Mandó Fabio Aru a sus muchachos que avivaran la marcha, que le construyeran un trampolín en Lacets du Grand Colombier. Diego Rosa y Tanel Kangert le colocaron los muelles y el italiano arrancó. Inquieto, desenfundó Aru. Valverde, con ese reprís tan suyo, se fue con él. Fueron unos metros, unas zancadas de ilusión y esperanza hasta que Poels domó el látigo del italiano. Froome siguió a Poels y la algarada de Fabio Aru capituló. Décimo en la clasificación general, a 5:16 del líder, el sardo se reconoció al fin en el Tour de su desvirgamiento. Debuta en la carrera francesa Aru después de que el pasado año ganara la Vuelta a España y ocupara la segunda plaza en el podio del Giro. En ambas pruebas, el italiano mostró su mejor versión en la última de semana de competición. Es lo que desea Aru para el descuento hacia París, donde espera lo más duro del Tour. Resistente y guerrillero, de aliento largo, Aru tratará de escalar posiciones.
El padecimiento de Tejay En su camino, el italiano se encontrará con Tejay Van Garderen, que ayer palideció y se dejó 1:28 respecto al grupo de los favoritos tras perder la conexión en Lacets du Grand Colombier. El norteamericano, octavo en la general, a 4:47 de Froome, compartía liderato con Richie Porte en el BMC. Sin embargo, la pérdida de tiempo en Culoz repuntan al australiano respecto a su compañero de equipo, que volvió a atragantarse en un día importante. Da la impresión de que Van Garderen, que el año pasado tuvo que dejar el Tour por enfermedad cuando marchaba tercero, llega con la fatiga acumulada a la resolución de la Grande Boucle. Emergente Aru, que pudo mostrarse, Van Gerderen, sin embargo, parece sumergirse tras un mal día camino de la evaporación.