vitoria - La selección vasca juega esta tarde (20.00 horas) en Ajaccio frente a Córcega el quinto partido lejos de sus fronteras desde que en 1979, muerto el innombrable, reinició su actividad con un partido en San Mamés ante Irlanda. El desplazamiento a la isla mediterránea enlaza con los dos realizados a Catalunya y los viajes a Venezuela y Estonia, todos ellos celebrados en la última década en un intento más por expandir a nivel internacional la existencia de una reivindicación de oficialidad que hasta la fecha no ha hallado cauce legal. Esta situación constituye un hándicap importante en la organización de partidos que forzosamente han de ser de carácter amistoso. La existencia de un denso calendario para los compromisos de las selecciones homologadas limita el número de fechas disponibles, así como la elección de rivales.

La Federación Vasca pretende que al menos haya dos partidos por temporada con la idea de mantener encendida la llama, pero la empresa resulta compleja. El paréntesis de las competiciones en navidades se ha convertido en el marco más asequible para que la selección actúe y últimamente se aprovecha asimismo la finalización de la temporada para intercalar otro encuentro, como el que tendrá lugar hoy. No es la mejor fecha, los futbolistas han de efectuar un esfuerzo extra después de muchos meses de trabajo y puede haber indisponibilidades a causa de los mundiales o las eurocopas, que es lo que sucede en esta oportunidad con San José, Aduriz, Lekue, Williams y Oiarzabal.

Lo más llamativo de este amistoso ha sido la preparación del mismo, por inexistente. Sin que sirva de precedente, la Euskal Selekzioa emulará a la Dinamarca que en 1992 se alzó con el título de la Eurocopa celebrada en Suecia. Los daneses fueron invitados al torneo a última hora al quedar excluida Yugoslavia a causa del inicio de la Guerra de los Balcanes. El seleccionador, Richard Nielsen, tuvo que realizar una convocatoria de urgencia para agrupar a sus jugadores, muchos de ellos en pleno veraneo. La cita fue en un aeropuerto. Sin concentraciones ni entrenamientos, de allí partió una expedición que asumía abiertamente su papel de relleno. Sin embargo, exentos de cualquier tipo de presión y tomándose el evento de manera relajada, de hecho a los futbolistas se les permitió viajar con sus parejas en una especie de prolongación de las vacaciones estivales, Dinamarca se plantó en la final donde superó a Alemania, a la sazón campeona del mundo y gran favorita.

DE AVIÓN EN AVIÓN A esta fórmula se ha tenido que abonar la selección a causa de las giras de la Real y el Eibar. Los realistas convocados llegaron ayer a casa procedentes de Estados Unidos y hoy madrugarán para estar en Loiu a las 7:45 de la mañana, mientras que los cuatro hombres del Eibar volarán directamente de Paris a Córcega por falta de tiempo material para desviarse a Euskadi. En este contexto, Jose Mari Amorrortu y Mikel Etxarri se han esmerado a fin de reunir un grupo equilibrado, capaz de ofrecer una imagen acorde al potencial del fútbol vasco. Es evidente que el combinado elegido no es el ideal, el que competiría si de una cita oficial se tratase. Falta gente que aportaría empaque, experiencia y calidad, aunque sí cabe confiar en que los presentes desplieguen el juego intenso que caracteriza a la selección en sus actuaciones, un estilo válido para imponerse en la mayoría de las veces.

La alineación inicial es una incógnita, aunque no diferirá en exceso de la siguiente: Iraizoz; Capa, Gurpegi, Mikel, Berchiche; Iturraspe, Dani García; Xabi Prieto, Zurutuza, Susaeta; Sabin. En la segunda mitad ingresarían: Riesgo, Zaldua, Elustondo, Ansotegi, Garrido, Rico, Bergara y Eraso. Apuntar que Sabin y Zaldua debutan, que Xabi Prieto se convertirá en el jugador con mayor número de participaciones, trece, adelantando a Julen Guerrero e Igor Gabilondo, ambos con doce, y, sobre todo, que serán los últimos minutos como futbolista para Gurpegi tras 15 temporadas en la elite.

Córcega asoma como un oponente asequible, aunque no cómodo. El grueso del combinado procede de equipos de la Ligue 1, de la que acaba de despedirse el Gazélec Ajaccio tras su único año en la máxima categoría. El Bastia, principal suministrador del combinado dirigido por Jean-Michel Cavalli, fue décimo en la clasificación final, mientras que el AC Ajaccio, que completa el trío de principales clubes corsos, milita en segunda desde hace un par de años. El escenario del choque, el Ange Casanova, sede del Gazélec Ajaccio, cuenta con un aforo que oscila porque no todas sus gradas poseen asientos, pero está cifrado en 6.000 localidades.