Jahvid Best (30-I-1989, California) vivirá hoy una experiencia olímpica que hasta hace tres o cuatro años no figuraba en absoluto en sus planes. Por aquel entonces, el atletismo no era más que un recuerdo del pasado, un deporte en el que había brillado en sus años de instituto como consecuencia de unas facultades físicas privilegiadas que le habían catapultado hacia su verdadero objetivo: la NFL. Pero la vida no siempre acaba siendo como uno espera y la trayectoria de Best en la liga estadounidense de fútbol americano fue efímera por las consecuencias de cinco severas conmociones cerebrales. Pero esa misma vida, puñetera a veces, también regala en ocasiones segundas oportunidades y el californiano debutará hoy en unos Juegos Olímpicos en las eliminatorias de 100 metros representando a Santa Lucía, una pequeña isla caribeña con 183.000 habitantes y 616 kilómetros cuadrados que se independizó del Reino Unido en 1979, de donde es originario su padre.
La historia de Best es una de tantas en las que la fatalidad en forma de lesiones acaba frustrando una carrera extraordinariamente prometedora. Considerado uno de los diez mejores runningbacks (corredores) de todo Estados Unidos en su época de high school, en la que brilló también a nivel estatal en las pruebas de 100, 200 y 400 metros, decidió apostar por la universidad de California a pesar de despertar el interés de centros de primerísimo nivel en lo que a fútbol americano se refiere como Notre Dame, Michigan, USC u Oregon. Desde su debut en 2007, y pese a diversas lesiones, su rendimiento fue notable, pero en 2009 comenzaron sus problemas con las conmociones cerebrales. Sufrió dos en un par de semanas, pero la segunda, en un partido ante Oregon State, fue particularmente dañina y escalofriante. Best saltó por encima de un rival para anotar un touchdown, otro le empujo en el aire y cayó sobre el césped en una horrible postura, casi sobre su cuello, con la espalda totalmente arqueada mientras su casco salía despedido. Best quedó tendido, inmóvil, y todo el mundo pensó lo peor. Compañeros, rivales, público? El estadio enmudeció durante el tiempo en el que las asistencias atendieron al jugador, que fue retirado en camilla con el cuello inmovilizado y una máscara de oxígeno, y el fantasma de la parálisis pasó por la mente de todo el mundo. Lo descartaron las pruebas a las que fue sometido, pero los efectos de la conmoción cerebral hicieron que se perdiera el resto de la temporada. Semanas después, decidió saltarse su último curso universitario y presentarse al draft de la NFL.
DEMANDA contra LA NFL Best fue elegido en primera ronda, puesto 30, por los Detroit Lions y firmó un contrato de cinco temporadas a cambio de 9,8 millones de dólares. Sus números en yardas avanzadas y touchdowns durante su primer curso como profesional fueron más que prometedores gracias a su brutal velocidad, pero en el segundo las conmociones cerebrales volvieron a cruzarse en su camino. Primero, en un duelo de pretemporada; después, en un choque oficial contra los San Francisco 49ers. Poco podía pensar Best, que tenía 22 años por aquel entonces, que ese iba a ser su último partido en la NFL. Acabó la campaña en la lista de lesionados por las consecuencias de la conmoción, no salió de ella durante toda la temporada 2012 y en julio de 2013 fue cortado por los Lions al no disponer de autorización médica para regresar a los terrenos de juego. En enero de 2014 decidió demandar a la NFL y a la empresa que se encarga de la fabricación de los cascos de juego, Riddell, aduciendo que “son conscientes del problema y de los riesgos asociados con las lesiones traumáticas cerebrales repetitivas, pero los ignoran deliberadamente y ocultan información”, pero fue desestimada, aunque en un futuro tendrá derecho a indemnización si sufre severas secuelas.
Con las puertas de la NFL cerradas, Best decidió regresar a las pistas de atletismo. En mayo de 2015, mientras se preparaba para el Campeonato de Estados Unidos, corrió los 100 metros en 10,26 con viento a favor y cuando meses después se le presentó la oportunidad de representar a Santa Lucía en los Juegos de Río de Janeiro decidió aferrarse a ella. En abril de este año, en San Diego, registró un notable 10,16 y el pasado mes fue confirmado como velocista olímpico. A sus 27 años, Jahvid Best hará acto de presencia hoy en las eliminatorias del hectómetro. No es el escenario en el que esperaba verse cuando arrancó su trayectoria deportiva, pero no todos pueden decir que su segunda oportunidad en el deporte les ha llevado a unos Juegos Olímpicos.