Francia2

Irlanda1

Francia: Lloris; Evra, Koscielny, Rami, Sagna; Matuidi, Kanté (Min. 45, Coman; min. 90, Sissoko), Pogba; Payet, Giroud (Min. 72, Gignac) y Griezmann.

IRLANDA: Randolph; Coleman, Keogh, Duffy, Ward; Brady, Hendrick, McCarthy (Min. 70, Hoolahan), McClean (Min. 66, O’Shea); Long y Murphy (Min. 64, Walters).

Goles: 0-1: Min. 2; Brady. 1-1: Min. 58; Griezmann. 2-1: Min. 61; Griezmann.

Árbitro: Nicola Rizzoli (Italia). Expulsó a Duffy (min. 65). Mostró amarilla a Coleman, Kanté, Hendrick y Rami.

Incidencias: Parc Olympique Lyonnais, 56.279 personas.

lyon - Antoine Griezmann zanjó una hora de angustia y mandó a Irlanda para casa. Tres apariciones estelares suyas se tradujeron en los goles que remontaban el obtenido por Brady desde el punto de penalti en el arranque del encuentro y la expulsión del central Duffy. Todo ocurrió en apenas ocho minutos y fue demasiado para la muy digna Irlanda, que había empleado sus armas con inteligencia poniendo un nudo en la garganta de la anfitriona. Volteado el marcador y en superioridad numérica, Francia jugó cómodamente, dispuso de incontables ocasiones para golear y olvidar el sufrimiento vivido ante un enemigo aleccionado para amasar con criterio y paciencia un marcador que hubiese puesto la Eurocopa patas arriba. La sorpresa planeó sobre Lyon hasta que un desatado Griezmann acertó a poner las cosas en su sitio.

Al empacho de especulación, que digan lo que digan los técnicos no es sino lo que vulgarmente se conoce como miedo a perder, denominador común de los partidos de la jornada inaugural de los octavos, siguió un espectáculo eléctrico gracias al madrugador gol de Irlanda. Un penalti tonto cometido por Pogba, reflejo de cierta relajación colectiva, deparó una intensa batalla de los galos contra el cronómetro y los nervios. Francia pensó que más pronto que tarde haría valer su superioridad técnica, el variado catálogo de recursos ofensivos que atesora, pero enfrente exhibieron empaque, no se dejaron intimidar y evitaron recular en exceso.

Lloris no fue un espectador, si bien la pelota estuvo más tiempo en poder de Francia, que tuvo en el exquisito Payet su elemento más cabal. Disciplinada e intercalando la amenaza de despliegues muy directos, Irlanda aguantó la iniciativa rival concediendo contadas llegadas. El único agobio para Randolph se registró en el añadido, en un doble remate dentro del área a cargo de Payet y Griezmann desbaratado por los defensas lanzándose en plancha para proteger a su portero. Antes, únicamente chuts desde más allá de la frontal y un cabezazo flojo de Griezmann. Irlanda, una fortaleza, exigía otra marcha, mayor dinamismo y atrevimiento.

Didier Deschamps captó las necesidades, retiró a Kanté, buen recuperador y discreto distribuidor, en su lugar situó al dúo Pogba-Matuidi, dando entrada a Coman para que percutiese por la derecha. El retoque y una salida más decidida tras el descanso depararon un cuarto de hora de monólogo (76% de posesión). Irlanda empezó a tener problemas para atender las marcas y a Randolph se le vio más ocupado. Y con el juego ya inclinado hacia el marco irlandés apareció la puntería de Griezmann. Primero con un testarazo de manual a centro de Sagna y luego con una carrera para recoger una dejada de Giroud, que le sirvió en bandeja el 2-1. En plena borrachera, de nuevo Giroud habilitó al héroe de la tarde, siendo su avance cortado a medio metro del área por Duffy, un valladar poco dotado para la velocidad que asumió sin rechistar la tarjeta roja.

GIGNAC, SIN TINO Francia lo tenía en el bote, le bastaba con explotar la desesperación y fatiga ajenas. Así lo hizo y, de no ser porque Gignac anduvo con el punto de mira desviado, el marcador hubiera alcanzado cotas escandalosas. Payet siguió repartiendo bombones, mientras Matuidi crecía en la zona ancha. Algunos escarceos del esprinter Coman y el picoteo de Griezmann entre líneas doblegaron a Irlanda, que a cinco del final tuvo arrestos para presentarse ante Lloris. Fueron dos fogonazos de orgullo que no alteraron el enardecimiento de la grada. Francia posee dinamita arriba, pero ayer un descuido le abocó a invertir un esfuerzo del que no se ha librado ninguna de las favoritas del campeonato. No se puede pretender que las selecciones de segunda fila ofrezcan fútbol de elaboración e ingenio, pero saben bien cómo plantear dificultades aplicándose en tareas defensivas. Falta descubrir el antídoto para tipos tan espabilados como Griezmann.