PARIS. Duramente atacados tras su derrota contra Italia en la primera jornada, los "Diablos rojos" asumieron su estatus de mejor selección europea de la clasificación de la FIFA y se anotaron una trabajada victoria ante un rival aguerrido, que aún no cierra las puertas a su clasificación en el "grupo de la muerte".
Con un eficiente Lukaku, autor de dos tantos, entre ellos el primero de los belgas en una Eurocopa desde 2000, Bélgica se queda en puertas de los octavos.
Si Italia aseguró ayer su billete para octavos al vencer a Suecia, el triunfo hoy de Bélgica asegura a los transalpinos el primer puesto del grupo E. Bélgica acaricia el segundo, para lo que le basta con un empate ante Suecia, obligada a vencer para acabar segundos.
Irlanda, que desde que en 1988 consiguiera su primer triunfo en un europeo no ha vuelto a ganar ningún partido, debe vencer a Italia y esperar una carambola para terminar segunda.
El equipo de Martin O'Neill aguantó bien la presión belga el primer tiempo, pero se derrumbó a partir del tempranero gol de Lukaku nada más volver de las duchas.
Obligado a irse al ataque, los verdes abrieron la fortaleza con la que hasta ese momento habían plantado cara a Bélgica, cuyos delanteros veloces y audaces se dieron un festín.
Fue una reivindicación en toda regla de un equipo maltratado en su propio país, una reacción de orgullo al pesimismo que se había instalado en el entorno de los belgas tras su pobre actuación contra Italia.
Y fue Lukaku, uno de los más criticados, quien firmó un doblete que le consolida en su puesto de titular, frente a quienes consideraban que el jugador del Everton debía ceder su plaza.
El delantero no desaprovechó un buen contragolpe dirigido por De Bruyne que le centró en la frontal del área, desde donde de un colocado zurdazo batió a Randolph.
El tanto, el primero de los belgas en la competición, liberó a los "diablos rojos" y dio pasó a los irlandeses el peso de la responsabilidad que durante los primeros 45 minutos les había maniatado.
Pese a llevar la manija del encuentro, los de Marc Wilmots apenas inquietaron el área irlandesa, bien ordenada y poco molesta con el dominio de los "diablos rojos".
El seleccionador belga, que tiene su residencia en Burdeos, donde se jugó el partido, propuesto un once más ofensivo que contra Italia, con la entrada del jugador del Atlético de Madrid Yannick Carrasco en lugar de Marouane Fellaini, pero también Moussa Dembélé en lugar de Radja Nainggolan.
Pero las ocasiones fueron pocas y casi siempre propuestas por la abnegación de De Bruyne, el más activo en el ataque, que sirvió bien a los 21 minutos a Hazard, que obligó a estirarse a Randolph.
Carrasco vio como le anulaban un tanto por fuera de juego a los 25 y cuatro más tarde el propio De Bruyne probó suerte.
Pero de forma inesperada el tanto llegó en una contra ante una selección que, hasta ese momento, se había contentado con contener el ímpetu belga.
El gol lo cambió todo. Witsel marcó el segundo a los 61 minutos tras marcar de cabeza un buen centro de Meunier y de nuevo Lukaku redondeó el marcador en el 70 y, minutos después, dejó su puesto en el césped a Benteke.
El belga logró el segundo doblete del campeonato, tras el logrado ayer por el español Álvaro Morata, y permitió a su selección firmar el segundo 3-0.