Apenas a cien metros de la casa de su familia, Jokin Altuna (Amezketa, 1996) tiene un frontón con su nombre. Técnicamente hablando, con el de sus tíos. Se llama Altuna Anaiak y antes ya iba el pizpireto Jokin con su pelota, el bocadillo y las ilusiones desbordantes de un crío cuyo camino se asfalta de sueños de pelotari. El tuétano del guipuzcoano era de cuero. Su alma, de cuero. Su mirada, de artista. Su cerebro, de virtuoso. Y Jokin crecía a golpes en Amezketa, pueblo con un aroma muy especial. Recuerda el delantero, finalista del Cuatro y Medio de Primera con solo veinte años, que se enfrentará en el decisivo duelo del Ogueta de Gasteiz a Oinatz Bengoetxea el domingo, que en aquel frontón en el que homenajearon a sus tíos remontistas pasaba “todo el rato”. Lo reconoce: “O era pelotari o pelotari”. No tenía más opciones. Pelotari de raza. Raza de pelotari.

Si bien su camino se centra en el frontón Altuna Anaiak hay varias curiosidades que marcan su ascenso. La pasión es una de ellas y le nace de dentro. En el retrovisor hay dos culpables: su ama y Xalton Zabala. Jokin iba con su madre a las clases de piano que daba encima de la cancha amezketarra, donde Xalton Zabala ponía en marcha el club Zazpi Iturri, vivero de Aspe en Gipuzkoa. “Iba hasta allí y una vez me dijo Xalton si quería entrenar con ellos. Les dije que sí”, manifiesta Altuna III. A partir de ese momento, el veneno le quemó las venas. Las horas se le escapaban entre los dedos. El joven Jokin terminaba su entrenamiento, subía a por el bocadillo de la merienda a las clases de su ama y después volvía al frontón. Allí se quedaba sentado. Miraba. Observaba. Evaluaba. Aprendía de cada gesto. “Siempre he admirado a los pelotaris mayores de Amezketa. Si acababa de ensayar, quería quedarme viendo cómo entrenaban ellos. He aprendido mucho mirándoles”, desgrana.

Quizás nace ahí el éxito de un pelotari de plaza, capacitado para entender el juego de manera especial. Luego le dijeron duende, le dijeron magia, le dijeron arte.

Eso le acompaña desde entonces. “Suelo ver los partidos del fin de semana. Es algo importante. Califico a todos los pelotaris, qué hacen bien o qué hacen mal y cómo están evolucionando. Aunque entrenes mucho, tienes que tener la pelota en tu vida”, desgrana el manista guipuzcoano, quien confiesa que “lo hago por afición”. “Algunos amigos se enfadan conmigo porque vamos el viernes al local y ponemos pelota. Para mí, ver el festival de la noche es casi religión”, manifiesta Altuna III y revela que “soy un poco enfermo de la pelota”. Traza en cada una de las tardes de sofá lo que más tarde hará. Es manista de raíz, no de probeta.

Otra de las pasiones del delantero de Amezketa es el Athletic. Aunque en la cuadrilla no hay muchos rojiblancos, Jokin procura mantener viva la llama de los leones. “De pequeño iba al bar de mi tía a ver los partidos. Soy un gran aficionado. De hecho, cuando gané a Aimar, me escribió un mensaje Josu Urrutia y me puse muy contento. Fue un detalle grandísimo”, admite el amezketarra. Además, le gustan las etapas ciclistas “movidas”. Le va la acción.

También le acompañan la afición por la música -“me gusta todo e, incluso, estudié solfeo”- y el cine -su última película fue Un monstruo viene a verme y “no” le gustó “demasiado”-. Gladiator y El último samurai son sus cintas preferidas.

superviviente altuna Jokin Altuna es un pelotari de andamiaje menos desarrollado que otros delanteros de la nueva generación manista. Distinto. No pasa del 1,80 y no alarga el pelotazo como otras perlas como Iker Irribarria. Con todo eso convive desde la cuna. Quizás por eso desarrolló otras cosas, por eso buscó ser distinto. Es delantero de cinco sentidos y su cerebro es la quinta esencia de su juego. Las ideas del artista. Por eso se vio sobrepasado de inicio en el Cuatro y Medio. Por eso tuvo que tirar de supervivencia. Estaba más fuera que dentro después de perder contra Mikel Urrutikoetxea e ir 19-12 contra Víctor. “Necesitaba refrescar mis ideas. Mucha gente me hablaba de la chispa, de que estaba mal por el trote del verano”, dice el de Aspe, quien aclara que eso no era así. “Fíjese, cuando estuve lesionado salí con la cabeza fresca a la cancha. Ahora, antes del Cuatro y Medio, jugué cuatro partidos en siete días y se te queman las ideas. Cuando iba al saque, no tenía la sensación de estar enchufado. No hacía daño. Cuando te pones en la distancia, juegas mejor”, sostiene Altuna III. Puso en marcha el minutero. Compró tiempo al derribar a Víctor. Un duelo más con vida. La moneda le salió cara. “Mi problema era la cabeza. Cuando estás enchufado, te salen mejor las cosas. Urruti me ganó con holgura y Víctor me dominó casi hasta el final. Así que, cada partido lo he vivido como una última oportunidad”, revela. Contra Irribarria notó sentirse “mejor” y en las dos semanas siguientes tomó aire. Le vino de perlas. “Me quité la presión contra Iker, salí sin nada que perder ante Olaizola II. Aun así, creo que Aimar se puso nervioso”, define.

Puso en capilla su mal inicio. Igual que lo hacía con los ojos de niño en las primeras filas de los entrenamientos del club Zazpi Iturri. Igual que en el sofá con los festivales de sus adversarios. Veneno. Pasión. Sostiene que “he tenido partidos malos y para mí no hay que olvidarlos y pasar página únicamente. Hay que analizar cómo estabas antes, cómo estabas después... y corregirlo. Todo es un ritual”.

Además, no se imaginaba Altuna III verse en la final de la jaula. No con dos años y cuatro meses como profesional. Tampoco con un inicio desastroso de torneo. “Nunca se me pasó por la cabeza llegar hasta aquí. Pero no solo cuando debuté, también en mi primer partido del Cuatro y Medio”, sostiene Altuna III. Además, tras un gran verano, escuchaba que era su momento. “Este año, por haber jugado bien en el Cuatro y Medio de 2015, mucha gente me decía que a ver si ganaba la txapela. Esos comentarios me parecían absurdos al principio. Sabía de dónde venía, de un verano muy duro, y que hay rivales grandes. De repente, te encuentras con una final”, argumenta. Y, de repente, Altuna III.

la final El delantero de Amezketa afronta su primera final en Primera. Un terreno por explorar. Bien es cierto que Jokin conoce las mieles de disputar la final del Cuatro y Medio de Segunda de 2014 y partidos importantes en la élite. “Estos días son nuevos. Antes de jugar la semifinal piensas en lo que darías por ganar y jugar una final, que es la hostia. Después, llegas y es todo nuevo. La gente está encima. Es ilusionante. Ya que estoy aquí, intentaré ganar. Mi objetivo es preparar bien la final y dar el nivel contra Bengoetxea VI”, advierte. Entretanto, tiene que pelear con la presión mediática, el ruido de focos a su alrededor o la esclavitud del teléfono móvil. “He hablado con Jon Apezetxea de todo lo que se produce a mi alrededor. Es una ventaja vivirlo con 20 años. Si gano, es perfecto; pero si no, para mí, será mejor perderla con 20 que con 30. Así te amoldas para el futuro. Espero que no me afecte esta presión”.

El parecido de Altuna III con Bengoetxea VI es evidente. Los dos transitan por las fronteras de lo posible y lo imposible. Los dos viven de la miel del remate. Cuenta el guipuzcoano que “Oinatz es un gran pelotari que este año ha preparado con tiempo el Cuatro y Medio. Está a tope. No ha tenido ningún partido malo” y recita que “lo tiene todo. Muchos dicen de él que es un artista, pero tantos años dando el nivel no es solo porque es un artista, es que es duro y está siempre enchufado”. Asimismo, afirma que el leitzarra parte con la vitola de “favorito”. “Tiene 31 años y para mí es todo nuevo. Es un gran campeón. También creo que tengo mis bazas y puedo dar el nivel. Casi todos saben que el favorito es él. Me pasará lo mismo que contra Aimar Olaizola. No saldré a perder. Haré todo para poder ganar”, agrega.

Hay un precedente. Fue en el Atano III de Donostia y Altuna III solo tenía que llegar a trece tantos para pasar a las semifinales del Cuatro y Medio de 2015. Oinatz se puso mandón y acabó 22-7. “Lo volveré a ver, pero no voy a ir pensando en ese partido. Ha pasado un año y la situación ha cambiado. No me centré. Estaba todo el tiempo pensando en el trece. Esa no es la dinámica a seguir”, finaliza el amezketarra.