En 2010 la tierra se estremeció en Haití. Un terremoto redujo el país a escombros. En aquella ocasión, como en tantas otras, el fútbol se convirtió en una chispa que ayudó a prender la esperanza de la sociedad. Haití no estaba presente en una gran competición internacional desde el Mundial de 1974, pero, a falta de talento dentro del país, decidió buscar sangre nueva fuera de sus fronteras. Y la encontró.
Duckens Nazon nació enChâtenay-Malabry, Francia, y, cuando jugaba en un equipo de la sexta división gala, recibió una llamada de la Federación de Haití: querían que jugase para ellos. La razón era bien sencilla: sus padres eran originarios de Haití. “Era muy joven”, recuerda Duckens, que está en Bilbao para presentar la película Inside Haiti que se proyecta con motivo del Thinking Football Film Festival, “todavía nunca había jugado en un equipo profesional cuando debuté con Haití. Fue una gran decisión, porque sabía que si jugaba con Haití nunca podría jugar con Francia”. Pero el joven francés sintió la llamada de las raíces. En su casa siempre se había hablado en criollo, y no dudó en hacer suyos los colores de la bandera de sus padres: “Mis padres son haitianos y para mí fue un gran orgullo que me llamaran y me diesen esa oportunidad. Además, era justo después del terremoto y acepté porque quería ayudar al país de alguna manera. Fue un gran reto, pero a mí me gustan los retos”. Pisó Haití por primera vez gracias al fútbol y se encontró un inesperado calor: “me encontré a una gente muy cálida. Todos querían tocarte y estar contigo. Si has conseguido salir de allí, les da mucho orgullo que vuelvas”. Duckens no era una excepción. Prácticamente media plantilla la formaban jugadores no profesionales nacidos fuera de Haití. “Al principio había muchas diferencias. Algunos no te veían como un auténtico haitiano. Pero la primera vez que te ven con la camiseta, ven que trabajas duro y eso les gusta. Ahora no hay diferencias”.
Y fue entonces cuando Haití consiguió la gesta de clasificarse para la Copa América Centenario de 2016 tras eliminar a Trinidad y Tobago. Nazon no estuvo en aquel envite porque no se jugó en una fecha FIFA y su club no le dio permiso. “Fue muy triste para mí, porque era muy importante para Haití”, explica el jugador. “Cuando juegas para tu país, es como una guerra. Nosotros damos todo lo que tenemos. Es algo muy difícil de explicar, es más que un partido. Antes de esta película nunca había visto cómo se viven nuestros partidos en el país. Te dicen cómo es, pero no lo sientes. Con la película he podido ver que cuando jugamos todo se para. Es alucinante”.
La clasificación fue sorprendente. El equipo quedó encuadrado en el grupo de Perú, Brasil y Ecuador. Contra los primeros perdieron 1-0 y contra los últimos la derrota fue por 4-0. Entre medias Brasil les endosó un abultado 7-1. “Fue al 50% un sueño y una pesadilla”, se lamenta con gesto serio, “siete goles son muchos. Estoy orgulloso de haber jugado contra Brasil. Es un honor. Pero es muy duro encajar siete goles. Volví a Francia y mis amigos me decían que cómo nos podían meter siete goles. Respetamos demasiado al que tenemos enfrente y tenemos miedo por quién es. Se habló mucho antes del partido y luego no se hizo nada en el terreno de juego. Hay que hablar menos y hacer más en el césped”.
Benoit Do Quang es el director de la película. Tiene tan solo 25 años y no es un apasionado del fútbol, pero cuando los productores de Inside Haiti le llamaron no lo dudó: “Fue una gran oportunidad que los productores me llamaran para hacer este documental. Me dieron la oportunidad de estar dentro de la concentración del equipo. La única restricción era no grabar dentro del vestuario y en el estadio durante los partidos, porque la Fox tenía los derechos de la competición”.
Reconoce que, aunque el fútbol no era su fuert e, este proyecto le ha permitido descubrir una gran atmósfera: “Yo conocía el fútbol como fan y ha sido una gran experiencia conocerlo desde dentro y dándole esa dimensión humana, conviviendo con gente que tenía un objetivo. Hicimos muchos amigos”.
La selección de Haití está inmersa ahora en las rondas clasificatorias para el Mundial del año que viene. Duckens Nazon solo tiene entre ceja y ceja la portería de Nicaragua, país contra el que juegan dos partidos. Su ambición y su orgullo no le dejan dudar: “Vamos a ganar”.