“No he entrenado nada para el partido de mañana”, desvela Iker Irribarria (Arama, 1996). El zurdo guipuzcoano, que rescató la txapela del Manomanista para su territorio después de más de dos décadas de sequía, reconoce que el traqueteo del verano, siendo un capo de Aspe, no le ha dejado exprimirse en su modalidad fetiche, en la que repetirá enfrentamiento ante Mikel Urrutikoetxea en el Ogueta de Gasteiz. Aunque le llaman revancha, solamente se trata de un envite singular, porque el título, tal y como recordaba el propio zaratamoztarra, está en Arama. “No he podido ensayar. Esta misma semana tuve compromisos el domingo y el jueves. Así no puedes hacer demasiados entrenamientos, porque las manos no te responden a la hora de jugar los partidos”, cuenta Irribarria, que portará la vitola de campeón durante todo el año, el anagrama en su camiseta y el colorado. En tierras alavesas, en el duelo más esperado de la feria de La Blanca, con contiendas especiales en muchas de sus ediciones, Iker volverá a viajar al epicentro de su sueño manista. A todo el frontón.
Así las cosas, certifica el aramarra que, a pesar de ser un manomanista nato, la conversión es “complicada” después de dos meses de vaivenes en compañía. “Del parejas al mano a mano, tras estos dos meses de verano, te cambia mucho el chip. Al igual que cuando pasé del Manomanista -en el que comenzó en la previa para terminar triunfando en el duelo final- a los encuentros de parejas. Cambia todo, no solo por el golpe, sino también por la colocación. Se te hace extraño y difícil”, sostiene el guipuzcoano, quien revela que “en el Ogueta, tanto Mikel como yo notaremos que estamos en las mismas condiciones, que será algo distinto para los dos. No habrá excusas”. Incide, asimismo, en la distancia que existe en las dos especialidades, contando ya por descontado con la soledad y la falta de colchón: “Sobre todo, cambia la colocación y la defensa de aire. En el parejas no pasa nada cuando entras de aire, pero en el mano a mano es porque te encuentras muy ahogado. Además, tienes que ponerte de sotamano a pelotas difíciles”. Ahí comienzan a cincelarse los principales escollos en la adaptación.
De todos modos, revela Irribarria que la contienda ante Urrutikoetxea se trata solamente “de un partido especial”, hecho para que la gente “disfrute”. Por tanto “no” es una “revancha”. Así, declara el zurdo de Arama que “no hay presión” y agrega que “Urrutikoetxea juega mucho mano a mano. Lo ha demostrado muchas veces en el frontón. Si me gana, tampoco va a pasar nada”.
un verano prolífico “La verdad es que el verano se hace duro. Después de tantos partidos en tan poco tiempo, el cuerpo lo acaba notando. Aun así, ya firmaba pasar todos los veranos así, jugando mucho y con la txapela en casa”, analiza Irribarria. Tras la conquista del cetro, Iker no tuvo demasiados choques porque le coincidió con el parón manista, pero ya en julio disputó ocho duelos, cuatro de ellos seguidos. “Cuando tienes un par de días de descanso, lo que quieres es relajarte al máximo”, dice el aramarra, quien certifica que “hasta ahora nunca había jugado cuatro partidos en cuatro días y se hace duro. Si las manos responden, juegas a gusto. Otra cosa es que se te fastidien el primer partido y sufras en los otros tres”.
Lo que sí le molesta es el tobillo, tocado desde aquella maratón. “No era nada grave, pero me sigue molestando. Me deja jugar sin problemas”, sostiene el guipuzcoano. De este modo, la convivencia con las molestias es un leit-motiv de su verano. “Si las manos están bien y no tienes dolores, tienes que seguir jugando. A pesar de todo, problemillas se tienen siempre. Con ellos convivimos a diario”, remacha.
Respecto a los resultados, Irribarria manifiesta que “es difícil por ahora hacer un balance de estos meses. En el Cinco y Medio, Beñat Rezusta y yo nos llevamos un palo bastante grande por cómo jugamos. Aun así, el verano está siendo bueno, ya que en San Fermín llegué a la final con Abel Barriola. Por el resto, en los choques que hemos perdido hemos llegado a tanteadores altos”. Suma y sigue para Irribarria.