es difícil que la filosofía de Guardiola funcione siempre tal y como la presentó en el Barcelona de los seis títulos: formar un equipo en torno a Leo Messi, pero ¡vaya equipo! Es muy complicado. Que se lo digan a los equipos con el talonario fresco, capaces de asfaltar de kilos de dinero el armazón de su propio conjunto e incapaces de llenar de títulos sus vitrinas. Que se lo digan al Chelsea, al City o al United. Que se lo digan al Real Madrid, con dos Champions en los últimos tres años pero con una travesía en el desierto importante, asfaltada con los euros del todopoderoso Florentino Pérez. El cielo tiene que esperar muchas veces.
Algo similar pasará en la Eurocopa. Es muy complicado que un solo jugador sea capaz de marcar el camino de un conjunto entero, aunque puede ayudar. Desarmados en muchas de sus vertientes, Cristiano Ronaldo, Ibrahimovic, Buffon, Iniesta y Rooney quizás sean los futbolistas con un currículum estelar más extenso ya pasada la treintena. En otro orden, se encuentran hombres como Lewandowski, Hazard, Bale o Pogba, que tendrán que tirar de sus equipos en una experiencia internacional distinta, desde una pose más juvenil. Por contra, en Alemania, destaca Müller en el perfil ofensivo -inteligente, llegador, con mucho gol y polivalente en las zonas delanteras-, pero más su conjunto, con Neuer, Boateng, Hummels, Götze, Kroos u Özil. El bloque es el corazón alemán.
El líder de Portugal
CRISTIANO RONALDO
A Cristiano Ronaldo, un Cristiano Ronaldo aún por cumplir los veinte, le vino a asustar un viejo caballo de guerra como Otto Rehhagel y una cuadrilla de griegos más comprometidos con el palo que con el balón, en una definición extrema del otro que ahora parece la panacea porque Simeone lo ha chapado con una pátina dorada. Al portugués, tras marcar el 1-2 en aquella final, le fue a asustar el viejo Rehhagel y sus soldados en su propio país, para que no se le moviera ni un pelo del engominado y cayera en su política de tierra quemada futbolística. El omnipotente para las miradas madridistas perdió la final de su casa contra los helenos en la final de la Eurocopa de 2004, la más extraña y distinta que se recuerda.
Desde entonces, Ronaldo no ha dejado de crecer soñando con el viejo Otto y aquella final en la que se le esfumaron los sueños de juventud y una oportunidad tan en bandeja. Desde entonces, Ronaldo se ha convertido en el faro de una Portugal en constante evolución y reinvención, a la que se le han acabado las loas al grupo, también de espartanos, criado con el biberón de Mourinho en el Oporto campeón de Europa. Las figuras que envuelven al delantero luso no brillan tan rutilantes como los Costinha, Maniche o Deco. Eso sí, realidades como André Gomes, de lo mejorcito del Valencia en las dos últimas temporadas, se antojan claves. También arropará a Ronaldo el joven Renato, reciente fichaje del Bayern de Múnich, Pepe, el eterno Ricardo Carvalho, Bruno Alves, Joao Moutinho o Nani.
El hambre de Eurocopa, no obstante, le puede llegar al portugués tras una temporada larga que podría suponer un problema físico. España le eliminó en semifinales en Polonia y Cristiano puede ser capaz de todo.
Zlatan Ibrahimovic es un tipo divertido. Disfruta con el fútbol, con el dinero y con los comentarios sobre él. En mitad de la preparación con Suecia para la disputa de la Eurocopa en Francia, al sueco el futuro le importa más bien poco. Muy cerca de fichar por el United, tras la enésima pregunta acerca de su destino después de irse del PSG como “una leyenda” -un tipo bien pagado de sí mismo-, contestó que siguieran escribiendo sobre las especulaciones, que así se lo pasaba bien. Eso sí, cuando deje de hacerle gracia lo que lea en la prensa, dirá a dónde va. Un hombre divertido.
También es el talento, el pulmón y todas las razones de Suecia. Con un bloque sin demasiado relumbrón, quitando a John Guidetti, buen delantero pero instalado en la segunda fila, Ibra es lo único a lo que puede aferrarse la selección nórdica para soñar. El talentoso gigante de Malmö está ante una de sus últimas oportunidades internacionales con 34 años y el peso del equipo está en sus espaldas. Bocón y bien custodiado por su talento, su gol y los genes que le hacen totalmente diferente a cualquier otro delantero, su carácter es de talla mundial. Eso sí, sin un equipo que le respalde, tendrá complicado optar a más cosas que dar sorpresas. En las últimas dos citas continentales quedaron apeados en primera ronda y no llegaron siquiera a clasificarse para los dos últimos Mundiales.
Solamente hay dos títulos que le faltan a Gianluigi Buffon, al que se le echará mucho de menos cuando se retire: la Champions League y la Eurocopa. El portero de Carrara, con 38 años, sigue siendo el capitán de Italia, el país más competitivo que existe, y se debate a medias el liderazgo del equipo con Daniele de Rossi, el corazón en el tapete de juego. Buffon apura sus últimos cursos en activo en la Juventus con solvencia y está considerado todavía uno de los mejores metas del planeta.
Buffon lleva ya catorce años como el alma de Italia y aspira a continuar siéndolo en la presente cita francesa. El de Carrara dispondrá de un brazo armado en sus narices formado por Chiellini, Barzagli y Bonucci, que tienen en vanguardia a dos tipos duros: el ya nombrado De Rossi y Thiago Motta. Todo músculo. Antonio Conte, si tiene que tirar la manta, prefiere que los pies no se le queden fríos y monta la casa por los cimientos defensivos. Buffon es el líder del bloque.
Sin Xavi y Xabi Alonso en el cruce de caminos, dos futbolistas exquisitos pero de distinta factura, a Andrés Iniesta se le tiene que salir el alma competitiva después de la debacle del Mundial de Brasil o mostrar sus carencias. El manchego resiste de la generación campeona del mundo y debería ser la brújula que marque el camino de España en la medular. Del Bosque tiene previsto alinear un 4-1-4-1 e Iniesta debería coger la manija del conjunto.
Bien es cierto que el de Fuentealbilla tiene recursos más que suficientes para deslumbrar, pero todo depende de lo solo que se encuentre en el centro del campo. Busquets y Cesc aspiran a formar parte de su zona de influencia para frenar a los rivales y dejar que distribuya el juego, el balón corra y el ataque español, la gota malaya, funcione. Contra Georgia, en la última prueba, fue un fracaso absoluto.
Wayne Rooney debutó joven y ya va para talludito, pero su carácter es esencial en una Inglaterra que necesita ganar. No lo quiere, lo necesita. El pasado generoso acecha a unas últimas generaciones con buenas individualidades y nunca una aceptable lluvia de ideas. Wayne Rooney es la cabeza visible del equipo, en el que ha visto cómo el mundo se ha caído y se ha vuelto a levantar en una década extraña. El pegador del United comanda a un buen trío de delanteros como Harry Kane, la revelación Jamie Vardy o Daniel Sturridge, al que se le suma el jovencísimo Marcus Rashford.
Rooney tiene ya 30 años y todavía no sabe lo que es pasar de cuartos de final en una Eurocopa, pero tiene el título de ser el más joven en marcar (Portugal’04). Después de la hecatombe de Austria y Suiza, para la que no se clasificaron, en Polonia el de Croxteht tampoco vio más allá del quinto puesto.
Los de Roy Hodgson completaron una brillante fase de clasificación, ganando diez de diez duelos, y pueden aspirar a todo.
Paul Pogba es uno de los futbolistas del momento. Es el líder de la Juventus y la estrella que se rifa media Europa. Su capacidad de liderazgo, músculo, llegada y talento, todo mezclado en un tallo de 191 centímetros y solo 23 años, le hacen portar la vitola de estrella del bloque anfitrión. La confección de un centro del campo en el que Matuidi y Kanté ejercen de pulmones y en el que Didier Deschamps tiene muchas ilusiones puestas es un buen escaparate.
Aunque Antoine Griezmann tendrá la responsabilidad de marcar los goles después de una buena temporada en el Atlético de Madrid, donde va creciendo a cada paso, la mayoría de los focos estarán puestos en Pogba. Barcelona y Real Madrid ansían tener en el centro del campo de su equipo a un centrocampista todoterreno al que la prensa gala tiene idealizado. Tiene disparo lejano y sabe mover el balón, pero además corta, asiste y oxigena.
Eden Hazard es la joya de la corona del fútbol belga, que ha crecido en la última década una barbaridad a lomos de una generación espectacular, en la que el futbolista del Chelsea es su as. Junto a Hazard se encuentran Courtois, Vermaelen, Fellaini, Nainggolan, Witsel, Carrasco, Benteke, Lukaku o De Bruyne en una de las selecciones que más nombres propios aglutina en su plantilla.
Marc Wilmots se apoya en el chisposo extremo de La Louvière para fundamentar su juego de ataque. Hazard, la estrella del Chelsea, es el alma libre e imprevisible de un equipo que puede dar mucho que hablar en la cita francesa. El belga es explosivo, con regate y una gran capacidad de pase. Es un peligro añadido a la nómina de figuras del bloque belga. Puede ser su momento.
Robert Lewandowski es un delantero increíble, pero se ve en la presente Eurocopa como Zlatan Ibrahimovic, demasiado solo. Quizás el polaco se encuentre mejor arropado con algunos futbolistas de nombre en sus clubes como Krychowiak o Fabianski. Aun así, el fútbol del país se ha colocado a rebufo del futbolista del Bayern de Múnich. Talentoso y con mordiente, el de Varsovia supone una de las únicas razones para soñar para los aficionados de Polonia.
Esta temporada, el campeón de la Bundesliga ha marcado un total de 42 tantos en 50 partidos y tiene una media goleadora impresionante, de 0,84 goles por encuentro. Aun así, después de clasificarse solamente para las dos últimas citas continentales y debido a que el fútbol polaco esté creciendo, su presencia en Francia puede ser una sorpresa. Lewandowski es siempre un as en la manga en cualquiera de las situaciones. Un seguro de gol.
Gareth Bale ha cuajado una gran temporada en el Real Madrid y la realidad es que sobre sí mismo orbita todo el potencial de Gales. Él es el alma y el sustento: tira las faltas y tiene todo el peso ofensivo. Se encuentra en una situación similar a la de Zlatan o Lewandowski, pero su conjunto posee un futbolistas criados en Inglaterra que pueden demostrar solidez. Aaron Ramsey, con buen manejo de balón, Joe Allen y Andy King hacen del parapeto perfecto en la medular para que la potencia de Bale no se difumine. Así como una defensa de cinco que le permite actuar con libertad y galones a un asceta como Gareth.
Desde 1958, la selección galesa no había accedido a un torneo. Siete goles y dos asistencias del extremo del Real Madrid fueron las razones por las que el bloque de Coleman llegará a Francia. Bale fue medio billete.