El maratón olímpico es, sin duda alguna, uno de los mayores espectáculos en cada uno de los Juegos. Su distancia, su aroma y su pasado provienen de la raíz de la cita deportiva más importante del mundo, vienen del camino que llevó a recorrer al soldado Filípides entre Atenas y Maratón. El soldado murió por el camino del esfuerzo. Mito y realidad. Y lo cierto es que la especialidad se ha convertido en una metáfora del trabajo intenso, del deporte más extremo, de la competición contra uno mismo y contra los demás.
En la cita de mañana, a partir de las 14.30 horas, se encontrarán dos vidas de película para tratar de igualar el oro de Londres de Stephen Kiprotich, al que siguieron en la meta británica Abel Kirui y Wilson Kipsang Kiprotich. Ellos son Hiroshi Neko y Meb Keflezighi. Este último, medalla de plata en la especialidad en Atenas 2004. Ninguno de los dos compite bajo su bandera de nacimiento. Uno por vivir sus sueños; el otro, por obligación.
Neko nació japonés en Ichihara, pero corre por Camboya. A los 39 años vivirá en Río de Janeiro sus primeros Juegos Olímpicos, ya que no tuvo oportunidad de entrar en los de Londres. Neko es actor y humorista y la ironía de la vida le llevó a buscarse un país para soñar despierto en los 42 kilómetros de un recorrido olímpico.
El japonés se gana las habichuelas en las tablas y en la televisión, donde destaca por su baja estatura (1,45 metros por 45 kilogramos). De hecho, sus características físicas han sido un ariete para su carrera humorística. Su gran papel es la imitación de un gato. Pues bien, aficionado a las carreras de larga distancia, en 2011 -año en el que todavía corría medios maratones- vio la oportunidad de hacer vibrar su sueño olímpico en Camboya. Se nacionalizó. Sin embargo, la IAAF no dejó que viviera la cita londinense por no haber cumplido un año de ciudadano camboyano. Además, voces críticas argumentaron que quizás la entrada de Neko quitaba posibilidades a los nacidos allí.
En mayo de 2016, Hiroshi dio rienda suelta a sus anhelos y participó en el campeonato del país asiático junto a otra decena de competidores. El billete para Brasil lo tuvo en la mano al pasar por meta como el mejor de todos, pasando el corte de las dos horas y 19 minutos. “Muchos países gastan mucho dinero en pagar a deportistas extranjeros que son buenos en sus deportes, pero nosotros no pagamos nada a Neko y él vino a ayudarnos”, manifestó Vath Chamroeun, secretario del Comité Olímpico de Camboya.
nueve hermanos La historia de Mebrahtom Keflezighi es muy distinta. Nació en Asmara, Eritrea, en 1975. De la escuela africana, sus características genéticas le dieron un don para afrontar el atletismo de larga distancia. No su nacionalidad. Sus padres tuvieron que emigrar de su país (en continuas disputas con Etiopía por la independencia) con él y sus nueve hermanos. Meb no vio un coche hasta que tuvo diez años y convivía con el horror de la muerte.
Viajaron a Milan en 1986 y fue la primera vez que el chaval vio una televisión, sin entender por qué esos pequeños actores cabían en la caja de metal. En 1987 se fueron a San Diego, Estados Unidos, y se instalaron en una casa de tres habitaciones, en la que convivía toda la familia. Meb pasó a ser un destacado corredor cuando estudiaba y en 1998 recibió la nacionalidad estadounidense. Desde entonces, no paró de correr. No paró de crecer. Asmara quedó muy lejos.
En los Juegos Olímpicos de Atenas ganó la plata y el reconocimiento de ser el primer estadounidense en 28 años en obtener metal en el maratón. No acudió a Pekín por una rotura de cadera y en Londres acabó cuarto. Asimismo, Meb promueve estilos de vida saludable en los colegios, es hombre de negocios, speaker, mentor, está comprometido con la ayuda humanitaria y escribe libros.