El consejo que doy a Mikel Larunbe es que se olvide de la txapela y que se centre en jugar un buen partido. Nada más”. La frase proviene del imaginario Oinatz Bengoetxea (Leitza, 1984), que se despega esparadrapo de la mano derecha y de la izquierda después de un entrenamiento. El navarro es consciente de cómo se le está derramando el Parejas entre los dedos de semana en semana. Y van 18. Las suficientes para alcanzar su tercer duelo por el entorchado de duetos de su vida (2005 y 2015) y la segunda batalla de tamaño calado de lo que va de temporada después de alzarse en noviembre con el título del Cuatro y Medio en un delirio en el que ganó por la mínima en Gasteiz a Jokin Altuna. Bengoetxea VI es un pájaro con mucho traqueteo, con muchos cañonazos en el ala. Bengoetxea VI es un veterano. Bengoetxea VI ha convivido durante catorce años con las distintas caras de la pelota a mano, casi siempre en vanguardia, en la élite, baqueteándose su armazón, más liviano que el de tótems como Olaizola II o Martínez de Irujo, en la canalla, en la diablura y en un infierno rítmico. Oinatz es discípulo de plaza y asume su gesto de demonio. De la alegría de su propuesta nace su peligrosidad. Lleva la magia del outsider en las callejas portuarias con pelota de coraje, agallas y hazañas. De arabescos y alma. De voluntad tan dura como el diamante. En la acería, trata de forjar a Larunbe.

La mentalidad es la que ha cincelado la historia de su unión con el galdakoztarra en un binomio sencillo, eficaz y que destila buen humor. “Gran parte de la culpa de haber alcanzado la final ha estado en cómo hemos sabido salir de los malos momentos que hemos vivido en algunos partidos, en los que no hemos dado lo nuestro. Reponerse de los instantes malos, psicológicamente hablando, es muy bueno. Así, sales más fuerte”, concreta el leitzarra, quien habla más de trabajo que de gloria. Oinatz, forjado en los alambres del circo manista, agarra el partido del domingo ante Irribarria y Rezusta en el Bizkaia de Bilbao más con manos de estibador que con el guante de seda del ilusionista. Camaleón. “Hemos sido constantes en nuestro cometido. Esa ha sido nuestra clave. El Parejas ha sido más duro psicológica que físicamente. Hemos hecho un buen trabajo y hemos sabido sufrir cada día”, desgrana el delantero navarro, quien agrega que “hace 18 semanas, cuando se presentó el campeonato, firmaba haber llegado hasta aquí. Hemos hecho un trabajo duro, constante, y ha dado su fruto. Siempre trabajamos, pero no siempre salen los resultados”. Pensamiento de obrero; manos de pianista.

De la marca de Bengoetxea VI se desprende una imagen de faro, de guía, con Mikel Larunbe. Su compañero jamás había jugado en Primera y el leitzarra se erige como padrino. Dice el vizcaíno que es “fácil” entenderse con él. “Como compañero he intentado que Larunbe en los momentos malos se olvidara de la importancia de los encuentros y, así, quitarle la presión para sacar lo mejor. Me ha comprendido perfectamente en todo momento lo que quería expresar y se ha hecho muy rápido a la exigencia de la élite de la pelota. Es un chaval muy inteligente”, sostiene Oinatz. Y es que, según mantiene el valiente de Asegarce, “siempre intento que el compañero esté motivado y metido en el partido. A Larunbe le digo que hay que seguir. Es muy importante que el compañero sepa que hay que continuar pase lo que pase y estar motivado en la pelea. Mikel sabe que hay que luchar cada tanto”. Con todo, con vaivenes e idas y vueltas, Oinatz contempla a Larunbe “bien”. “Es un chico tranquilo y listo. Le veo bien de juego y mentalmente. Está preparado para este tipo de encuentros”, analiza el leitzarra, quien agrega que “somos amigos: fuera del frontón nos llevamos bien y lo pasamos genial. Es importante ser amigos dentro de la cancha y fuera, porque se trata de hacer pareja. Pasamos mucho rato juntos, pero no hablamos demasiado. Mikel entiende rápido por dónde van los partidos. Para llegar lejos en este torneo hay que unirse. Aunque lo hagas, puedes no tener éxito; pero sin ello, seguro que no lo habrá”. Destaca el navarro que “nuestro objetivo era unirnos del mejor modo posible para que nuestro juego subiera, pero nunca sabes si las cosas van a funcionar bien. Hay semanas en las que no conoces si vas a poder desplegar tu mejor juego. Nosotros hemos conseguido estar en la pomada en los momentos importantes”.

Y vuelve a apelar al tajo. “Lo que nos exigimos mutuamente es intentarlo y dar todo en el partido. No nos exigimos ni buen juego ni que uno falle más o menos. Tenemos ese compromiso de estar al cien por cien en cada partido”, manifiesta y teje la hoja de ruta. El sacrificio es el paisaje que siempre le acompaña. El GPS de las entrañas. El leit-motiv es la lucha.

Estajanovista Bengoetxea, su figura es la del veterano. Tiene 32 años, los dos zagueros 24 -son quintos y cumplen años con diferencia de días- y el campeón del Manomanista va a por los 21. “Soy el veterano de la final, sí; pero Irribarria y Rezusta ya tienen experiencia y son sólidos mentalmente. Como pelotaris, tanto por la clase como por la potencia y el físico que tienen, son muy peligrosos. Ellos son favoritos a la txapela y dan muchas garantías. Siempre han estado serenos y no pierden la compostura en ningún momento”, desgaja el puntillero, quien hace hincapié en lo psicológico: “Pensar más en el juego que en los resultados es lo que nos ha traído hasta aquí. Para sacar nuestra mejor versión tenemos que seguir con ese planteamiento”.

UNA RACHA Y UNA DESCONEXIÓN “Afronto esta final con ilusión y muchas ganas”, cuenta por otro lado Bengoetxea VI. Después de un verano en el que Asegarce no terminó de apostar por él para las grandes citas, el navarro ganó el Cuatro y Medio, la tercera estrella de su Triple Corona, entrando en el selecto club de los manistas más completos de la historia. “Estoy en una buena racha de juego y disfrutando en la cancha. Es algo que se consigue pocas veces. Hay que disfrutarlo”, argumenta Oinatz, quien agrega que “respecto a la preparación no he cambiado nada. Son momentos de juego. Hay rachas buenas y malas, que las tenemos todos, pero tenemos que intentar aprovechar cuando las cosas vienen de cara”. “El físico no es difícil de mantener, porque el trabajo es constante, pero hay altibajos de chispa, toque y juego. Es duro mentalmente estar ahí todas las semanas. La experiencia también vale para ello”, analiza también Oinatz. Y es que, acumula desde octubre una tralla importante y sin bajarse del barco competitivo. “Ha habido un par de partidos o tres en los que me ha costado motivarme. Llevo 24 o 25 semanas con la preparación porque he encadenado el Cuatro y Medio con el Parejas. Ha sido algo duro. Antes de la liguilla estaba saturado. Le pude dar la vuelta en unos días y en semifinales se ha visto las ganas que tenía de ganar. Tenemos que salir a darlo todo en Bilbao”, recita.

Además, el domingo, el leitzarra apunta a su segundo título del Parejas. El primero fue en 2015, con Untoria. “La txapela con Álvaro fue distinta, porque él entró a falta de unas jornadas al no poder jugar Aretxabaleta. El riojano estaba en su mejor momento, en una gran racha. Con Mikel la historia ha sido más larga”, desbroza.

LA PRESIÓN ES PARA LOS RIVALES “La final está muy complicada. Es muy difícil ganar a Irribarria y Rezusta, porque no tienen fisuras. Su juego es serio y hacen daño con esa capacidad de golpeo que tienen. Por eso mismo, hay que centrarse en nuestro juego y en dar nuestra mejor versión. Si nos ganan, que sea porque lo han dado todo”, advierte Bengoetxea cuando echa un ojo al futuro, que pasa por el compromiso del domingo. Antes, ya les metieron mano en la liguilla de cuartos, en dos ocasiones: “Les hicimos daño planteando un partido alegre. Es la cuarta vez que nos enfrentamos y este frontón les favorece, ya que es cómodo, duro y pesado, pero de reacciones lentas”.

Así las cosas, el mascarón de proa del combinado de Asegarce maneja las claves del choque y el favoritismo reside en la acera de enfrente. Piedras en la mochila colorada. “La presión la tienen ellos, porque han demostrado que son favoritos claros desde el principio. Ahora tienen que seguir demostrándolo. Nosotros hemos llegado de tapadillo”, anuncia el leitzarra, quien, cuestionado acerca de la idoneidad de mezclar a los dos zurdos, finaliza que “desde el primer momento todos sabíamos que eran los adversarios a batir y lo han demostrado. Que les hayan puesto juntos es algo que no es de nuestra competencia. El resto de parejas sí han estado bien niveladas y ha habido campeonato hasta el último momento”.