parís - Entre los símbolos de Francia, respingona como la torre Eiffel, orgullosa como los Campos Elíseos e icónica como el Louvre, la bódega pictórica de la Gioconda y su sonrisa enigmática, prevalece una postal que vertebra el país desde hace más de un siglo: el Tour. La carrera teje los paisajes del Hexágono y su pasión por la Grande Boucle, la obra magna de los franceses. Es la fiebre amarilla de julio un asunto de estado para los galos, que desean el Tour con las miradas encendidas de los amantes de verano. El ejército francés no es ajeno a ese oda de amor a la carrera y por eso ha decido ceder la mejor tecnología de vigilancia a la organización del Tour con el objetivo de atrapar a los tramposos, si los hubiera. Centinelas de su carrera, el ministerio de Defensa galo ha puesto a disposición del Tour de Francia, que arranca el sábado en Mont Sant-Michel, una cámara térmica para detectar el calor que desprenden los motores eléctricos en las bicicletas en plena carrera y sacar a los impostores de la carretera. Los comisarios de la Unión Ciclista Internacional (UCI) emplearán la cámara desde una motocicleta, siguiendo de cerca a los corredores.
La cámara, valorada en 200.000 euros según publicó el rotativo parisino Journal du Dimanche, rastrea con exactitud el calor que se desprende de estos artilugios cuando se emplean -su uso no es constante sino que se utilizan en momentos muy concretos- y señala sin equívocos una concentración de energía del todo artificial, un embuste, como el uso de un motor eléctrico, que ofrece una potencia extra al pedaleo. El dopaje tecnológico que aligera el pedaleo está en la agenda de la Unión Ciclista Internacional (UCI) desde que un motor de estas características fue detectado por los comisarios del organismo ciclista en la pasada edición de los mundiales de ciclocross.
La novedad que aporta la cámara térmica es que las bicicletas pueden ser escaneadas durante su uso en carrera, algo indetectable a los escáneres que emplea la UCI, cuyos comisarios radiografían las bicicletas mediante tablets que detectan las ondas electromagnéticas que emiten los imanes de los motores durante las salidas o las llegadas, pero no mientras ruedan. Y en las carreras los cambios de bicicleta son habituales, ya sea por cuestiones mecánicas o cuando los corredores buscan una mayor ligereza en la bicicleta para afrontar la ascensión de una montaña, preferiblemente para acometer finales de etapa en subida. Son momentos en los que se puede producir el cambiazo y donde los actuales métodos que emplea la UCI no llegan.
¿un problema en aumento? La ayuda tecnológica de los militares intenta frenar una problemática de la que se comenzó a debatir en 2008 y que va en aumento según varias fuentes. En abril, el ingeniero húngaro Stefano Varjas explicó en un programa de la televisión francesa haber montado motores a cambio de 150.000 euros en las bicis de algunos grandes campeones, aunque Varjas nunca dio nombres sobre los clientes a lo que atendió y entregó su tecnología. Durante el mismo programa, los periodistas demostraban cómo empleando cámaras térmicas, que convierten las diferencias de temperatura en diferencias de colores, eran apreciables motores ocultos en los tubos de las bicicletas. La UCI pelea por desenmascarar a los posibles infractores y ha acelerado la lucha contra el dopaje mecánico. Para la carrera francesa, el máximo organismo rector del ciclismo, desarrollará un plan para realizar entre 3.000 y 4.000 controles. En el Giro realizó 2.000. La UCI desplegará métodos de detección adicionales en el Tour. Ahí es cuando entra el Gran Hermano. La vigilancia del ejército francés. El ojo capaz de adrentarse en las entrañas de la bicicletas tomándoles la temperatura con una cámara térmica. - Céssar Ortuzar