río de janeiro - Julius Yego (Cheptonon, Kenya; 1989) llegó al segundo lanzamiento del Campeonato del Mundo de jabalina tras haber realizado dos nulos. Era un momento lleno de tensión. La última oportunidad. Entonces, Yego cogió carrerilla y se tiró al suelo rozando el nulo, sorprendiendo a todos con un lanzamiento heterodoxo, pero lleno de eficacia. Tras realizar la acción, el keniata observó tumbado cómo su jabalina volaba más de lo normal, más de lo que nunca había hecho, y se clavaba en los 92,72 metros. Era el mejor del mundo y lo había hecho de una manera extraña, diferente al resto. La metáfora perfecta de lo que es su carrera. Yego lleva la jabalina en la sangre, un atleta elegido para este deporte. Pero el destino quiso que no naciera en el lugar adecuado para pulir todo su potencial. Sin recursos adecuados, ni un entrenador que le guiara, el actual campeón del mundo no se rindió y decidió aprender las técnicas de la jabalina de una manera autodidacta. Desde lo más bajo, Yego tocó la gloria mundial y esta próxima madrugada aspira a hacer más grande su legado con un oro olímpico.

Los inicios de Yego no fueron sencillos. El lanzador keniata nació bajo el amparo de una familia con recursos muy limitados, obligados a dedicar la mayor cantidad de su tiempo libre a la gestión de una granja familiar. Además, al igual que muchos niños de la zona, Yego debía correr cerca de ocho kilómetros para acudir a la escuela. La educación y ayudar a la familia eran sus obligaciones y a priori la única manera de labrarse un futuro mejor. Pero, el actual campeón del mundo, para enfado de su padre, siempre lograba escaparse y acudir a una explanada cercana a su casa para practicar con las jabalinas que el mismo se hacía cortando ramas y dejándolas repartidas por todas partes para que se secaran. Era su única manera de practicar el deporte. Excepto cuando llegaban las competiciones anuales y por fin podía arrojar una jabalina metálica. En su primer intento, siendo todavía un crío, lanzó hasta los 47 metros. Tuvo que esperar un año más para volver a arrojar una jabalina de metal y entonces comprobó que sus entrenamientos con ramas habían dado sus frutos. Yego consiguió una marca de 56 metros y se dio cuenta que podía dedicarse en serio a este deporte.

El cuento de hadas de Yego continuó alargándose más y más. Sus lanzamientos cada vez eran más lejanos y logró el pase a los Campeonatos del Mundo Juveniles de Polonia, pero debido a su situación económica no pudo viajar a ellos. La realidad golpeó duramente al keniata, quien, lejos de tirar la toalla se hizo más fuerte, decidió dar otro paso más en su entrenamiento y seguir mejorando sus registros. Entonces, su preparación autodidacta empezó a vislumbrar los primeros problemas. Yego no sabía si sus métodos de entrenamiento eran correctos y por eso decidió ir a un locutorio a ver vídeos de YouTube para ver cómo se ejercitaban las grandes leyendas de la modalidad. Observar y copiar después. Con Andreas Thorkildsen y Jan Zelezny como principales ejemplos, empezó a mejorar sus marcas de forma sorprendente.

Pero los progresos del keniata no se quedaron ahí. Cada vez los torneos eran más importantes y sus resultados empezaban a ser tenidos en cuenta. En 2011, Yego dio a Kenia la primera medalla de oro en unos Juegos Panafricanos y salió a la luz su peculiar manera de entrenar. Impresionados por las cualidades del nuevo campeón, los periodistas quisieron entrevistar al entrenador de la promesa africana, entonces Yego les dejó boquiabiertos al decirles que su preparador no era ni más ni menos que YouTube. Esta anécdota no solo le sirvió para ganarse el sobrenombre de Mr. Youtube, también llamó la atención de la Federación Internacional de Atletismo, que le concedió una beca para que entrenara durante seis meses en la localidad finlandesa de Kuortane.

Con una participación en una final olímpica y el título logrado en el Campeonato del Mundo, el keniata tiene más recursos para entrenar. Lo sigue haciendo en su país, con un grupo de atletas formado recientemente y manteniendo su autodisciplina de siempre, ya que su entrenador está en Finlandia y llevarle a Kenia es demasiado caro. Y es que la falta de facilidades económicas continúa siendo una losa para Mr. Youtube.

Falta de medios Su último problema lo tuvo cuando llegó al Aeropuerto Internacional Jomo Kenyatta y se dio cuenta que la organización no le había conseguido pasaje para que pudiera viajar con sus compañeros. Ante esta situación, Yego se vio fuera de los Juegos, pero el resto de atletas de su país no lo permitió y se negó a viajar si su campeón de jabalina no iba con ellos. Tras horas de tensión, la federación logró un vuelo a Angola para Yego, que desde allí pudo volar a Río, donde espera que las cámaras se fijen en él para que YouTube pueda registrar sus lanzamientos. Así algún día alguien sin recursos podrá aprender de aquel hombre que llegó a la cima con la determinación y la disciplina como único medio a su alcance.