La hasta ayer inédita final del Cuatro y Medio, con Oinatz Bengoetxea y Jokin Altuna como vistosos combatientes, animó a personalidades de todo tipo a acercarse hasta el Ogueta para disfrutar de una cita de campanillas, con dos pelotaris del Athletic frente a frente. Hasta Gasteiz se desplazaron, entre otros, el entrenador del Eibar, José Luis Mendilibar, así como sus jugadores Fran Rico y Anaitz Arbilla o el ilustre excapitán de la Real Sociedad, Mikel Aranburu. Ambos, al igual que Gorka Urtaran, alcalde de la capital alavesa, asistieron desde sus respectivas localidades a un espectáculo sin igual.
En los minutos previos al partido fueron los seguidores de Altuna III quienes más se hicieron notar en los alrededores del frontón, que entró en ebullición con la presentación de ambos pelotaris. Fue entonces, instantes antes del homenaje a la luchadora y medallista olímpica Maider Unda, cuando la tropa de Oinatz alzó la voz para apoyar al leitzarra. En las gradas, otros distinguidos asistentes como Karlos Arguiñano, el cantautor Mikel Urdangarin o José Mari Arrate, expresidente del Athletic, no perdieron detalle del fulgurante inicio de partido, con Oinatz desatado en la búsqueda de la preciada txapela.
Con el primer saque a su favor, el navarro tiró de su innato fuego interno para poner el 4-0 en el marcador. Puro volcán colorado que fue aplacado, acto seguido, por una magnífica dos paredes de Jokin, que levantó de sus asientos a propios y extraños. La acción la habría firmado, sin dudarlo, el mismísimo Juan Martínez de Irujo, que no quiso perderse una final a la que no pudo optar debido a sus problemas cardíacos. Tampoco dejaron pasar la oportunidad de dejarse ver en el Ogueta expelotaris como Mikel Idoate o Pablo Berasaluze, quienes protagonizaron en un pasado cercano grandes tardes en los frontones de todo Euskadi.
Ayer, sin embargo, el cielo estaba reservado para uno de los dos artistas que se batieron el cobre en el Ogueta, rendido a dos magos de la pelota con edades bien diferenciadas entre sí. Fue el carácter ganador del joven delantero guipuzcoano el que permitió a Altuna igualar a siete tantos el partido para consumar justo después la primera remontada del envite, que reflejó un apasionante 7-9 que tomó vuelo hasta el 9-12 para poner en duda el favoritismo del veterano e insaciable Oinatz. De todo lo que ocurría en la cancha, con el pundonor por bandera, tomaron buena nota en el frontón pelotaris como Andoni Aretxabaleta, Julen Urruzola, Erik Jaka o Iker Irribarria, los dos últimos, campeones del Cuatro y Medio de Segunda y del Manomanista de Primera, respectivamente, y formados en el mismo club que Altuna III, el Zazpi Iturri de Amezketa.
Ánimos constantes “Jokin txapeldun”, comenzaron a gritar con 9-12 los incondicionales del de Amezketa. Craso error. Sin quererlo, despertaron a la bestia de Leitza, que remontó hasta el 17-12. Pero volvió a resucitar Jokin para ponerse 18-20. Trepidante. Hombres como Gorka Aranberri, expatrón de Urdaibai y ahora en Orio, o como el remero Bersaitz Azkue, habituados a luchar a lomos del sacrificio, entendieron como pocos el desgaste que supuso para los dos pelotaris el tanto que otorgó a Jokin el citado 18-20.
Volvieron los gritos de “Jokin txapeldun” y, de nuevo, se encendió Oinatz para dar un paso al frente y colocarse con 21-20 a favor. El Ogueta, a punto de estallar. Jokin, con la fuerza de su tío Imanol en la grada, se guardó una vida mas para poner el 21 iguales. Pero era la última. La gloria iba a ser para el navarro y para medio Ogueta, testigo de una gran final que tocó a su fin entre el orgullo y la pasión de dos colosos.