Vitoria volverá a ser la sede de la Copa del Rey de baloncesto en febrero de 2017. Lo será en parte gracias al dinero público que se ha invertido en complacer los deseos organizativos de Baskonia. La partida que el Ayuntamiento de Vitoria ha destinado a la competición se ha recortado de unos fondos (más de 200.000 euros) que originalmente estaban presupuestados para políticas de ayuda a desempleados. De esto, Ramón Espinar, el hijo de las tarjetas Black, hacía un libro. Todavía inmersos en la crisis, instituciones y club se han inventado una palabra mágica y de apellido le han puesto una cantidad pomposa. Retorno. 20 millones de euros. Algunos hablan de 25 ó 30. Señores, les están mintiendo. Si la Copa del Rey de baloncesto, un evento de un fin de semana, familiar y confraternizador, y sin ninguna amenaza para la seguridad pública dejara esos dividendos con una inversión tan reducida habría asesinatos por albergar la competición cada año. La falacia se vehiculiza como se hacen las cosas en el mundo corporativo. Se encarga un informe a una consultora y se utiliza los medios afines para llegar al público general antes de que piense por qué le han recortado en derechos sociales para traer una competición de baloncesto. Los medios serios, que tienen acuerdos comerciales con las dos partes, aludirán a ese informe de la consultora y pondrán las cifras muy bonitas y desglosadas. Otros planfletos, simplemente vomitarán los números, en el mejor de los casos sin faltas de ortografía. Las empresas de auditoría/consultoría han pegado petardazos suficientes como para dudar del sistema. En el fondo, ¿quién va a pagar mucho dinero para que le digan que algo no funciona bien? Arthur-Andersen, en su tiempo una de las cinco auditoras más importantes del mundo, se fue al garete por falsear las cuentas de Enron, la empresa que tiene el honor de cometer el fraude más colosal de la historia de la América corporativa. En España tuvimos un caso muy significativo hace poco, cuando un chico de 17 años descubrió la ruina de Abengoa, algo que no advirtió Deloitte, que cobraba varios millones por ello, en su auditoría. Permítanme dudar del informe que cualquier institución haya pedido para que le justifiquen dar dinero a un club de baloncesto para organizar un torneo. Ese informe engorda los datos en donde se puede. Gastos de organización. Proveedores. Medios acreditados (?). ¿Van a a poner caviar y Chardonnay en el catering de la prensa o qué me están contando? Se mueven en limbos que no lleven a la gente a hacer unas cuentas muy sencillas. Pongamos que Vitoria recibe 7.000 aficionados, ni de coña de jueves a domingo todos, procedentes de otras ciudades (¡ay como se meta el BB!). Para que esas personas llegaran a hacer un gasto acumulado de diez millones de euros, no hablo de los veinte o treinta, tendrían que gastar cada una cerca de 1.500 euros. Consultado ayer en booking, la opción más cara disponible para pasar la noche era de 75 euros. En Airbnb había cosas tremendas. Una casa para cinco personas salía a 98 euros por noche. Para los de la LOGSE: menos de 20 pavos por cabeza. Y alquilando una choza ni tienes que salir a comer todos los días por ahí. Las diferentes oportunidades de esta aplicación se movían todas en precios similares. Conocido el perfil del aficionado al baloncesto que viaja a la Copa del Rey, se me ocurren pocas opciones mejores que Airbnb. Con esto alguien puede hacer un reportaje. De nada.

tratos de favor, ‘corralitos’... En esto de las cifras de la Copa subyacen muchos de los problemas endémicos de este país. Tratos de favor, corralitos. Hay dinero para unos pero no para otros. Y todo se tiene que envolver en promesas de retorno, en números redondos, en expectativas de superávit. Seguro que la competición es rentable, pero que no nos vendan burras. Los aficionados se dejarán entre 3 y 4 millones. ¿En serio me van a contar que hay marcas, patrocinadores y la madre que los parió que van a invertir más de veinte kilos en montar una Copa de baloncesto, que tiene una exposición mediática residual hasta el Barcelona-Madrid de turno si lo hay?

En Corazonistas tuve un profesor que se llamaba José Luis San Juan y le gustaba ponernos de vez en cuando proyectos de economía más o menos reales. Si un chaval de 17 años pudo destapar lo de Abengoa, seguro que alguno de tus grupos puede hacer una auditoría más cercana a la realidad que la que explica un informe hecho a la carta del que paga y nos cuenta la prensa mamadora del movimiento. De nada, también.