El Alavés jugó en Anoeta su peor partido de la temporada. Hubo muy poco que rescatar, desde el planteamiento de Pellegrino hasta la actuación de los jugadores. El primero fue culpable por meter al equipo demasiado atrás y los segundos, entre otras cosas, por regalar cada balón que tan cerca de su portería recuperaban. Como cuando se han hecho las cosas bien se ha dicho, creo que no hay nada de malo en verbalizar el nefasto partido jugado contra la Real Sociedad. El problema en el mundo del fútbol es cuando la última impresión opaca todo lo que ha venido ocurriendo en las últimas semanas o meses. Cuanto más grande es un club y más ruido tiene a su alrededor, más estruendosas parecen a nivel mediático estas derrotas esporádicas. Quizás el ejemplo más claro está en el Madrid, próximo rival del Alavés (y del Baskonia hoy). Es líder invicto, lleva 21 partidos sin perder en Liga y es vigente campeón de Europa. Cuando llegue su primera derrota, que visto el nivel del último mes podría perfectamente llegar en Mendizorroza, algunos hablarán poco menos que del Apocalipsis. Siendo muy malo este partido, sigue enmarcado en una temporada de retorno a Primera en la que el Alavés está respondiendo a un gran nivel, nunca hasta Anoeta desdibujado ni contra rivales de mucho mayor calado. Viendo en perspectiva los más de dos meses de competición, se trata de la excepción. Lo que intentó Pellegrino, de tan suicida que fue, se puede considerar hasta ingenuo. Me dio la sensación de que pretendió sacar algo de un partido jugando como el primer Atlético de Simeone pero sin tener defensas como Godín o Miranda ni un delantero como Diego Costa. Pocos equipos en la historia moderna del fútbol se han sentido más cómodos defendiendo tan cerca de su portería como aquel Atlético, cambiante en los últimos tiempos hacia una versión más dinámica y organizada en torno al balón. El resumen de su éxito fue su dominio de las áreas, algo a lo que no puede aspirar el Alavés. La diferencia entre el equipo del Cholo y este Alavés no es solo una cuestión de talento, organización grupal y jerarquía para jugar así. También tiene que ver con la experiencia de los jugadores para sobrevivir en un contexto en el que cualquier error va a tener consecuencias funestas.
El gol de Xabi Prieto es un buen ejemplo de lo disfuncional que fue la ejecución del Alavés, permitiendo un remate de cabeza en su área pequeña. Comentando el partido por Whatsapp me puntualizó mi amigo Edorta que tampoco había muchas diferencias entre lo que propuso el Alavés en Anoeta y lo que ha hecho en la mayoría de salidas de esta temporada. Siendo parcialmente acertada la observación, creo que fue El Glorioso el que fomentó la crecida de su rival, algo que por ejemplo no ocurrió en el Calderón, donde el Atlético en la segunda mitad empujó al Alavés contra Pacheco atacando con muchos hombres y llegando por dentro y por fuera.
la real, demasiado cómoda... La Real el sábado no tuvo que hacer nada especial para instalarse con comodidad en la zona de tres cuartos del Alavés. Simplemente esperaba a que los jugadores albiazules les regalaran el balón para volver a atacar, tampoco con gran velocidad ni profundidad en la primera parte. Si algo se le puede achacar a Pellegrino es que va a ser muy complicado ganar solo defendiendo y buscando un par de contras. Es evidente que la solidez es lo primero que necesita el Alavés, pero no se puede desdeñar de esta manera el balón, aunque solo sea como mecanismo de defensa para permitir respirar y salir de la cueva al equipo en muchos tramos.
De Edgar, Deyberson o Ibai Gómez, tampoco se puede esperar la efectividad del Camp Nou. Lo normal es que estos delanteros necesiten dos o tres claras de verdad por cada gol que marquen. A día de hoy el Alavés no puede pretender ser un equipo de áreas, de esos que da un poco igual lo que hagan con el balón o cómo jueguen porque son contundentes atrás y te matan arriba. Ese modelo disfuncional y caduco está (o estaba) reservado a equipos que pueden pagar a los mejores goleadores del mundo. Se dice con ligereza que el Madrid ganó una Liga solo con Casillas y Ronaldo Nazario. Seguramente tenga más de cliché que de verdad absoluta, pero sirve para explicar el concepto de equipo de áreas por antonomasia y para recordar que este Alavés no se salvará solo con Pacheco y Deyberson.