Duración: 34 minutos de juego.
Saques: 1 de Bengoetxea VI (tanto 6) y 4 de Urrutikoetxea (tantos 2, 7, 14 y 15).
Faltas de saque: Ninguna.
Pelotazos: 164 pelotazos en juego.
Tantos en juego: 5 de Bengoetxea VI y 15 de Urrutikoetxea.
Errores: 3 de Bengoetxea VI y 3 de Urrutikoetxea.
Marcador: 1-1, 2-2, 4-3, 4-4, 5-12, 7-13, 8-16, 9-17 y 9-22.
Botilleros: Ejercieron de botilleros Asier García (con Oinatz Bengoetxea) y Pablo Berasaluze (con Mikel Urrutikoetxea).
Incidencias: Partido correspondiente a los cuartos de final de Asegarce del Cuatro y Medio de San Fermín disputado en el frontón Las Llanas de Sestao. Buena entrada. 700 espectadores.
Sestao - A Mikel Urrutikoetxea le decía Pablo Berasaluze hace menos de un año que tenía que creer en sí mismo, que la jaula, para un delantero de su capacidad técnica, no es para nada una cárcel. Que podía liberarse. Que era capaz. Se lo decía el delantero berriztarra porque era consciente de sus opciones. Dio en el clavo. Eso fue cuando el verano finalizaba y, en dos meses, acabó coronándose campeón del Cuatro y Medio. Fue una inyección para domar el cuerpo de un manista impresionante. La fe le hizo más grande.
En aquel campeonato sufrió de lo lindo en una de las mejores semifinales de los últimos años para derrotar a Oinatz Bengoetxea, su bestia negra en las batallas individuales hasta ese momento.
De aquel Mikel en la cancha queda más bien poco. Él sigue allí, su esencia, su aroma, pero ahora se cincela distinto. Ayer, en el Cuatro y Medio de San Fermín, en su regreso al acotado, fue Oinatz, verdugo y víctima, quien pagó los platos rotos. Terrible Urruti, en la alegría de movimientos, en la facilidad para castigar y en el saque cimentó una victoria que le vuelve a dar galones en una distancia en la que no creía y en la que es un as. El puntillero de Leitza, un demonio de piernas rapidísimas, sufrió los envites de un Mikel desatado, con nervio, con chispa, al que le salió la pelota de la mano a una velocidad endiablada en una clase magistral de cómo se juega al Cuatro y Medio: sacar, mover al adversario de lado a lado, percutir y terminar. Sin sorpresas. Sin fallos. Un derroche.
Y fue tal porque Urrutikoetxea, que nació en el envite de cuartos de final del acotado navarro en Sestao como un diésel, explotó a partir de encajar la primera distancia (4-2). Oinatz no tomó el pulso a Mikel, que sumó tres yerros consecutivos que transformaron el luminoso del 1-2 a la falla más grande colorada.
En ese punto se desperezó el vizcaino, mandón, autoritario, con galones. Bengoetxea VI, que se caracteriza por ser correoso y difícil de ganar, se llevó una tacada de diez tantos consecutivos que le dejaron el partido visto para sentencia.
Con el 4-12, las razones del todoterreno de Zaratamo ya eran una realidad. La tendencia era azul de modo muy nítido. El saque le hizo un traje a su adversario, que permitió que el tercer pelotazo supusiera o un remate o un sustento eterno para el resto del tanto. Tres fogonazos del puntillero leitzarra pararon la sangría, pero no dejó de ser un brindis al sol (7-12).
Un tanto de Urruti devolvió el saque al de Zaratamo y dos disparos iniciales le dieron aún más ventaja. A Oinatz solo le quedó correr de lado a lado ante un adversario mayúsculo, jugando a lo ca5mpeón, que dotó de sentido a cada pelotazo. A cada paso. El choque se estiró hasta el 9-16. Bengoetxea no volvió a sumar. En un último tramo para enmarcar, el zaratamoztarra levantó Sestao. Imperial. Mano de hierro. Aimar Olaizola será el siguiente rival de Mikel.