena apretó e incluso estuvo cerca de protagonizar una bonita remontada, pero siempre esos repetitivos errores a la hora de lanzarse al ataque le dejaron sin opciones.

El partido arrancó con una intensa lucha de poderes. Los dos pelotaris se agarraron al juego a bote y trataron de alargar su golpe. Jaunarena le dio velocidad, pero Retegi no se quedó atrás y desplazó con facilidad la pelota lejos de los cuadros alegres. Los remates de aire quedaron descartados y en ese mano a mano, el eratsundarra empezó a abrir brecha en el marcador gracias a los errores de su oponente (16-7). Cada error, cada pequeño despiste, fue aprovechado por Retegi. El leitzarra trató de reaccionar. Sacó toda la rabia de dentro y se lanzó al cuello de su rival. El despertar de una bestia enjaulada. Casi como si jugara enfadado. Jaunarena sumó tantos a base de agresividad a la hora de impactar su mano contra la pelota. Se acerco y la cátedra empezó a soñar con la remontada hasta que la chapa dictó sentencia a favor de Retegi.