No es sencillo encontrar un vestuario más multicultural que el del Watford del último curso. Jugadores de 22 países distintos confluyeron en el conjunto de Vicarage Road, desde argelinos a lituanos pasando por uruguayos o belgas. Incluso algún que otro inglés. Tampoco demasiados. Un par. Quique Sánchez Flores tuvo a sus órdenes pupilos que manejaban hasta quince lenguas maternas distintas, aunque ninguna más curiosa que la de Costel Pantilimon (1-II-1987, Bacau), portero reserva de los Hornets y también de la selección rumana, que tuvo en su infancia el rumano y el lenguaje de signos como principales vías de expresión. Tanto el padre, Costica, como la madre, Mihaela, de Pantilimon, el jugador más alto de la Premier League las últimas temporadas desde su privilegiada atalaya de 2,03, son sordos. También son el principal motor en la carrera de un guardameta que en el curso 2013/14 llegó a arrebatar la titularidad a Joe Hart en el Manchester City y que hasta la eclosión de Ciprian Tatarusanu fue la primera opción de Anghel Iordanescu en la meta tricolorii.

Pantilimon acostumbra a ser parco en palabras cuando se le cuestiona sobre la discapacidad de sus progenitores. “Todo es consecuencia de un accidente que sufrieron en su infancia”, acostumbra a decir cuando se le cuestiona sobre el origen de esa minusvalía. Sobre lo que se expresa sin cortapisas es sobre su relación con ellos y su influencia en su carrera deportiva. “Hablamos todos los días gracias a las nuevas tecnologías, sobre todo a Facetime. Tanto mi mujer como yo nos manejamos sin problemas con el lenguaje de los signos y ellos son capaces de leer los labios si no hablamos demasiado rápido”, asegura el guardameta, que tiene en sus progrenitores un claro referente por su historia de superación personal. “Ambos trabajaron duramente en una fábrica de material aeronáutico para que yo pudiera dedicarme desde los 14 años a mi sueño de ser futbolista profesional. Lo más importante para mí es verles orgullosos por todo lo que he conseguido en el mundo del fútbol. Ven todos mis partidos por televisión y vienen a Inglaterra cuando pueden”, asegura.

Fue precisamente su padre quien convenció a aquel niño que soñaba con emular a Gheorghe Hagi de que su puesto estaba debajo de los palos. Tenía 9 años, destacaba ya por su estatura y no le costó demasiado trabajo fichar por el Aerostar Bacau, el equipo de su ciudad. A los 16 ya era titular indiscutible y dos años después, cuando ya era internacional en las categorías inferiores de Rumanía, fue reclutado por la Politehnica Timisoara, club ya desaparecido pero que por aquel entonces tenía cierto rango en la máxima categoría del fútbol de su país. Pantilimon fue evolucionando y su nombre comenzó a verse asociado con importantes clubes continentales. Fue el Manchester City el que acabó haciéndose con sus servicios en agosto de 2010, primero cedido y luego en propiedad previo pago de tres millones de euros. Roberto Mancini, por aquel entonces técnico de los Citizens, quedó prendado de él en una eliminatoria de Liga Europa y quiso contar con él como guardaespaldas de Joe Hart.

El paso de Pantilimon por el City fue testimonial en el plano individual. En tres temporadas apenas salió del banquillo salvo en la FA Cup y la Copa de la Liga. Su mejor temporada fue la 2013/14, en la que no solo ganó la Premier y la Copa, sino que, aunque fuera efímeramente, llegó a desplazar de la titularidad a Hart, jugando sus primeros partidos ligueros en tres años y debutando en la Champions League.

Cansado de la falta de oportunidades, Pantilimon cambió de aires en junio de 2014. Fichó por el Sunderland, conjunto en el que no tardó en arrebatar la titularidad a Vito Mannone y en el que permaneció curso y medio. En enero del presente año, el Watford pagó 8 millones de euros por sus servicios, pero hasta el momento no ha sido capaz de desplazar del once inicial al brasileño Heurelho Gomes y ha perdido también la titularidad con Rumanía.