Radkja Nainggolan (Amberes, 1988) es un guerrero del césped. Incansable y en una lucha constante durante los noventa minutos. Además, sus numerosos tatuajes y esa cresta que no para de transformar, cambiándole constantemente su forma y color, le han valido para ganarse una merecida fama de fiero competidor. Conocido con el sobrenombre de el ninja por su origen asiático y su actitud sobre el campo, este centrocampista belga pelea por cada uno de sus objetivos con toda su intensidad. Da igual que sea dentro o fuera del terreno de juego. Es lo que la vida le ha enseñado. Desde muy pequeño, Nainggolan se vio obligado a trabajar duro para salir adelante en el día a día. Abandonado por su padre a los cinco años y con una madre ausente en casa debido a las necesidad de sacar adelante a sus hijos, tuvo que aprender muchas cosas solo y esa manera de vivir durante la infancia la ha llevado consigo hasta hoy en día. Sin pedir nada a nadie y tratando de avanzar por su cuenta.

El fútbol fue la vía de escape del jugador belga y también su salvación. El parque Bloementuin, rodeado de edificios en pleno barrio Linkerover de Amberes, fue el lugar donde Radja y su hermana gemela Riana, actualmente también jugadora de la Roma, dieron sus primeras patadas al balón. Un lugar lleno de alegría para ellos, pero en el que había que luchar muy duro para estar a la altura. “Muchas veces le pedía a mi hermana que no jugara, por seguridad. Tenía miedo de que la lastimaran o saliera herida. Se jugaba por prestigio, no solo por diversión. Yo era más duro, pero ella simplemente era una chica”, contó Nainggolan durante una entrevista concedida a la revista italiana Sportweek. En ese duro campo de batalla empezó a forjarse la competitividad del actual jugador de la selección belga y también su técnica, lo que llamó pronto la atención del K. F. C. Germinal Beerschot, donde jugó en las categorías inferiores hasta su marcha a Italia con 17 años.

En esta época, los hermanos Nainggolan crecieron solos. Aunque detrás de ellos, su madre trabajaba día y noche para poder sacar a la familia adelante y para solucionar los problemas dejados por el padre que les abandonó a una edad muy temprana. Radja siempre ha resaltado la importancia que tuvo durante su crecimiento y cuando esta murió de cáncer en 2010, él se tatuó en su espalda dos alas grandes con la fecha de nacimiento y fallecimiento de su madre. Ahora, Nainggolan lucha en la cancha con el sentimiento de que su progenitora está acompañándole y deseando que pudiera ver todo lo que ha conseguido en estos últimos años. El que sí que ha aparecido recientemente es Marianus Nainggolan, su padre. En los últimos años ha contactado con él aunque Radja no ha perdonado lo que les hizo a él y a sus hermanos cuando todavía eran unos niños. “Es un capítulo cerrado, si no me hubiera hecho jugador de fútbol, no me habría invitado nunca a su casa en Indonesia. Cuando le vi, era como un extraño. De él recuerdo solo las cosas negativas, como las peleas en casa, y ahora me busca porque soy famoso. Yo solo soy un chico sencillo que necesitaba a su padre”, declaró en una entrevista a una cadena de televisión belga.

Las experiencias vividas en la infancia forjaron el carácter de Nainggolan. El jugador de la Roma no se deja intimidar, ni dentro ni fuera del campo y no es raro verle contestar en las redes sociales a sus detractores. Además, sus tatuajes, incontables incluso para él mismo, son como heridas de guerra en una vida llena de duras vivencias que ha decidido marcar en su cuerpo para llevarlas siempre con él. Aunque este fiero aspecto le llevó a protagonizar recientemente un malentendido en un hotel de Amberes. Unos clientes vieron a Nainggolan y llamaron a la policía pensando que era un terrorista. Afortunadamente, los agentes no tardaron en reconocer al centrocampista de origen indonesio y el malentendido acabó en una fotografía con todos los protagonistas sonrientes.

Vida en Italia A los 17 años Nainggolan fichó por el Piacenza y no tardó de adaptarse al juego y a la vida italiana. Su potencial no tardó en destacar y le llevó a la Roma previo paso por el Cagliari. Al igual que hizo desde el primer día, en la escuadra romana destacó desde el primer día y pronto se convirtió en pieza fundamental. Recientemente, varios equipos han intentado contar con su servicio, el que más ha pujado es el Chelsea, aunque el centrocampista belga reconoce sentirse muy feliz en Italia y por ahora no tiene planeado moverse.

Uno de los retos que más tardó en cumplir Nainggolan fue su inclusión en la selección belga. Marc Wilmots decidió dejarle fuera del último Mundial y el jugador de origen indonesio no ocultó su enfado, haciendo público su malestar. Sin embargo, el centrocampista de la Roma no es un jugador de solo palabras, también de hechos. Como le ha enseñado la vida siguió luchando y actualmente es una pieza fundamental de Bélgica en esta Eurocopa.