bilbao - La carrera deportiva de Carlos Gurpegi llegó el sábado a su fin con una emotiva despedida en San Mamés. Un adiós que quedará grabado para siempre en su mente y que le obligará a pensar en su futuro lejos del vestuario rojiblanco. El navarro se tomará unos días para meditar con calma lo que le gustaría hacer en los próximos meses. De momento, tiene la mano del club tendida, como así aseguró Josu Urrutia el pasado miércoles. A la espera de que tome una decisión, Gurpegi repasó su trayectoria en una entrevista que colgó ayer el Athletic en su página web. En la misma, el de Andosilla reconoció que es “un superviviente” en el mundo del fútbol. No es para menos, pues además de las múltiples lesiones, algunas de ellas graves, que ha sufrido en sus 15 temporadas en la élite, estuvo suspendido dos años por dopaje.

El último capitán en alzar un título con el Athletic, insistió una vez más en que fue “la cabeza de turco” y que le tocó “pagar el pato” en el asunto del positivo. “Había muchas rencillas en torno a Sabino Padilla y lo acabé pagando yo. Si hubiera habido otro médico en el Athletic el final hubiese sido diferente”. Asimismo, puso en valor el apoyo que recibió por parte de todos los estamentos del club así como de su masa social: “Cuando salió el tema yo llevaba siete meses en el primer equipo. Era un total desconocido para el aficionado y para la gente de Bilbao. Fue increíble como se volcaron conmigo. El club, los compañeros, la masa social... Aquello me dio fuerzas”.

De aquel largo y tedioso proceso, al menos, pudo sacar cosas positivas. “Me he hecho una persona mentalmente muy fuerte. Pensaba que no iba a aguantar tantas cosas como las que aguanté en su día. Trabajar con una persona que me ayudó me vino muy bien. Superé aquello y aquí estoy, muy orgulloso de cómo llevé ese proceso”. En este sentido, recuerda que “igual en su momento sí sentí que alguna persona no me llamó o que no estuvo conmigo, pero la gente cercana a mí estuvo a la altura”.

Si bien relata que no recibió “muchos apoyos de futbolistas de otros equipos”, hubo un gesto de Iker Casillas en el Santiago Bernabéu el día en el que volvió a jugar tras cumplir su sanción, que tiene grabado a fuego: “Fue en un córner. Todo el fondo empezó a insultarme y a decirme de todo. Él se me acercó y me dijo: Oye Gurpe, no pasa nada, estate tranquilo. Para mí fue bonito, sobre todo porque no tenía por qué hacerlo y por lo que significaba Casillas en el Madrid”.

relaciones dentro y fuera Más complicado fue su trato con los árbitros, “sobre todo en los primeros cinco o seis años”, asegura Gurpegi. “Era por mi culpa, que jugaba muy acelerado. Me hubiese gustado tener entonces la relación que tengo ahora, que prácticamente con todos es cordial”. Eso sí, lamenta las formas en las que algunos colegiados “se tomaron” los insultos dirigidos a su persona por el asunto del dopaje. “Alguno me llegó a decir cuando había 15.000 personas cantándome que no oía nada. ¡Tú a jugar y cállate la boca! Lo normal hubiese sido que me dijesen otras cosas”.

El navarro también se refirió a lo que ha cambiado el fútbol en los quince años en los que ha permanecido en la élite, especialmente en las entrañas del vestuario: “La relación entre los jugadores ahora es más cercana. La gente joven es más abierta, atrevida y echada para adelante y los veteranos convivimos más con ellos. Antes estaba más marcado”. En este sentido, reconoció que “si algo le tengo que reconocer al fútbol es haber coincidido con personas y una de ellas es Aritz (Aduriz)”, en referencia a su relación con el atacante donostiarra.