Puede que el amistoso navideño de la Euskal Selekzioa suponga ya, a estas alturas, una fórmula agotada en lo que respecta a su vertiente reivindicativa. El aspecto desangelado que presentó anoche San Mamés lo dice todo. Gradas despobladas, fútbol sobre el césped y un año más que pasa sin avances hacia la oficialidad. Lo que ocurre es que la presencia del encuentro en el calendario, pese a no servir para progresar, sí permite al menos no retroceder. No está de más que se sepa que la tricolor ahí sigue, al pie del cañón, con su sueño por bandera. Y si es compitiendo, mejor. Pudo hacerlo anoche en Bilbao, gracias principalmente a que enfrente tuvo un adversario intenso y complicado, que no convirtió el trámite en pachanga. Se agradece lo de Túnez.

Los magrebíes, en plena preparación de la cercana Copa de África, hincaron la rodilla en San Mamés en un partido de los de verdad. Cuando hubo balones divididos, se notó que a ellos les espera una competición para la que tienen que ganarse un sitio en el once, y que los vascos, por contra, regresan hoy mismo a sus clubes. Pero, más allá de esta circunstancia, el encuentro fue disputado con arrojo por ambas selecciones. Igualada por parte de la Euskal Selekzioa la intensidad tunecina, muchas veces cercana a la frontera con el juego brusco, la calidad de los Illarramendi, Xabi Prieto, Aduriz y compañía se impuso para otorgar un buen triunfo a los dirigidos por Amorrortu y Etxarri. Y aquí volvemos a lo anterior. Nada se consigue ganando estos partidos, ni siquiera jugándolos. Pero siempre será mejor jugarlos. Y ganarlos.

Los seleccionadores vascos dispusieron de inicio un once plenamente reconocible, con un claro dibujo de 4-2-3-1 cuya línea de mediapuntas no tardó en llevar peligro a la meta visitante. Xabi Prieto, bien asociado con Iker Muniain y con las subidas de Ander Capa, enarboló gran parte de las acciones de ataque de la tricolor durante la primera parte, principalmente en un intenso arranque vasco. A los seis minutos de encuentro ya se había adelantado la Euskal Selekzioa, gracias a un rechace capturado por Illarramendi en la frontal del área, algo escorado. Su disparo buscando el segundo palo golpeó en la cabeza de Meriah para despistar al meta tunecino y convertirse en el 1-0. El segundo pudo llegar tres minutos después, pero el intento de Muniain tras gran dejada de Aduriz se estrelló en el larguero. Así que, como suele suceder en estos casos, del perdón local se pasó al empate visitante. Primero, Iraizoz rechazó con apuros un testarazo de Bguir, pero luego Sassi aprovechó un bombardeo a la meta del meta del Athletic iniciado a raíz de un mal pase de Ander Capa en la salida de balón.

con espacios El encuentro se jugaba de tú a tú. Ambos equipos presionaban arriba, y también se las arreglaban para iniciar las jugadas con calidad, lo que dio pie a peligrosas conducciones entre líneas. Sus principales protagonistas fueron Oyarzabal y Muniain pero, curiosamente, el 2-1 llegó a balón parado. Un buen servicio de Illarramendi en una falta frontal lo cabeceó majestuosamente Aduriz en una acción marca de la casa, que puso en ventaja de nuevo a la tricolor en el minuto 18. A partir de entonces, y aunque con timidez, Túnez intentó hacerse con las riendas del duelo, pero la Euskal Selekzioa se las arregló para seguir siendo el conjunto más peligroso del partido, gracias a buenas transiciones. En una de ellas, ya cerca del descanso, Capa y Muniain supieron contemporizar para encontrar libre de marca a Xabi Prieto, cuyo centro al segundo palo lo cabeceó al fondo de las mallas Oyarzabal. Inédito con la Real, marcó con Euskadi.

En la segunda mitad, los vascos cambiaron a sus once futbolistas, y por parte tunecina también comenzó un rosario de sustituciones. El duelo, como suele suceder en estos casos, adquirió así tintes más anárquicos, menos gobernables, que dieron pie a oportunidades en embas porterías. A Gaizka Toquero, por ejemplo, le anularon el 4-1. Y Yuri Berchiche salvó sobre la misma línea de gol el 3-2 que habría puesto emoción al encuentro. La cosa, sin embargo, se quedó como estaba. 3-1, con goles de Illarramendi, Aduriz y Oyarzabal. ¡Qué se dice pronto! Vaya tres jugadores... Quizás ahí residan los tintes reivindicativos que, poco a poco, van perdiéndose fuera del campo. Dentro, mientras, futbolistas de primerísimo nivel invitan a soñar con un futuro de éxitos, deportivos y oficiales.

3-1