El golf y el rugby son dos deportes tan opuestos como lo es su regreso a unos Juegos Olímpicos. Lo que para la mayoría de los solitarios jugadores que pisan los elitistas campos del mundo ha causado indiferencia, quizás porque lo consideran un torneo más de los muchos que hay en el mundo y que, además, no da dinero, para los fornidos manejadores del balón oval ha supuesto una gran oportunidad de colocar su deporte en el mejor escaparate posible.

La polémica también ha tocado a la vuelta del golf al programa olímpico después de 112 años ya que el campo donde se jugará el próximo fin de semana invade terrenos del Parque Natural de Marapendi y, según los ecologistas, altera la biodiversidad de la zona. Además, los mejores jugadores han pensado que no necesitan la proyección olímpica para que su deporte siga girando. Así, faltarán en la ciudad carioca los cuatro primeros del ranking mundial: el australiano Jason Day, los estadounidenses Dustin Johnson y Jordan Spieth y el norirlandés Rory McIlroy. Ellos han renunciado a participar, lo que deja una sensación de menosprecio al torneo olímpico, pero otras estrellas que habrían querido estar no se han ganado la plaza. Con la participación limitada a 60 jugadores, sin importar su puesto en el ranking, no todos cabían.

Pese a que hay otras ausencias destacadas como la del australiano Adam Scott, los sudafricanos Branden Grace y Louis Oosthuizen o el japonés Hideki Matsumaya, el golf es un deporte tan abierto que entre quienes buscarán el oro olímpico están dos de los cuatro ganadores de majors de este año, el sueco Henrik Stenson y el británico Danny Willett, y otros jugadores con un grande en su palmarés como el estadounidense Bubba Watson, el británico Justin Rose, el alemán Martin Kaymer o el irlandés Padraig Harrington. Jugadores que frecuentan los primeros puestos como Sergio García, Patrick Reed, Matt Kuchar o Rickie Fowler aseguran un buen nivel, pese a todo, en el recorrido del Campo Olímpico, un par 71, donde se jugarán cuatro vueltas para decidir las medallas, con play-off si hiciera falta para deshacer empates.

En el golf femenino, que se disputará entre el 17 y el 20, ocurre lo contrario. Nueve de las diez mejores del mundo estarán en Río. Solo falta la coreana Jang Ha-Na por exceso de cupo ya que otras cuatro jugadoras de ese país están clasificadas. La navarra Carlota Ciganda tratará de rondar las medallas en un torneo cuya estrella es la joven neozelandesa Lydia Ko, que a sus 19 años lleva casi dos considera como la mejor jugadora del mundo.

Rugby de vértigo El rugby vuelve desde este sábado a unos Juegos Olímpicos después de 92 años y lo hace en la modalidad de Seven, que hace todo mucho más dinámico y frenético. Los partidos se juegan a dos tiempos de siete minutos, por eso los equipos disputan dos cada día en las dos primeras jornadas y todo ocurre muy rápido en el mismo espacio de campo que en el rugby a 15. Las potencias de este deporte no faltan en una cita que es histórica para una disciplina cuyos valores encajan perfectamente en lo que es, o era, el ideario olímpico. España, a través de los Preolímpicos, ha colado a sus dos equipos, con una amplia representación vasca, en lo que ha supuesto una hazaña a la que se quiere dar continuidad llegando al menos hasta los puestos de diploma. Los chicos jugarán la primera fase ante Sudáfrica, Australia y Francia, y las chicas, ante Nueva Zelanda, Francia y Kenia.

Con menos gente en el campo, se equilibran las fuerzas y, así, la favorita al oro masculino es Fiyi, que ganó las Series Mundiales. La gran estrella en Río será el neozelandés Sonny Bill Williams, doble campeón mundial con los All Blacks. También compiten en el Seven los estadounidenses Nate Ebner, campeón de la NFL, y Carlin Isles, considerado el jugador más rápido del mundo, o el argentino Juan Imhoff.

Entre las mujeres, Nueva Zelanda encabeza los pronósticos, mientras que Sudáfrica renunció a mandar a su equipo, ya que no se clasificó en las Series Mundiales y cedió su sitio a Kenia.