“Tuve que aprender muy pronto que la vida se basa en la supervivencia del más apto”. Hoy en día, los vídeos de Carlin Isles (21-XI-1989, Ohio) acompañados por la descripción El jugador de rugby más rápido del mundo acumulan casi 15 millones de visualizaciones en YouTube, lo que da idea del estatus que ha logrado el estadounidense en un deporte al que llegó por casualidad. Isles es una figura mediática en una modalidad, el rugby 7, que debuta en Río en el programa olímpico y fue precisamente eso, el sueño de disputar unos Juegos -debuta hoy ante Argentina-, lo que le convenció para dejar a un lado el atletismo y el fútbol americano, las disciplinas a las que parecía que iba a enfocar su vida deportiva cuando salió de la universidad.
Pero antes de un futuro deportivo, Isles tuvo que asegurarse un futuro en la vida. Con un padre ausente y una madre adicta a las drogas a la que vio por última vez a los seis años en el asiento trasero de un coche de la Policía, tanto él como su hermana gemela quedaron pronto a cargo de la red de orfanatos de Ohio, cambiando constantemente de hogar y teniendo que dormir a veces en la calle. Fue entonces cuando Carlin aprendió a adaptarse al medio, a pelear cuando no quedaba más remedio, a ser más pillo que nadie y, sobre todo, a correr. “Por aquel entonces ya era muy rápido, en las calles no quedaba más remedio que serlo. Había días que para alimentarnos solo podíamos echar mano de comida para perros. No celebrábamos nuestros cumpleaños, tampoco la Navidad ni nada por el estilo”, recordaba hace un par de meses el jugador en la CNN.
La vida de Carlin y su hermana cambió a los ocho años cuando los Isles, Starlett y Charles, les ofrecieron un hogar y una familia, conceptos que desconocían. Le costó adaptarse a la nueva situación, acostumbrarse a no tener que desenvolverse en un entorno hostil, pero cuando lo hizo su capacidad de velocista no tardó en salir a la superficie. No solo era con diferencia el más rápido de su escuela, sino que se convirtió en un obseso de la velocidad, pasando noches enteras viendo vídeos de los mejores sprinters de la época y analizando sus estilos, sus salidas y sus ángulos de carrera. Cuando saltó al instituto también comenzó a brillar como receptor de fútbol americano y solo sus mediocres notas le privaron de acabar en una universidad de la NCAA-I. Acabó en Ashland, un centro de segunda división en el que logró ser All American en 60 metros lisos y destacó como retornador de kick-offs. Sin embargo, decidido a sacar partido económico de su velocidad, Isles solo permaneció dos años en la universidad y se marchó a Austin a entrenar con Mike Rodgers, que había sido semifinalista en 100 metros en el Mundial de 2009, pero solo aguantó un año. Su mejor marca en la distancia, 10,24, pese a ser notable, le dejaba lejos de optar a un Mundial o a unos Juegos dentro del equipo estadounidense.
Era 2012 e Isles comenzó a replantearse su futuro hasta que por casualidad vio un vídeo de rugby 7 en YouTube. Comprobó que aquel deporte se ajustaba como anillo al dedo a su velocidad, envió un mail a la federación estadounidense y al día siguiente ya tenía invitación para un test privado. Así arrancó su carrera en esta modalidad, aunque las tentaciones no le abandonaron. En diciembre de 2013 fue invitado a los entrenamientos de los Detroit Lions de la NFL y en febrero de 2014 firmó con los Glasgow Warriors de rugby XV, pero abandonó ambas aventuras para centrarse en su sueño olímpico. Este año estuvo tentado de presentarse a los trials en 100 metros, pero será el rugby 7 el que saciará su apetito olímpico.