río de janeiro - En tres centésimas no cabe casi nada, pero sí cabe una medalla de oro, la que logró ayer Mireia Belmonte en los 200 mariposa de los Juegos de Río. Es la cuarta que alcanza la nadadora de Badalona en su carrera, la segunda en la cita brasileña y la primera que le permite subir a lo más alto de podio en su carrera. La catalana partía como favorita en la prueba que le dio una de sus platas en Londres 2012, pero le salió una dura rival en Caroline Groves. La australiana arranca siempre como una exhalación y Belmonte sabía que tenía que sujetar esa salida para evitar que tomara una ventaja excesiva. Así lo hizo y para la mitad de la carrera ya estaba a la par de Groves. Había que aguantar ahí hasta el siguiente objetivo, que era el último viraje para impulsarse en el buceo.

La catalana cumplió el plan y tomó medio cuerpo de ventaja que, en teoría, le debía servir para llegar la primera. Pero Belmonte se vio exigida por la resistencia de la australiana, que tuvo fuelle para disputar la victoria hasta el último centímetro, y el ataque final de la japonesa Hatsumi Hoshi, a quien no se esperaba tan cerca. Mireia Belmonte estiró su agonía en la que dicen que es la prueba con más demanda física de la natación y tocó primera, solo tres centésimas por delante, pero suficiente para cumplir el sueño de toda la vida, para recibir la recompensa a horas y horas de entrenamiento, a un estilo de vida que solo los más resistentes pueden soportar.

La renuncia al Mundial de Kazan del año pasado fue dura de asimilar, pero esa decisión fue acertada porque Mireia pudo olvidarse de las demandas de las competiciones. Las lesiones pusieron un punto de inquietud e inseguridad por el futuro, pero la meta estaba en Río y la medalla que buscaba Belmonte ya cuelga de su cuello. Fue un paso a un costado para poder dar ahora dos adelante.

“Este oro significa lo que he soñado toda mi vida y lo tengo aquí ahora”, comentó Mireia Belmonte en la sala de prensa del Centro Acuático, del que había tratado de huir en las horas previas a la final porque “el día no era fácil de controlar. Era difícil no ponerse nerviosa, no soñar. Ha sido un día muy bonito que recordaré toda la vida”, resumió. La nueva campeona olímpica explicó que siguió el plan trazado de atacar a partir de los 100 metros, pero la cercanía de Groves y de la japonesa Hoshi fue una seria amenaza y “he sufrido mucho en los últimos metros”. “No miraba a los lados porque apenas se veía nada, sólo pensaba en seguir adelante, darlo todo con las piernas”, comentó.

mejoría continua Con el tiempo que le valió para ser segunda en Londres no le habría alcanzado ayer para entrar en el podio. Eso resalta el valor de buscar la mejoría constante, de buscar cómo limarle centésimas al reloj que luego acaban siendo decisivas para superar la raya que conduce a la gloria. Porque Mireia Belmonte. que logró su primera presea internacional en el Europeo de 2008, ha nadado cinco finales olímpicas y ha conseguido cuatro medallas. Y ha sumado títulos y puestos de honor en piscina larga y en corta y en distintas especialidades de la natación. No es la más dotada, de hecho ella misma destaca que solo mide 1.70 metros y tiene un 37 de pie y manos pequeñas, “ni la más talentosa, pero es la que más trabaja”, como destacó ayer Fred Vergnoux.

El técnico francés destacó tras el triunfo de su pupila que “esto tiene que animar a mucha más gente. Ella no es la más talentosa, de hecho, es la más pequeña de la final, pero lo ha conseguido a base de trabajo, con las ganas y la pasión que tiene para esto. Hace cuatro años me dijo que iba a ganar y lo ha hecho y es algo que le va a quedar para toda la vida”.

Algo de eso tiene que haber para que en lo que otros aprovecharían para disfrutar de la gloria y descansar, Belmonte volvió a competir pese a haber llegado a la Villa Olimpica a las tres de la madrugada tras superar todos los compromisos que conllevó su victoria. Ayer, sin ir más lejos, afrontó las semifinales de 800 metros libre, la otra prueba que en Londres 2012 le dio la plata y la quinta que nada en los Juegos de Río.

Se metió en la final con el peor registro de las ocho clasificadas y por solo 33 centésimas, pero una vez dentro cualquier cosa es posible. El oro está imposible porque nadará un tal Katie Ledecky, que para clasificarse batió el récord olímpico de la prueba y sacó casi siete segundos a la segunda. La estadounidense, otra devoradora de agua, lo hizo tras conseguir con el cuarteto de 4x200 su tercer oro en los Juegos de Río. Mireia Belmonte ya tiene uno, el que fue a buscar a su tercera cita olímpica, el que eleva a una deportista indesmayable.