Pamplona - Es difícil evitar la expresión de admiración cuando Beatriz Zudaire (Pamplona, 8 de junio del 2000), con cierta timidez, comienza a recitar de memoria su currículo de éxitos. Su enfermedad neuromuscular degenerativa no le ha impedido convertirse en una de las promesas más importantes del deporte adaptado no solo en Navarra, sino también a nivel estatal. Con apenas 16 años, la navarra es campeona de España absoluta de natación en diferentes modalidades, pero su “sueño” comenzó hace poco. Asidua en el pabellón de la UPNA animando a Basket Navarra, la joven logró ingresar en el Zuzeneak vitoriano de baloncesto en silla de ruedas. Desde ahí, en una progresión meteórica, Zudaire se ha hecho un hueco en la plantilla del equipo de Primera división y, además, fue convocada con la selección absoluta de baloncesto en silla de ruedas con quien logró la clasificación para el Europeo del próximo verano. Todo esto sin descuidar “ni un instante” los estudios, pero con un objetivo en mente: disputar los próximos Juegos Paralímpicos en 2020 con la selección femenina de baloncesto en silla de ruedas.
Beatriz Zudaire es una estudiante más en el colegio de Teresianas por las mañanas, pero su vida se convierte en un ajetreo constante cuando llega la hora de comer. Con tan solo 16 años, la navarra se ha convertido en un referente en natación y, además, se ha hecho un hueco en la selección de baloncesto en silla de ruedas femenina.
Empezó en natación, a finales de 2013. “Quería apuntarme a baloncesto pero en la Federación me dijeron que no había equipo. La única opción de las restantes que me convencía era natación. Además lo usaba para la rehabilitación de mi enfermedad. Pero comencé a nadar y me gustó mucho. Tuve la opción de competir a nivel absoluto tras lograr las mínimas en un campeonato sub-16. Y desde entonces hasta ahora”. Zudaire apareció en los campeonatos como un ciclón y no se ha movido del podio en los diferentes ediciones. “Tengo varias medallas”, dice con timidez, “en el último logré cuatro primeros puestos y un segundo”, culmina.
Pero todos estos éxitos no vienen solos. La jornada de Zudaire es “muy ajetreada”. “Me levanto y voy al colegio de 8 a 14.30 horas. Después como y estudio. Los lunes y jueves, tras estudiar, me voy a Vitoria y entreno entre dos y tres horas. Los lunes suelo llegar a casa sobre las 23.30 horas y si tengo que estudiar, lo hago”.
Pese a los éxitos, la joven tiene muy claro cuál es su prioridad. “Entreno dos días a baloncesto y tres a natación. Además, uno doblo con preparación física. Luego tengo fisio todas las semanas, Los partidos y, por supuesto, los estudios. Lo primero son los estudios”. Algo que le ha implicado su familia. “Siempre me lo repiten. Tendrás tu premio de jugar a baloncesto, pero lo primero son los estudios y sacar buenas notas, después está lo demás”.
En los periodos de descanso (Navidad, verano...) la actividad de Beatriz aumenta exponencialmente. “Cuando piensas que puedes descansar es cuando más entrenamos. En Navidad tengo una concentración el mismo 1 de enero, en Semana Santa otro tanto, y, luego, si me cogen, tengo un mes de concentración previa al Europeo que, esperemos, sea otro mes, algo que sería muy buena noticia”, asegura.
Su “sueño”
Beatriz estaba feliz con el deporte que había descubierto, pero no olvidaba cuál era su deseo: el deporte de la canasta. Cuando apareció la oportunidad de fichar por el Zuzeneak de Vitoria, no lo dudó ni un segundo. “Era mi sueño desde pequeña. Mi hermano jugaba y yo le iba a ver, además no me pierdo un partido de Basket Navarra. Me enteré de que había baloncesto en silla de ruedas en Vitoria, por lo que tuve que convencerles, por que hay que ir hasta allí para todos los entrenamientos y, además, a ellos tampoco les convencía mucho el deporte. Finalmente me puse en contacto con mi entrenador y entre los dos logramos convencerles. Fui a un campus de verano y me encantó. Después estuve en un entrenamiento y vinieron mis padres para vernos y ya terminamos de convencerles”.
Ya estaba donde ella quería. Su entrenador detectó su potencial rápidamente, así prefirió que su primer año lo completase entrenando con el primer equipo del club, aunque sin ficha. A partir del verano pasado, el crecimiento de Beatriz ha sido tan exponencial como para con tan solo 16 años, hacerse un hueco en la selección absoluta. “Tras un año entrenando con el equipo de Primera división me hicieron ficha. Aún y todo, el verano de antes de debutar en competición oficial ya estuve en una concentración de la selección absoluta pero me quedé fuera de la lista final. Algo que logré este verano tras muchas concentraciones y entrenamientos”. Beatriz fue convocada para el Europeo B en Italia, donde el combinado se jugaría la opción de estar en la máxima competición el próximo verano. La experiencia no pudo ser más positiva, la navarra tuvo minutos importantes y, además, contribuyó a que su equipo acabase invicto. “Ganamos todos los partidos y nos clasificamos para el Europeo A, fue precioso”. Zudaire reconoce el esfuerzo que realiza su familia para apoyarla. “En Vitoria, entre ir, entrenar, ducharme y volver, acabo por pasar cinco horas. A mí no me importa por que estoy haciendo lo que me gusta, pero para mis padres, que son los que me llevan, es un palizón y se lo agradezco porque lo hacen por mí”.
Una vez conseguido su primer sueño, ahora se plantea nuevos retos: “Quiero jugar unas Paralimpiadas con la selección. O por lo menos un Mundial, pero ambas cosas son complicadas”.
Mientras el pasado verano daban el primer paso para lograr ese sueño, la clasificación al Europeo, los chicos lograban la Plata en Brasil. “Mientras ellos estaban, nosotras estábamos comentando la pasada que es vivir esa experiencia. Es más complicado ya que hay pocas chicas practicando mi deporte así que tenemos que trabajar más duro, pero lo vamos a hacer y a ver si para Tokyo conseguimos plaza”.
Canasta o agua
Ahora mismo es una joven promesa en ambos deportes, tanto en la natación como en el baloncesto. Pero Zudaire sabe que con el paso del tiempo se acerca el momento de decantarse más seriamente por uno de los dos y tiene meridianamente claro por cuál se va a decantar. “Sé que voy a tener que decidir porque estar al máximo nivel en los dos es imposible porque son dos deportes a los que hay que dedicarle mucho tiempo. No voy a mentir, mi sueño siempre ha sido el baloncesto y ahora que lo he conseguido, no lo voy a soltar. La natación me viene muy bien y seguiré haciéndolo”.
El baloncesto femenino en silla de ruedas está comenzando a expandirse, pero todavía es un deporte muy minoritario. La liga es mixta, pero predominan los hombres. “En mi equipo somos tres chicas, pero es algo anormal, lo típico es que haya como mucho una chica en cada equipo”.
Además de todo lo comentado, Beatriz tiene un deseo oculto que guarda como un tesoro: jugar en Pamplona un partido y, si fuese posible, la creación de un equipo de baloncesto en silla de ruedas. “Eso estaría bien ya que me evitaría muchos problemas (se ríe). Estoy muy a gusto en el Zuzeneak, pero molaría jugar en Pamplona para que me pudiesen ver más amigos y, además, dar a conocer este deporte que se promociona muy poco en Navarra. Jugar un día en un pabellón como el de la UPNA con mucho público es un sueño”.
La timidez que caracteriza a la joven hace que no presuma mucho de sus logros, incluso entre sus compañeras de clase no suele contar sus hazañas en ambos deportes. “Sí que saben lo que hago, pero yo no lo digo mucho por que me da mucha vergüenza”.
Aunque no le guste el reconocimiento, Zudaire sí que reclama más atención para los deportes adaptados. “A mí el tema de la prensa me da vergüenza (se ríe), pero sí que es cierto que a mí me da igual que no se me reconozca lo que hago, pero da pena que se hable tan poco de deportes que conllevan muchos esfuerzos para los que los realizan y sus familias”.
Para ella, el deporte es su vida y tiene claro lo que le aporta en su día a día, aunque también convierta la rutina en una locura. “El estar haciendo deporte me ayuda físicamente ya que los músculos están mejor. Pero además, socialmente, te ayuda mucho. Conoces gente, te mueves, viajas y eso es lo mejor de todo esto, la cantidad de amigos que haces”.
Con apenas 16 años casi asusta lo claro que lo tiene todo en la vida. Tan claro como su futuro si continúa progresando a la velocidad que lo está haciendo y sigue con esa ética de trabajo que profesa. Si ya ha cumplido un sueño, ¿qué le va a impedir cumplir más?